ARTÍCULO ORIGINAL
Identidad(es) y representaciones sociales en el barrio gauchito gil. Un caso de ocupación y apropiación territorial, en vinculación a los procesos de transformaciones urbanas en Salta
(Identity (s) and social representations in the neighborhood gauchito gil. A case of occupation and territorial appropriation linked to the process of urban transformation in Salta)
María Natalia Saavedra*
* CONICET / Universidad Nacional de Salta - Instituto de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades (ICSOH) - Avda. Bolivia 5150 - CP 4400 - Salta - Argentina. Proyecto de Investigación CIUNSa Nº 1999. Correo Electrónico: natali1409@hotmail.com
RESUMEN
En las últimas décadas en Salta, se han dado una serie de cambios generales, lo que ha desembocado en procesos de transformaciones urbanas, generando la proliferación de nuevas modalidades de acceso a la tierra. Un ejemplo de ello es el barrio Gauchito Gil, el cual surgió mediante la ocupación ilegal del suelo. El objetivo principal es comprender el proceso de construcción de la identidad colectiva del barrio, indagando las representaciones sociales vigentes, en vinculación a los procesos de ocupación y apropiación territoriales, y de las estrategias comunicacionales. Se propone un abordaje cualitativo, para interpretar las prácticas de los vecinos, empleando entrevistas en profundidad y observaciones participantes. Se enmarca la investigación en el campo de la comunicación y la cultura, como aspectos significativos de la vida humana donde se producen, intercambian y negocian formas simbólicas. El análisis pretende contribuir con la comprensión acerca del funcionamiento y la organización de la ciudad en general. Se intenta mostrar cómo en las últimas décadas se han producido cambios en la estructura espacial de la ciudad, que ha hecho que surgieran nuevas formas de acceso a la tierra y por lo tanto, muchas familias en busca de una vivienda se asentaron en terrenos inhabitables. Es de este modo que estos grupos sociales se vieron atravesados por condiciones de precariedad. Se contribuye así, en la comprensión y visibilidad del funcionamiento y organización de la ciudad de Salta; colaborando al estudio de problemáticas de pertinencia actual/local.
Palabras Clave: Comunicación; Identidad; Prácticas Sociales; Representaciones Sociales; Territorio.
ABSTRACT
In recent decades in Salta, there have been a number of general changes, which have resulted in processes of urban transformation, generating the proliferation of new forms of access to land. An example of this is the neighborhood Gauchito Gil, which emerged through illegal land occupation. The main objective of this study is to understand the process of building the collective identity of the neighborhood, investigating the social representations in force, in connection to the processes of occupation and territorial appropriation, and communication strategies. A qualitative approach is proposed for interpreting practices neighbors using in-depth interviews and participant observation. The research is part of the field of communication and culture, as significant aspects of human life where they are produced, exchanged and traded symbolic forms. The analysis aims to contribute to the understanding of the functioning and organization of the city in general. It tries to show how in recent decades there have been changes in the spatial structure of the city, which has made the emergence of new forms of access to land and therefore many families looking for a house settled uninhabitable land. It is thus that these social groups were crossed by precarious conditions. This contributes, in understanding and visibility of the operation and organization of the city of Salta; collaborating to study current issues / local relevance.
Key Words: Communication; Identity; Social Practices; Social Representations; Territory.
INTRODUCCIÓN
“Lo que pasa es que acá no tenemos ningún servicio, el gobierno no nos ha dado ningún servicio a nosotros. Nosotros hemos puesto plata, la gente ha puesto plata y de ahí nos conectamos. No. No hay anda acá. Ni agua, al agua la hemos hecho poner nosotros, porque no íbamos a tener ni agua ni luz. El gobierno no nos da nada. Hemos presentado notas para que nos pongan el agua, la luz, pero no, dicen que hay que esperar, que esto y que lo otro (…) No hay que perder la esperanza (...) Tenemos que tener paciencia. Yo cuando fui a gobernación, me han dicho que tenemos que tener un poco de paciencia, porque no se puede todo, no solamente es este barrio, sino que son un montón. Estoy esperando, a ver”. (Marta, vecina del barrio Gauchito Gil, 11 de Julio de 2011)
Esperanza, incertidumbre, espera, sentido de lucha; son algunos de los elementos visibles en el testimonio de Marta, delegada y vecina del barrio Gauchito Gil. Con las manos mojadas, al ser interrumpida mientras lavaba la ropa, narra la situación que vive el barrio y a la vez permite entrever algunas de las características propias del proceso de construcción de su relato identitario como colectivo. Este es un relato compartido y en constante elaboración, cuyo origen data del año 2009. Es en ese momento, en el cual Marta llega al barrio con sus seis hijos y su marido, quien trabaja para mantener a la familia. Alrededor de su casa, se pueden ver algunas lagunas llenas de agua contaminada, barro, desechos amontonados, debido a la cercanía del basural municipal. Plásticos, maderas, chapas se improvisan como casas, las calles son en general angostas, otras muy amplias, pero todas se cruzan en una especie de laberinto, que al ser penetrado, permite adentrarse en el corazón del barrio. Éste está dividido en sectores, uno de ellos es llamado internamente como la “gota”, debido a su forma. Cómodamente apoyada en las maderas que hacen de portón de su casa, Marta, siente la necesidad de poder comentar todo lo que se hace en y por el barrio, cómo ella colabora y lo que aún falta por lograr. Con un embarazo de riesgo, sigue haciendo notas, acudiendo a los organismos de gobierno, como representante del conjunto de los vecinos. Su relato individual, el de su familia, forma parte de un relato mayor, el del barrio, un espacio ocupado, apropiado, vivido, circulado, sentido como propio, defendido por un “nosotros”. Y a la vez, el relato del barrio, permite construir un relato aún mayor, el de la ciudad de Salta.
La investigación se centra en el barrio Gauchito Gil, ubicado en la zona sudeste de la ciudad de Salta, desde el año 2009 –momento de origen del mismo- hasta el año 2016. Esta zona es considerada como subalternizada, ya que sufre la dominación social de una hegemonía que impone reglas sobre las clases subalternas por medio de la fuerza material o simbólica (Martín Barbero, 1987). En este sentido el barrio no cuenta con los servicios básicos tales como agua, gas natural, cloacas y tampoco con instituciones como ser escuelas, destacamento policial, salita, entre otros. Por lo cual es posible decir que esta sector de la población se encuentra marginalizada, en el sentido de ser expulsados hacia los márgenes de la sociedad (Spicker et al., 2009: 188 – 189), negándoles la satisfacción de muchas de sus necesidades y por ende de sus derechos como ciudadanos.
Teniendo en cuenta el objeto de estudio detallado anteriormente, se propone un abordaje de tipo cualitativo, para lo cual se emplean herramientas de recolección de información, tales como las entrevistas en profundidad y las observaciones participantes (Di Virgilio, 2007). De esta manera es que se profundiza en la indagación y se contrastan los datos obtenidos durante todo el proceso analizado. La metodología incluye también el análisis del discurso (Arnoux, 2006; Charaudeau, 2003, entre otros), a partir del cotejo de las diversas entrevistas realizadas a vecinos del barrio y de la zona, además del análisis de algunas noticias pertenecientes a medios de comunicación locales, tanto impresos como digitales.
La propuesta se enmarca en el campo de la comunicación y la cultura, entendiendo a la primera como un aspecto significativo de la vida humana en el que se producen, intercambian y negocian formas simbólicas, constitutiva del ser práctico del hombre, del conocimiento que de allí se deriva y como base de la cultura (Arrueta, 2010: 12). La comunicación es un aspecto co-constitutivo de lo social y por lo tanto atraviesa todos los espacios de la vida de los actores que conforman la sociedad (Reguillo, 2007). Los estudios de comunicación latinoamericanos, entienden que las comunidades están modificando constantemente sus condiciones de existencia, sus modos de construir y dar cuenta de sus identidades. Es así que la relación entre cultura y comunicación se acentúa, y debe hacer frente a la crisis de la hegemonía, a los procesos de emergencia de los nuevos actores sociales y a las identidades culturales, que desde lo regional y lo local, hacen visible la existencia de nuevas formas populares de comunicación (Martín Barbero, 1987: 45).
Los objetivos generales de la investigación apuntan a analizar el proceso de construcción de identidades en el barrio Gauchito Gil de la zona sudeste de la ciudad de Salta, a partir de la indagación de las prácticas y representaciones sociales, en vinculación a los modos de territorialización de los vecinos del mismo, desde el momento fundacional (año 2010) como asentamiento y hasta el año 2016. Para de ese modo comprender los procesos de constitución de los barrios marginales en Salta y colaborar con los estudios acerca de los procesos de constitución de las identidades y de los funcionamientos de las representaciones sociales en territorios urbanos de la ciudad de Salta. En cuanto a los objetivos específicos, en primer lugar se plantea poder comprender el proceso de construcción de la identidad del barrio Gauchito Gil, en vinculación a los procesos de ocupación y apropiación territoriales; en segundo lugar indagar en las representaciones sociales de los vecinos del barrio –a partir del relevamiento de sus prácticas- y de los ´otros´, como ser el caso de los medios de comunicación, para observar la manera en que es abordada la temática barrial en medios de comunicación locales; en tercer lugar describir las estrategias de comunicación que emplean los vecinos del barrio Gauchito Gil de Salta, sus particularidades, las formas de autogestión y los juegos de poder existentes.
La investigación indaga un proceso, que da inicio en el momento de la toma de decisión de asentarse en terrenos fiscales, a la consolidación de la identidad y la construcción de símbolos e imágenes que hacen visible esa identidad. Lo cual es útil para ver los procesos de construcción identitaria y las formas de vinculación en el interior de los grupos subalternos. Al partir de un caso particular actual/local, se intenta colaborar en la comprensión de nuevos procesos de reconstitución de la capital de la provincia que se han venido desarrollando durante las últimas décadas, lo que ha generado nuevos grupos sociales que han reconfigurado y reorganizado la estructura territorial, marcando aún más las diferencias existentes entre las periferias y el/los centro/s de la ciudad. Poder analizar los procesos involucrados en la construcción de la identidad del barrio posibilita no sólo la comprensión de la ciudad en sí misma sino que además colabora en el estudio de temáticas referidas a representaciones sociales, identidades, territorialidades, que se entraman en procesos comunicacionales actuales.
SALTA: IDENTIDAD, URBANIDAD Y FORMAS DE TERRITORIALIZACIÓN
Salta forma parte del noroeste argentino, se caracteriza por sus rasgos conservadores y por una fuerte adscripción religiosa católica. Un ejemplo de ello, es el culto realizado todos los años en la ciudad, en honor al Señor y la Virgen del Milagro, considerados patronos de la misma. La ciudad es pensada como próspera y turística. Lo que se visualiza es una vertiente de lo culto -en sentido tradicional como letrado y como vinculado a las ‘bellas artes’- visibilizado en los teatros, en los edificios restaurados para conservar el estilo colonial, la catedral; y esto se entrama a la vez con lo autóctono, el folclore, el poncho, la plaza principal, es decir todo aquello que la hace linda, amena y por lo tanto visitable. La sociedad salteña es vista como tradicionalista y tiene rasgos de colonialidad, lo cual es posible observar en el adoquinado alrededor de la plaza 9 de julio, en la restauración de los edificios aledaños a la misma, manteniendo las fachadas originales (Zaffaroni, 2009).
Los discursos del turismo en Salta, históricamente han reproducido el orden simbólico dominante, a la vez que han objetivado representaciones en sitios y lugares específicos que han reforzado el imaginario salteño y sus valores. La producción de información turística sobre Salta, se basó en reunir una serie de criterios comunes para la formación de una imagen ‘buscando la belleza’, por lo que se promovía un contenido basado en lo paisajístico. Ya en los años ’30, la tarea de promoción turística empezaba a ser competencia del Estado, el cual empieza a vender como producto al ‘Norte Histórico’. Ese producto estaba conformado por elementos tales como la música folclórica, el vino, el poncho, las artesanías, es decir todo aquello que generaba una representación de Salta como ‘la linda’, difundida por los medios de comunicación y reconocida públicamente por sus visitantes (Flores Klarik, 2010).
Se puede decir entonces que por un lado, ‘lo dominante’, busca reivindicar el discurso de la salteñidad. En este sentido, lo dominante se encuentra representado por las clases dominantes de la población, por los poderes económicos -los cuales tienen poder sobre sectores de los medios de comunicación- y políticos, como el caso del Estado. Por otro lado el subalterno, es configurado como el ‘otro’, que vive en las periferias de la ciudad, como en la zona sudeste, aquel que es ‘diferente’ y que se considera como ‘peligroso’, ya que con su identidad y bagaje cultural, pone el riesgo el orden imperante. Estas periferias son consideradas como un punto de estigmatizaciones constantes (1), hasta el punto de conformarse como una otredad (Reguillo, 2008). Se puede decir entonces que el territorio actual de Salta, se constituye como un espacio social en el cual se dan situaciones de desigualdad y pobreza de larga data, resultado de una estructura social segmentada y atravesada por configuraciones sociales diversas. Hoy, estos subalternos son concebidos como protagonistas, responsables (Gramsci, 1970: 376) de su realidad. A pesar de las distancias –físicas y simbólicas- que separan al centro de las periferias, y de que producen identidades diferenciadas, ambos forman parte de una misma ciudad y contribuyen a la elaboración de un mismo relato identitario salteño.
En las últimas décadas tanto en la provincia de Salta, como en el país, se han dado una serie de cambios en materia económica, social, política y hasta estructural, lo que ha desembocado en procesos de transformaciones urbanas. El crecimiento que se ha generado en las ciudades, ha obligado a repensar las cuestiones territoriales actuales, los modos de ocupación, apropiación y habitación de los actores sociales, es decir las nuevas formas de construir los espacios. Ante la realidad de crecimiento urbano, es que se considera necesario hacer hincapié en las nuevas formas de acceso a la vivienda (Merklen, 2005).
Hay investigaciones que indagan desde diferentes perspectivas la problemática de los asentamientos y barrios. A nivel nacional (Velázquez Mejía, 2010; Lekerman, 2005) diversos estudios dan cuenta de una problemática existente y creciente que tiene que ver con la falta de políticas de urbanización y de condiciones de habitabilidad óptimas para la población argentina, que cada vez es más numerosa y por ende le cuesta más acceder a una vivienda digna. A nivel regional (Lello, 2011; González Pratx, 2013; (Czytajlo, 2010; Bergesio y Golovanevsky, 2005), estas investigaciones permiten mostrar cómo se fue dando la construcción de barrios que se iniciaron tanto formal como informalmente y que por lo tanto implican procesos diferenciados y que están inmersos en una lucha diaria por lograr una identidad que los cohesione como un “nosotros”, que si bien incluye, a la vez excluye y estigmatiza (Gravano, 2003). Los estudios a nivel local en la provincia (Saavedra, 2013; Elbirt, 2013; Benavidez, 2013; Baspineiro, 2010) permiten mostrar que las problemáticas referentes a las nuevas formas de territorialización de las ciudades, también están presentes en Salta y que forman parte de un problema macro que confluye en la pobreza y en la falta de oportunidades, que imposibilitan el acceso a una vivienda digna.
La presente propuesta incluye una serie de investigaciones llevadas a cabo desde diferentes ámbitos de las ciencias sociales (antropología, sociología, semiótica), en especial aquellos trabajos pertenecientes al campo de la comunicación en el país; más específicamente aquellas indagaciones a nivel local, que si bien no agotan todo lo realizado en relación a la temática trabajada aquí, sirven de base y referencia directa para comparar las diversas maneras de investigar y abordar temáticas similares. Estos aportes contribuyen en cuanto a perspectivas, conceptos, teorías, y por lo tanto ofrecen elementos para alcanzar una postura crítica frente a lo que se realizó anteriormente y a lo que falta por hacer en torno a la problemática concreta. Esto permite la construcción y problematización del objeto de estudio que se investiga.
REPRESENTACIONES SOBRE LA POBREZA
Las representaciones permiten organizar simbólicamente a la sociedad y en consecuencia a un grupo social (Cebrelli y Arancibia, 2008). Es decir que una representación posibilita mostrar la realidad o por lo menos producir efectos de realidad que una sociedad considera como verdad en un momento histórico determinado. Esto determina la manera en que los distintos grupos sociales se relacionan dentro de una sociedad y las posiciones que los actores sociales ocupan dentro de la misma. El problema radica en que no todos los grupos sociales se consideran como iguales estrictamente, sino que más bien una sociedad está compuesta por grupos heterogéneos, donde es una práctica recurrente la presencia de violencia simbólica por la disimetría existente entre ellos. Es así, que existen grupos autorizados para tomar la palabra, mientras que otros son silenciados, lo cual significa que se organiza la toma de la palabra y se expone un régimen de la mirada que discrimina a aquellos sectores de la sociedad que no cuentan con los recursos necesarios para hacer oír (Rodríguez, 2011). Esto permite sostener que las representaciones se sustentan en la construcción de las identidades de estos grupos heterogéneos, que en la actualidad se presentan cada vez más frágiles, divididas y contingentes
En el caso de la sociedad salteña, ésta se encuentra configurada de manera heterogénea, es decir integrada por diferentes tipos de barrios, los cuales cuentan con una formación social particular y con sus propias representaciones, acerca de sí mismos (Marín, 2009) y de los otros. Este tipo de representaciones son en general, representaciones sobre la pobreza, la desigualdad, de ciertos sectores subalternos de la sociedad. El barrio Gauchito Gil se construye como un grupo social subalternizado, cuya voz no se escucha o no se quiere escuchar (Arancibia, 2007), donde la toma de la palabra está claramente condicionada y donde los espacios de comunicación se encuentran dominados por los grupos hegemónicos. Al ser un colectivo que no cuenta con los recursos necesarios para hacerse oír, debe buscar otras estrategias de comunicación (Massoni, 2007) para dar a conocer aquello que les falta para vivir dignamente.
Se parte de considerar que los medios de comunicación construyen ideas de mundos posibles, a través de las agendas que establecen y que siempre son impuestas por sectores determinados como hegemónicos. En ese sentido se puede decir que las representaciones permiten construir un sentido y por ende la mirada (Rodríguez, 2011). Por lo tanto, estos medios otorgan valores y visibilidades fomentando ideologías e influyendo en la opinión pública. Para hablar de este concepto se toma a Ana María Miralles (2002), quien se especializa en periodismo urbano, opinión pública, agenda ciudadana, comunicación y democracia. Para la autora, la opinión pública se entiende como un proyecto político dinámico, que designa una masa segmentada de opiniones particulares en las que se expresan intereses divididos y hasta conflictivos. Los medios de comunicación se pueden considerar como escenarios de debates públicos, en tanto se centran en procesos sociales, pensándose como fuentes de obtención de información. Estas contribuciones conducen a reflexionar sobre la importancia que los medios masivos de comunicación tienen como actores sociales, en cuanto a la construcción de la opinión pública en una sociedad compleja, como la salteña.
Los medios de comunicación son el instrumento que los vecinos del barrio emplearon para hacerse escuchar y como intermediario para llegar a las autoridades de gobierno a quienes se les pide soluciones. Los medios son así utilizados con el fin de comunicar sus experiencias, de organizarlas, pero al mismo tiempo, muchas veces los medios trabajan generando desigualdad y naturalizando las formas de exclusión. Esto se da, debido a su función de reproducir los discursos de la hegemonía, imponiéndolos a la población y dejando, como consecuencia, a muchos grupos sociales en una situación de inferioridad, de asimetría y hasta de marginalidad. De este modo es que circula por el imaginario la representación de la pobreza extrema (Spicker et al., 2009; Reguillo, 2001), de la desigualdad, de la diferencia de condiciones entre actores distintos, con características diferentes, pero que conviven en una sociedad que es una, a pesar de que esté compuesta por grupos sociales disímiles. Esto quiere decir que si bien el barrio Gauchito Gil es un grupo social distinto al del resto de los barrios de la ciudad, lo que tienen en común es que conforman esa misma ciudad, aunque se los considere en muchas ocasiones como una otredad y se los margine. Se puede decir entonces, que las representaciones sociales se pueden entender como mecanismos traductores capaces de archivar y hacer circular con fluidez ciertos modelos de mundo que nos remiten a sistemas de valores de naturaleza ideológica (Cebrelli y Arancibia, 2005). Analizar las representaciones que circulan por el imaginario, en especial las referentes a la pobreza, posibilita la comprensión del modo en el que se comunican las identidades haciendo posible la percepción y comunicabilidad del mundo (Cebrelli y Arancibia, 2005).
En tal sentido, las representaciones sociales por lo tanto, permiten explicar cómo es que se van construyendo las identidades de los diversos grupos sociales y a la vez las alteridades (Reguillo, 2008), lo cual hace posible la percepción y comunicación de los distintos actores sociales entre sí. Esto es lo que posibilita la circulación de las representaciones en la memoria de los colectivos, lo que hace pensar que el poder de la representación es tal, que busca ser apropiado, debido a su capacidad para configurar imaginarios, conducir colectivos, comprometer voluntades y producir imperativos en cuyo nombre se actúa (Reguillo, 2007). Al interior de esa disputa, los medios de comunicación se constituyen como un actor central, debido a su capacidad para tomar la palabra y adquirir visibilidad a través de sus estrategias para comunicar.
EXPERIENCIAS DE UN BARRIO QUE RESISTE
El relato del barrio Gauchito Gil se inició en el año 2009, cuando se empezaron a asentar muchas familias de manera precaria en la zona ubicada entre el barrio Solidaridad y el cordón forestal, que da lugar al Vertedero San Javier (2). Se inició como un asentamiento, contando por ese entonces con alrededor de doscientas familias asentadas de manera precaria. Al poco tiempo manifestaron su necesidad de autonomía, al buscar formarse como un barrio nuevo e independiente. El problema residía en que no contaban con condiciones mínimas de vida, ni con los servicios necesarios, por lo cual debieron acudir a autoridades de gobierno. Aun así, no fueron escuchados, ni lograron que sus privaciones fueran solucionadas.
Una característica principal del barrio es la existencia de una serie de lagunas de agua estancada y contaminada, algunas de mucha profundidad, ubicadas en el espacio habitado que las personas llenan con camionadas de tierra. Lo cual da cuenta de una situación de contaminación latente. Las casas se encuentran edificadas frágilmente, debido a los cimientos sobre los cuales se levantaron, ya que las condiciones del suelo siempre se consideraron como inestables. El tamaño de los terrenos fueron establecidos por los mismos vecinos, por lo cual, el tamaño de los mismos varía considerablemente entre unos y otros. Lo mismo pasa con las medidas de las calles, las cuales no fueron medidas por topógrafos de Tierra y Hábitat (3), por lo que el acceso a ciertas zonas del barrio se ve dificultada. Esto sucede en especial en épocas de lluvia, ya que el agua produce que las lagunas se desborden y se creen grandes zonas inaccesibles que se cubren por el barro.
Actualmente se autonombran como un barrio, conformado por 350 familias, que viven en condiciones de pobreza extrema (4). El terreno tiene forma de gota y está totalmente desnivelado, no tiene divisiones precisas, ni calles. Aún no cuentan con los servicios básicos, por lo que “se cuelgan” de los barrios vecinos. Hoy las casas son generalmente pequeñas, muchas de ellas construidas con bloques sin pegar -por miedo a que los muevan de su lugar- además de techos de chapas y ventanas con plásticos. El barrio está dividido en sectores, cada uno de los cuales está representado por un delegado, en total son 17 los delegados, que representa a cada uno de los sectores. Las familias son en general familias jóvenes y numerosas, con varios hijos pequeños y una sola fuente de trabajo. Viven en situación de riesgo, de exclusión y contaminación, es decir que existen una serie de problemáticas que obligan a los vecinos a organizarse para sortear sus obstáculos.
Las problemáticas que se observan en el lugar son variadas, pobreza, marginación, delincuencia, contaminación. Según un artículo periodístico del diario El Tribuno de Salta (5), la cabeza informativa del día 23/06/2013 sostenía:
CALCULAN QUE ALLÍ VIVEN 200.000 SALTEÑOS
Salta. El núcleo duro de pobreza en Capital se concentra en la zona sudeste
Conviven 50 barrios. Los servicios son precarios y el desempleo afecta a la mayoría. También la droga y la inseguridad. Los datos del Isepci indican que en la ciudad de Salta hay 195.000 personas pobres y 33 mil que son indigentes. (El Tribuno de Salta, 23 de junio de 2013)
Para los medios de comunicación, los vecinos pertenecen a un sector de la sociedad que se considera como bajo, se lo nombra como “pobre”, “precario”, “inseguro”, lo cual es netamente negativo; ubicándolo en una situación de peligro social. Cada una de las nominaciones apela a niveles diferenciados que tienen como referencia la situación económica, el tipo de construcción o el problema de la seguridad que se toman como equivalente en la superficie mediática. Los medios de comunicación se pueden considerar como aparatos de transmisión de ideas (García Vargas, s/d) y por lo tanto este sistema de equivalencia no es poco significativo. Esto les otorga un alto poder simbólico en relación a la sociedad, ya que es a través de los medios que se representa a los diferentes grupos sociales. Se debe atender a la forma en que los medios muestran las imágenes, que es lo que permite generar en el espectador diferentes niveles de influencia.Es decir que los medios de comunicación, otorgan valores y visibilidades fomentando ideologías e influyendo en la opinión pública.
Estos factores han sido el contexto en el cual el barrio Gauchito Gil se inició y en el cual desarrolló su proceso de transformación de asentamiento a barrio constituido y organizado. Allí los vecinos desde su origen se unen para ponerse de acuerdo y para conseguir todo aquello que les garantice una vida digna, a pesar de vivir en una constante desigualdad social. Es así que se puede decir que es la lucha cotidiana lo que los cohesiona como grupo social. Las maneras en que los vecinos transitan los espacios interrumpidos por lagunas de agua sucia, por calles muy amplias o por el contrario muy angostas; cuando eligen cómo y con quienes relacionarse, por ejemplo cuando viendo la necesidad de los vecinos se unen para elaborar estrategias solidarias como las ollas comunitarias; cuando asisten a ciertos lugares, como ser a las oficinas de las autoridades de gobierno para pedir por la solución de sus necesidades, ‘despliegan’ en un tiempo y espacio, una serie de prácticas, ‘trazándolo’. Esto permite construir un relato que es compartido, resultado a la vez de luchas y negociaciones constantes. Es decir, el barrio, como aquel espacio social, resultado de un conflicto permanente entre poder y resistencia al poder (De Certeau, 2000: 135). Un poder representado por el gobierno, que insiste en reubicarlos en otros espacios, supuestamente más aptos para la vida. Un poder otras veces representado por las empresas de servicios, que se niegan a brindarlos hasta que no sean un barrio constituido y organizado. Poderes que de alguna manera ponen obstáculos a los vecinos para contar con sus derechos como ciudadanos, pero que ellos superan creativamente. Negarse a ser trasladados, o bien no pegar los bloques de sus casas para no perder sus inversiones si es que los obligan a irse, conectarse los servicios, son algunos ejemplos de estrategias llevadas a cabo por los vecinos como micro resistencias.
Se puede decir que las desigualdades sociales son resultado de la pobreza extrema. Por un lado la pobreza es entendida como la carencia de recursos para acceder a cosas, es decir como necesidad de bienes o servicios materiales, tales como vestimenta, comida, combustible, techo, etc., lo cual implica la existencia de un conjunto de privaciones, lo que conlleva a la limitación de recursos (Spicker et al., 2009: 292 - 294). Por otro lado, la pobreza extrema, en el mismo sentido, es considerada como asociada a la insatisfacción de necesidades mínimas de subsistencia, con la negación de titularidades básicas y con la experiencia de exclusión. Ante este panorama, los actores sociales tienden a desarrollar estrategias de sobrevivencia, caracterizadas por la creatividad, la capacidad y el ingenio, para vivir con ingresos que resultan insuficientes y por ende enfrentar su realidad de empobrecimiento; generando sus recursos a través de medios alternativos (Spicker et al., 2009). Es decir que el barrio es un sector de la ciudad, que se encuentra sumido en problemáticas relacionadas a la pobreza, al desempleo, a la vulnerabilidad económica y a la exclusión, características que han sido parte de la construcción de su identidad como colectivo.
Todas las cuestiones mencionadas anteriormente condujeron a que los vecinos tomaran la determinación de unirse, de pedir al gobierno ayuda y al ver que no obtenían respuesta, decidieran autogestionarse. Estar en el barrio, constituirse en él y con él, implica la construcción de un relato de resistencia, que implica una forma propia de ver el mundo, sorteando los obstáculos y las imposiciones (Arancibia, 2012). Esto permite pensar que la resistencia actual no tiene el mismo significado que hace unos años, sino que más bien es un concepto que se redefine constantemente, permitiendo hablar hoy de una resistencia social (García Canclini, 2009).
PRIMEROS PASOS: LA CONSTRUCCÍON DE UNA IDENTIDAD COLECTIVA
MODOS DE HACER(NOS) EN LAS PRÁCTICAS
El barrio Gauchito Gil se inició en la acción de un conjunto de personas, que tuvieron la idea de ocupar y apropiar un terreno, para allí edificar sus viviendas. Pero hay otras acciones comunes llevadas a cabo por los vecinos, que fueron conformando su identidad más allá del hecho fundacional de co-habitar un mismo espacio. Es decir que la resistencia, como se dijo anteriormente, forma parte del relato elaborado cada día por los vecinos, relato que se construye a partir de la acción y da cuenta de que las prácticas sociales se pueden concebir como aquellos “modos de hacer” (Cebrelli y Arancibia, 2005) que siempre implican un sentido y permiten hacer una valoración del mundo. Las acciones van conformándose a partir de valores que condicionan la manera del ver el mundo de los actores sociales, por lo cual permiten establecer relaciones entre instituciones, valores, comportamientos, procesos sociales, etc. Pero la vinculación entre estas prácticas no se mantiene inalterable, sino que más bien entre el hacer, el decir y el valorar existen variaciones que llevan a pensar que estas prácticas no siempre permanecen inalterables, estáticas, fijas, sino que más bien se van modificando a través del tiempo, de acuerdo a las necesidades de los actores y del contexto histórico que se vive.
Una práctica que se considera como relevante en el proceso de conformación de la identidad del barrio, es por ejemplo la acción realizada por Valeria -una de las delegadas del mismo- quien decide en el momento fundacional, denominarlo con el nombre de una figura religiosa popular (6). Es decir que a partir de la individualidad de una vecina, se establece el nombre del barrio, situación que en un primer momento es cuestionada, pero a medida que se hacen las notas de autogestión de sus recursos bajo dicho nombre, se lo acepta y reproduce hasta lograr puntos de aceptación. Estos consensos no incluyen a todos los vecinos, ya que existen centros de tensión, debido a las condiciones religiosas diferentes entre los habitantes del barrio. Hay vecinos de otras religiones que no aceptan siquiera la existencia del Gauchito Gil, pero al reconocer que hay una identificación hacia afuera del barrio, a partir de las gestiones bajo tal nombre, es que de alguna manera se lo acepta.
Otro tipo de práctica desarrollada, es la autogestión, entendida como un proceso mediante el cual se desarrolla la capacidad individual o de un grupo social, para identificar sus necesidades básicas. Se la concibe como una herramienta eficaz para enfrentar y resolver sus problemas comunes. Incluye aspectos como la acción participativa de los ciudadanos, para la toma de decisiones, el esfuerzo, la autoresponsabilidad, colaboración, contribución y trabajo voluntario para la búsqueda de soluciones (Martínez Díaz, 2010). Un ejemplo de esto, fue la conexión que realizaron los mismos vecinos, respecto de los servicios de luz y agua, ya que las empresas encargadas de ello, no lo hicieron, a pesar de los pedidos realizados, a través de la elevación de notas formales. Antes tales negativas, habiendo identificado su carencia, se enfrentan a ella. Deciden desarrollar sus capacidades en conjunto, valiéndose de los servicios de los barrios aledaños para “colgarse de la luz” y para “conectarse el agua”. Según el siguiente testimonio, los vecinos les han pedido a las autoridades de gobierno y a las empresas correspondientes, que les conecten los servicios tal como lo relatan los mismos protagonistas:
“Casi 100 cartas le llevamos al Gobernador. Ahí le decimos que vivimos en Salta y que queremos pagar la luz, pagar un medidor comunitario o pagar la luz. Pero dicen que es un barrio inundable que esto y que el otro. Pero la gente ya está rellenando las lagunillas y eso no lo hizo el gobierno. Yo creo que el Gobernador se sentó a esperar, bueno a ver que la gente haga. Porque ellos dicen vamos a mandar máquinas y esto y aquello y nunca mandaron nada. Acá vienen muchos políticos”. (Mónica, vecina del barrio, 11 de Julio de 2011)
‘Colgarse de la luz’ es la denominación que se le otorga a una práctica llevada a cabo comúnmente en esta zona –y en muchos otros lugares- y que se relaciona con la necesidad de obtención de recursos necesarios para su subsistencia. Consiste en la conexión de manera clandestina y por lo tanto ilegal, de servicios, como ser la energía eléctrica. Esta modalidad no se adapta a las regulaciones vigentes establecidas y por lo tanto no se encuentra autorizada por las empresas encargadas de la provisión de tales recursos. El modo en el que se autogestionaron, fue mediante la compra de los elementos necesarios para llevar a cabo tales conexiones, como ser cables (en el caso de la luz), caños (respecto al agua) y contratando a personas con conocimientos necesarios en electricidad y en la red de agua.
Las prácticas mencionadas anteriormente, se desarrollan al interior del barrio, pero también existen casos de acciones que se dan con el exterior del mismo. Éste se construye como un grupo social subalternizado, cuya voz no se escucha o no se quiere escuchar, donde la toma de la palabra está claramente condicionada y donde los espacios de comunicación se encuentran dominados por los grupos hegemónicos. Al tratarse de un grupo social que no tiene aquellos elementos para hacerse oír, debe buscar otras estrategias para denunciar sus carencias y para pedir ayuda para satisfacer sus necesidades. Un ejemplo, tiene que ver con las estrategias de comunicación, donde los medios de comunicación, se conforman como el instrumento que los vecinos emplearon para hacerse escuchar y como intermediario para llegar a las autoridades de gobierno a quienes se les pide soluciones, una práctica que la describen los propios vecinos:
“Yo me acuerdo que venían de la televisión, de canal 9, venían a hacer entrevistas (…) Venían por como vivíamos nomás, no habían inundaciones todavía, pero después dejaron de venir. Incluso el Intendente nos había prometido sobre el desagote de los pozos. Porque todos nos reunimos en la Legislatura, ese día estaban en campaña y ese día fuimos y hablamos nosotros, le recordamos para el tiempo que él andaba haciendo campaña para su candidatura y bueno, él dijo que si, que él se acordaba de nosotros, que no había problema, que él se iba a hacer cargo y después salió en la televisión diciendo que no, que no era así, que en realidad a todos nos tenía que mover”. (Rocío, vecina del barrio, 25 de Abril de 2012)
Se considera a las estrategias de comunicación como figuras del pensamiento relacionadas a las modalidades del hacer del colectivo común y fluido. Es decir como formas de dinámica social presentes en los vecinos del barrio, para poder pensar sus intereses, sus conflictos, sus oportunidades, en fin, pensarse a sí mismos (Massoni, 2007). Los vecinos por lo tanto, aprovechan cuando los medios se acercan al barrio, para recordar al gobierno acerca de las promesas realizadas en épocas de elecciones. Y para actualizar el pedido de solución de sus necesidades.
Tanto las prácticas, como las identidades y así como las formas de constitución del territorio, se legitiman a partir de las narrativas, ya que se encargan de dar nuevos sentidos al mundo y por ende a la realidad social. Se considera como narrativas dominantes a aquellas que logran configurarse no sólo como temas sino como agendas que marcan, definen, nombran y dan orden al conjunto de representaciones-discusiones, imaginarios - prácticas que le otorgan al presente un sentido y una dirección (Reguillo, 2007). En el caso del barrio, un ejemplo de narrativa posible, es la realización de aquellas prácticas llevadas a cabo por los vecinos, que están relacionadas con la representación que éstos tienen acerca del trabajo. Las actividades laborales de los integrantes de este barrio, por lo general están relacionadas con los oficios de soldar, la albañilería, la carpintería, lo cual permite decir que por un lado la representación que tienen los vecinos sobre el trabajo está en relación directa con las prácticas llevadas a cabo, mientras que son éstas, a la vez, las que hacen visibles tales representaciones.
El lugar donde se asientan las prácticas, son los territorios, es decir aquellos espacios donde los actores sociales transitan, habitan, donde se relacionan y por ende donde se generan los valores, las costumbres, las luchas por el poder. El territorio se relaciona con la experiencia que se despliega en él mismo, lo cual le da un sentido también simbólico. Se puede decir que el territorio se constituye como significante de la identidad (Ortíz, 1998: 49), ya que es en la territorialidad donde los actores sociales configuran sus relatos, donde se movilizan, donde estampan sus vivencias, por lo cual es posible decir que se genera una especie de extensión del cuerpo hacia el territorio, que modifica su modo de actuar, de pensar y de decir. El acercamiento al territorio permite dar cuenta de la realidad, problematizar los acontecimientos, reflexionar sobre ellos, es decir colaborar a la comprensión del tejido social, lo cual se relaciona con la forma en que los grupos sociales le dan sentido al lugar y en cómo es que lo construyen.
¿CÓMO ‘NOS’ ORGANIZAMOS?
Para dar cuenta de la organización y de las distintas relaciones sociales entabladas por los vecinos del barrio se parte de concebir ese espacio como un campo social de acción y de lucha. Tomando la teoría de los campos de Pierre Bourdieu (2006, 2007), se puede considerar al barrio Gauchito Gil como un campo, es decir como una trama de relaciones objetivas entre posiciones, las cuales se definen objetivamente en su existencia y en las determinaciones que imponen a sus ocupantes. Ese espacio social se encuentra ocupado por los vecinos como agentes ‘razonables (7)’ que compiten por una serie de recursos, de poderes (o capitales) en una especie de juego. Este juego se da en el barrio, donde los vecinos ponen en evidencia sus relaciones objetivas con las otras posiciones, ya sea con quienes se comparte dentro del campo mismo, como con quienes están fuera de él. Las posiciones estarían configuradas por los vecinos del barrio, los delegados del mismo y los vecinos de los barrios aledaños. Es así que se enfrentan diferentes fuerzas en un juego, donde los jugadores pueden jugar para aumentar o conservar su capital (sus casas por ejemplo) conforme a las reglas tácitas del juego (haber ingresado al barrio y permanecer en él luchando conjuntamente por mejores condiciones para el colectivo) y a las necesidades de la reproducción del juego. En el mismo se dan una serie de apuestas, las cuales pueden también tener como misión transformar, las reglas inmanentes del juego, por ejemplo que el gobierno los acepte como barrio, no los traslade y mejore sus condiciones de vida como ciudadanos.
Cabe mencionar que, más allá de que la teoría del sociológo francés fue pensada para el nivel simbólico, se entiende que lo simbólico y lo espacial se entraman en el territorio. Es decir que las oposiciones sociales objetivadas en el espacio físico (Bourdieu: 2007: 120) se reproducen en las mentalidades y en los cuerpos mediante el habitus (8). Estos actores son los vecinos, que circulan por tal espacio, delimitado espacial y simbólicamente, desarrollando sus prácticas cotidianas, es decir haciendo uso del mismo y extendiendo su corporeidad al territorio. Cada uno de esos actores ocupa posiciones diferenciadas, que dependen de las características de los mismos. En este sentido, se puede decir que estas personas ocupan espacios de poder diferenciados, que intentan mantener a través del uso de estrategias con probabilidades objetivadas.
En tal sentido, el barrio Gauchito Gil es el lugar donde los vecinos se interrelacionan, y donde a la vez luchan por obtener posiciones de poder cada vez mayores. El espacio por el que circulan está delimitado espacial y simbólicamente, desarrollando allí sus prácticas cotidianas, es decir haciendo uso del mismo y extendiendo allí indefectiblemente su corporeidad. Un ejemplo de funcionamiento del barrio como campo, se da en cuanto a la posición particular de algunos de los vecinos, que son delegados del mismo y por lo tanto cumplen con las funciones específicas de organización que se les demandan. Al efectuar esto, los delegados se definen como líderes, que el resto de los habitantes del barrio deben seguir, agradecer y reconocer. Es decir que si bien hay vecinos que no aprueban la representación de algunos de los delegados, éstos se han unido en numerosas ocasiones para pedir la resolución de sus necesidades como conjunto, por lo tanto se les debe reconocer sus esfuerzos, sus diligencias y a la vez se los debe apoyar en sus gestiones.
Se puede decir entonces, que las personas suelen ocupar espacios de poder diferenciados, que intentan mantener a través del uso de estrategias, como ser el caso de estos delegados, los cuales gestionan los recursos del barrio, mediante pedidos escritos y verbales, ante las autoridades provinciales y municipales. Un punto importante a considerar es que en un primer momento, desde el origen del barrio y durante el primer año aproximadamente, los delegados no fueron elegidos democráticamente a través de una votación por el conjunto de los vecinos, si no que más bien éstos se autonombraron como tales, forjando sus propios espacios de poder. Es decir que cómo se movilizaban estratégicamente y mostraban los resultados de sus gestiones (aunque en muchas ocasiones fueran pocos), es que no se los desplazó de su lugar de poder. En un segundo momento, a partir del 2011 y como consecuencia de la incorporación de más familias -lo que generó el crecimiento del barrio- algunos sectores que no contaban con delegados, deciden elegir a sus representantes. Es así que actualmente está dividido en 17 sectores distintos, cada uno con su propio delegado y sus propias lógicas de funcionamiento.
La noción de territorio es por lo tanto indisociable de las nociones de poder y dominio. Esto en el sentido de que las posiciones que se ocupan en el interior de un territorio, se vinculan con un juego de relaciones de poder, poder que se tiene y se concede (Foucault, 2002). Este juego se centra en la lucha por el dominio y la ocupación (material y simbólica) del espacio, por la demarcación del mismo bajo los principios de exclusión. Una forma de obtener ese dominio por parte de los vecinos, fue mediante medidas de fuerza, hecho que logra la atención de los medios de comunicación:
“Los vecinos piden la legalización de los terrenos que ocupan y la mejora de sus condiciones de vida. Unas cincuenta personas -en representación de 350 familias- cortaron el acceso al vertedero en horas de la mañana y luego, por el compromiso de los vecinos levantaron la medida de fuerza. Uno de los delegados del asentamiento expresó que el lunes se reunirán con funcionarios de Tierra y Hábitat para encontrar soluciones definitivas para el reclamo de los vecinos”. (Portal online www.notiexpress.com.ar, 22 de febrero de 2013).
De este modo, se logró un nuevo acercamiento con las autoridades de gobierno, con el objetivo de que se legalice el tema de los terrenos ocupados y se les otorgue a los vecinos, las escrituras de los mismos. Es decir, que el uso social del territorio permite el establecimiento de bordes, dentro de los cuales se diferencia por un lado a aquellos que se encuentran dentro de los bordes, o sea los actores familiarizados y por otro lado a quienes están fuera de los mismos, es decir a los que se reconoce como extranjeros. La distribución del poder es siempre desigual y depende del desarrollo de las capacidades de cada uno de los vecinos y de las vinculaciones, acuerdos, negociaciones y polémicas que se instauran. Un ejemplo es el poder que en un primer momento los delegados del barrio se adjudican como tales, en una posición superior al resto. Este poder, se les concede, cuando se observan los resultados que obtienen a partir de las gestiones realizadas. El dominio se vincula directamente con la desigual distribución del capital entre los individuos y los grupos. Los vecinos que tienen mayor tiempo en el barrio, sostienen que tienen más derechos que aquellos que se instalaron luego, lo que coincide con el tamaño de los terrenos. Se puede decir entonces que quien tiene el dominio sobre el suelo, o sobre la mayor cantidad de éste, tiene también un cierto grado de poder sobre quienes no lo tienen. Se evidencia así un juego constante por la obtención de diferentes niveles de poder.
El barrio además de ser un espacio de interacción, es dónde se fija su hábitat, donde los sujetos se relacionan con el otro como ser social, es donde se comparten costumbres recíprocas derivadas de la vecindad, lugar de los procesos de reconocimiento –de identificación-, de proximidad y de coexistencia concreta sobre un mismo territorio urbano (Mayol, 1999: 8-12). Es decir que el barrio es el lugar, parte del espacio de la ciudad, en el cual, los ciudadanos se reconocen como integrantes de un grupo social, es allí donde se despliega su existencia y se apropian de su espacio como lugar de la vida ordinaria. El barrio se puede concebir entonces como una realidad espacial, administrativa y social en la cual se tienen en cuenta el habitar y el convivir. Pero a la vez esos modos de habitar y convivir, se pueden identificar como ‘realidades caóticas (9)’ (Gravano, 2003: 11), donde la toma de decisiones implica desconfiar de los intereses de unos y otros, donde se instala el conflicto por significar lo que es propio de uno, ajeno y común a todos. En tal sentido el barrio es también para el ciudadano una porción conocida del espacio urbano en la que se sabe reconocido, donde se insinúa poco a poco un espacio privado particularizado debido al uso práctico cotidiano de este lugar.
El barrio, por ende, es para los vecinos un espacio propio, de protección, de lucha, de unión, donde desarrollan su vida y al cual le otorgan un significado. Es decir el lugar de desenvolvimiento de las prácticas sociales, como expresiones de la interacción entre los actores, además el lugar donde se dan sus prácticas comunicativas y donde se hacen evidentes los aspectos culturales, propios de la vida cotidiana de los mismos. Se hace necesario así, poder cuestionar y problematizar esa cotidianeidad, a partir de la ubicación en el espacio. El espacio es el lugar donde se deben atravesar situaciones claves. Se convierte en resguardo de lo propio, permite construir un ‘nosotros’ que se diferencia de un ‘ellos’, es decir que se da un desplazamiento del ‘yo’ al ‘nosotros’, lo que da cuenta de la construcción de la vida colectiva y por ende de su relato identitario. Se va construyendo así un ‘aquí’, un lugar de origen, de pertenencia, un espacio de referencia de experiencias, que a la vez se conforma como un espacio simbólico de resistencia.
CONSIDERACIONES FINALES
Luego de haber realizado una investigación exhaustiva en la zona sudeste de la ciudad de Salta, de haber analizado las condiciones de vida, sus problemáticas, características y por ende el contexto de origen del barrio Gauchito Gil, como asentamiento, es que se puede comenzar a comprender el funcionamiento y hacer unos primeros apuntes acerca de la organización de la ciudad en general. En los últimos años se han venido produciendo cambios en la estructura barrial de la ciudad, que ha hecho que surgieran muchos asentamientos y villas, originadas por la necesidad de muchas familias, que debido a la falta de vivienda, se asentaron en terrenos, cuyas condiciones físicas los hacían inhabitables. Es de este modo que estos grupos sociales se ven constantemente atravesados por condiciones de precariedad, de inestabilidad y contingencia lo que lleva a que se reconfigure constantemente el espacio urbano de la ciudad y haya que estudiarlo en cada una de las coyunturas.
Todos los elementos mencionados y analizados anteriormente permitieron acercar algunas explicaciones sobre cómo desde el inicio del barrio Gauchito Gil, como un asentamiento, se fue desarrollando el proceso de construcción de su identidad. Se pudo analizar la influencia de las representaciones sociales presentes, a partir de la identificación de las prácticas de los vecinos del mismo, asentadas en un territorio específico ocupado y apropiado, que es protegido. Así, se pudieron describir los juegos de poder existentes y las maneras de autogestionar sus recursos. Se hizo hincapié en las representaciones de los medios de comunicación, además del desarrollo de diversas estrategias, entre ellas, las comunicacionales, que permitieron desentramar el sentido y la importancia que le dan a la conformación de su identidad barrial.
El relato del barrio Gauchito Gil que va constituyendo su historia, se inició en el año 2009, fue elaborándose paulatinamente y de manera compartida, a pesar de las diferencias surgidas entre los vecinos y con los ‘otros’. Estos ‘otros’ configurados tanto por las autoridades de gobierno, como por los medios de comunicación, los que en variadas oportunidades, ayudaron a conformar un relato negativo. A partir del mismo, los actores sociales, se hicieron protagonistas de su propia realidad, actuando sobre ella, edificando ese relato, que siempre está en proceso y que se seguirá construyendo por lo que la investigación merece seguirse en pos de lograr una percepción cada vez más compleja de dichos procesos.
Es así que este trabajo es un aporte a la comprensión y la visibilidad acerca del funcionamiento y la organización de la ciudad en general. De esta manera se contribuye al estudio de la constitución de barrios marginales en Salta, en vinculación a la construcción de la identidad colectiva y en relación al funcionamiento de las representaciones sociales. Y por otro lado, se pudo reflexionar sobre el rol de la comunicación en problemáticas de pertinencia actual y local.
Los vecinos han luchado y siguen luchando para construir una identidad basada en la cohesión, donde se unen para poder solucionar problemas, como ser la ausencia de servicios, de recursos necesarios para una vida digna, la falta de medición de los terrenos ocupados, entre muchos otros aspectos de su realidad que siguen siendo postergados. La pobreza es un factor clave de su existencia como grupo social, se ve a la pobreza extrema como una especie de tragedia propia de la cotidianeidad de estas familias, que conlleva a una exclusión casi inevitable, que los atrapa en un juego perverso de sobrevivencia (Reguillo, 2001). La lucha es diaria, al igual que la invisibilidad y la marginación a las cuales se encuentran sometidos, pero que se conforman como motores de fuerza, que les siguen dando el empuje para seguir resistiendo.
NOTAS
1) Se considera a la estigmatización como una condición que se le atribuye a ciertas personas o grupos sociales, lo cual conduce a que éstos sean considerados como parte de una categoría social con rasgos netamente negativos. Por ende quien es estigmatizado, es considerado como inferior.
2) El Vertedero San Javier es un basural ubicado en la zona sudeste de la ciudad de Salta, en el cual se depositan los residuos recolectados de todos los hogares del municipio capitalino.
3) La Subsecretaría de Tierra y Hábitat depende de la Coordinación de Tierras y Bienes Patrimoniales del Ministerio de Economía, Infraestructura y Servicios Públicos. Es un organismo estatal, que tiene como función el manejo de las tierras fiscales, regularizando y escriturando las viviendas.
4) El término pobreza extrema ha sido acuñado por el Banco Mundial y hace referencia a los habitantes del planeta cuyos ingresos por día son menores a US$1, lo cual significa vivir en el límite de la subsistencia. Se considera como el estado más severo de pobreza, ya que estas personas no pueden dar solución a sus necesidades mínimas para vivir como ser la alimentación, el agua potable, una vivienda, salud, y educación. Disponible en: http://datos.bancomundial.org/noticias/extrema_pobreza_sigue_bajando).
5) El Diario El Tribuno de Salta fue creado en junio del año 1949. En ese momento, los principales accionistas eran Jaime Durán Emilio Espelta, Ricardo Durán y el Partido Peronista. Sus objetivos se enunciaban como: “El bienestar del pueblo y el unir y la grandeza de la Patria” (Fuente: Diario El Tribuno Edición Especial “50 años del Diario El Tribuno”, 2000). En la actualidad se ha contrapuesto a las políticas del actual gobernador Urtubey, quien se encuentra en “línea” del gobierno nacional encabezado por la Presidenta Fernández de Kirchner. En el junio de 2011 el diario denuncia al gobernador ante ADEPA (Asociación de Entidades Periodísticas de la Argentina) por supuestos agravios lo que originó un informe sobre la libertad de prensa. (Fuente: http://www.eltribuno.info/salta/64791-Urtubey-todavia-no-le-respondio-a-Adepa.note.aspx).
6) El Gauchito Gil es una figura religiosa, objeto de devoción popular en la Argentina. Su basamento histórico está centrado en la persona del gaucho Antonio Mamerto Gil Núñez, quien nació en Corrientes, en Pay Ubre, cerca de Mercedes, aproximadamente alrededor de 1840 y fue asesinado el 8 de enero de 1878 a unos pocos kilómetros de Mercedes. Existen varias versiones acerca de su historia.
7) Bourdieu sostiene que los agentes sociales no son ‘racionales’, pero tampoco ‘irracionales’, sino más bien ‘razonables’, es decir sin ser el producto de un designio razonado ni, con más razón, de un cálculo racional (Bourdieu: 2007, 83).
8) Se comprende al habitus como sistemas de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras estructuradas predispuestas a funcionar como estructuras estructurantes, es decir, como principios generadores y organizadores de prácticas y de representaciones (Bourdieu, 2007: 86) a partir de los cuales los sujetos perciben el mundo y actúan en él.
9) Ariel Gravano define a los barrios como ‘realidades caóticas’, es decir como un espacio de luchas, confrontaciones, de disputas, propios del orden urbano y de la transformación social (Gravano, 2003: 11).
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