DOSSIER
Ensayo de clasificación funcional sobre alfarería arqueológica del sector central de la Puna de Jujuy (Siglos X al XV). Una aplicación de la metodología desarrollada por Karina Menacho
(A functional classification essay on archaeological pottery of the central sector of the Puna of Jujuy (centuries X a XV). An application of the methodology developed by Karina Menacho)
María Amalia Zaburlín*
Recibido el 20/12/18
Aceptado el 27/06/19
* Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales – Universidad Nacional de Jujuy Centro Regional de Estudios Arqueológicos FHyCS-UNJu - Otero 262 - CP 4600 - San Salvador de Jujuy – Jujuy - Argentina Correo Electrónico:mzaburlin@yahoo.com
Resumen
Se presenta la aplicación de un método de clasificación funcional para vasijas cerámicas que fue desarrollado por Karina Menacho. El caso de estudio corresponde a un análisis de conjuntos alfareros provenientes de sociedades que se desarrollaron en la Cuenca del Guayatayoc Miraflores (Jujuy) entre los siglos X al XV. La metodología permite comparar sistemáticamente los componentes cerámicos de los periodos Formativo Final y Desarrollos Regionales I y II. Se exponen los alcances y limitaciones del método empleado.
Palabras Clave: Cerámica; Arqueología; Clasificación Funcional; Puna.
Abstract
This work presents the application of a functional classification method for ceramic vessels that was developed by Karina Menacho. The case study corresponds to an analysis of ceramic assemblage from societies that developed in the Guayatayoc Miraflores Basin (Jujuy) between the 10th and 15th centuries. The methodology allows to systematically compare the ceramic components of the Final Formative and Regional Developments I and II periods. The scope and limitations of the method used are explained.
Keywords: Pottery; Archeology; Functional Classification; Puna.
Introducción
El objetivo de este artículo es demostrar la utilidad de un método de análisis funcional para alfarería arqueológica desarrollado por Karina Menacho, cuyo aporte principal es que posibilita sistematizar datos sobre la función de grupos numerosos de piezas, superando el estudio de ejemplares individuales.
Se debe recalcar que la aplicación de esta metodología va más allá del nivel descriptivo, facilitando la comparación de los conjuntos alfareros en sus características morfológicas y decorativas enmarcados en los aspectos funcionales. De esta forma se puede estudiar la variabilidad presente al interior de un conjunto cerámico así como también realizar comparaciones sistemáticas con alfarería proveniente de otras regiones o entre diferentes periodos cronológicos.
Al trabajar con muestras numerosas, los investigadores nunca disponen de todas las piezas enteras sobre su mesa, lo más probable es que cuenten con registros de colecciones volcados en bases de datos acompañados por imágenes, todos guardados en el ordenador. Durante el registro y análisis es común que se identifiquen sutiles diferencias entre los ejemplares que integran un mismo tipo, las cuales muchas veces son adjudicadas a la “mano del artesano”. Es decir se considera a priori que la variabilidad intrínseca dentro de un tipo politético (Clarke, 1984) tiene su explicación en las características de la producción cerámica no estandarizada propia de una escala doméstica. El método desarrollado por K. Menacho permite identificar estos aspectos de la variabilidad y discriminarlos entre rasgos casuales y atributos funcionales intencionales.
Otra ventaja de esta propuesta metodológica consiste en que permite realizar una evaluación diagnóstica sobre la representatividad de la muestra estudiada. Esto permite trabajar con colecciones depositadas en museos y evaluar si pueden ser utilizadas como muestras representativas del repertorio completo de las piezas que conforman el “componente alfarero” de un periodo dado (siguiendo la definición de Nielsen, 2007:235).
En las últimas décadas, los estudios sobre alfarería arqueológica consideran que los aspectos visuales, tecnológicos y funcionales tienen relación con la participación de las piezas cerámicas en ámbitos vinculados con las normas culturales para la reproducción de poder, la representación identitaria y también con la cohesión ideológica (Bugliani, 2006; Nielsen, 2006 entre otros). El método desarrollado por K. Menacho se adecua a estos objetivos ya que la lógica clasificatoria se organiza en base a categorías funcionales, entre las cuales se puede discriminar, por ejemplo, cuáles subconjuntos son portadores de decoración o de alguna tecnología específica y evaluar su contexto espacial o analizar la distribución diferencial al interior de un grupo social.
En cuanto a la comparación entre conjuntos diferentes (ya sea cronológica o espacialmente) este método ayuda a evaluar las similitudes y diferencias entre piezas incluidas en una misma categoría funcional, lo cual permite identificar las soluciones estéticas y tecnológicas de cada sociedad frente a un mismo problema (por ejemplo el almacenaje). Esto posibilita identificar los atributos de origen étnico tanto en los aspectos visibles de forma y decoración como en los aspectos tecnológicos de manufactura de las piezas. Con este método son fácilmente reconocibles los contornos o formas únicas destinadas a funciones específicas que pueden no ser compartidas entre tradiciones alfareras diferentes.
Para demostrar los alcances del método presento su aplicación a un caso de estudio sobre la alfarería arqueológica proveniente del sector central de la puna jujeña entre los siglos X al XIV .
Caso de Estudio
Clasificación funcional aplicada al conjunto alfarero de la Cuenca Guayatayoc-Miraflores
El área de estudio comprende el sector central de la Puna Jujeña que corresponde a la Cuenca de Guayatayoc- Miraflores (66ºS y 23ºW), región limitada por las serranías de Casabindo al oeste, hacia el este por las serranías del Aguilar y Tres Cruces, por el Sur se encuentra la cuenca de las Salinas Grandes y hacia el Norte la cuenca de la Laguna de Pozuelos (Figura 1). Corresponde al área donde se asentaban las sociedades denominadas Casabindo-Cochinoca durante el período colonial (Krapovickas, 1978).
Se trata de un área con una altitud que supera los 3500 msnm con condiciones ambientales de baja pluviosidad (Albeck, 1993). La ocupación humana se evidencia en la región desde el 3000 AC (Angiorama, 2011:127) y la presencia de producción alfarera aproximadamente desde el 200 AC (Fernandez Distel, 1998). Sin embargo, recién se cuenta con datos suficientes para aplicar este método de clasificación funcional con los conjuntos alfareros correspondientes al Formativo final.
La secuencia cronológica y seriación cerámica del área de estudio se estructuró en base a los fechados obtenidos en el sitio de Agua Caliente de Rachaite (Alfaro de Lanzone, 1988), los sitios del área de Casabindo1 y Santa Ana de Abralaite (Albeck y Zaburlín, 2008; Zaburlín, 2015). Las dataciones se ordenaron en 5 bloques temporales (Cuadro 1), siguiendo los periodos definidos para la Quebrada de Humahuaca por Nielsen (2001 y 2007) ya que comparten los elementos cerámicos diagnósticos, aunque, por el momento, los fechados presentan algunas diferencias entre ambas regiones.
Figura 1. Cuenca Guayatayoc–Miraflores. Destacados los sitios con dataciones radiocarbónicas utilizados para este análisis.
Cuadro 1. Periodización para la región de la puna central. Autoría: María Amalia Zaburlín
PERIODO (Nielsen 2001/2007) |
Rango cronológico en cuenca Guayatayoc- Miraflores |
Periodo Inkaico (1430-1536 AD) |
1400 a 1536 AD |
Desarrollos Regionales II (1200-1430 AD) |
1150 a 1492 AD |
Desarrollos Regionales I (900-1200 AD) |
1000 a 1220 AD |
Formativo Tardío (700-900 AD) |
980 a 1140 AD |
La muestra analizada se compone de un total de 404 vasijas enteras y/o fragmentadas con el contorno completo y proceden de 25 sitios distribuidos en la región. Se registraron 49 ejemplares provenientes de trabajos de excavación y recolección de superficie realizados por el equipo dirigido por M.E. Albeck2; 108 piezas resguardadas en el Museo Eduardo Casanova- Centro Universitario Tilcara y 142 del Museo Etnográfico Juan Bautista Ambrosetti3. Además de 15 piezas provenientes del sitio de Tabladitas de una colección privada de la familia Ovando en Jujuy.
Por último, se realizó un fichado sistemático de todas las piezas con datos suficientes en publicaciones sobre arqueología de la Puna (se obviaron aquellas que habían sido identificadas previamente en las colecciones) obteniéndose un registro de 90 piezas publicadas entre los años 1904 y 2013.
Metodología
El método de clasificación desarrollado por Menacho se estructura considerando la función primaria o “intended technofunction” (Skibo, 1992:38). Este aspecto puede ser criticado, ya que las vasijas cerámicas son contenedores utilizados durante su vida útil en diversas formas, por lo tanto es importante aclarar una de las limitaciones de este método en particular: no es aplicable en la identificación de usos específicos, para lo cual existen estrategias sumamente productivas como análisis de microrestos vegetales o análisis de ácidos grasos, entre otros. Para el caso de estudio de la alfarería arqueológica puneña resultó más operativo trabajar sobre la función primaria para construir una clasificación comprensiva del conjunto cerámico local, buscando sus variaciones en el tiempo.
Con los datos de las 404 piezas cerámicas se confeccionó un sistema de registro de medidas, morfología y variabilidad de diseños decorativos (Sheppard, 1954; Plog, 1980; Rice, 1987; Balfet et al., 1992), con los mismos se elaboraron bases de datos y un relevamiento fotográfico, a partir de lo cual el proceso de clasificación se organizó en tres etapas:
1-Siguiendo la propuesta de Balfet et al. (1992) se realizó una clasificación morfológica donde se estableció un repertorio con 38 Tipos Morfológicos (TM de aquí en adelante) (Figura 2)4.
2-Se elaboró una propuesta de seriación cerámica mediante la identificación de variedades formales y decorativas asociadas a contextos con dataciones radiocarbónicas (Zaburlín, 2015). Para la misma se definieron los “componentes cerámicos” para cada periodo cronológico (Nielsen, 2001:235). En el presente escrito solamente se exponen los resultados en el análisis del Periodo Formativo Tardío y Periodo de Desarrollos Regionales I y II, quedando fuera de análisis el material del Periodo Inkaico.
Figura 2. Tipos morfológicos de la cerámica arqueológica procedente de la Cuenca Guayatayoc-Miraflores.
3-Se aplicó el método desarrollado por K. Menacho (2011 ms) para la clasificación funcional. El núcleo principal de este sistema clasificatorio lo conforman las Propiedades que rigen la función, consisten en las características morfológicas que afectan de un modo positivo o negativo la participación de una vasija en determinadas tareas, articulando los atributos formales y dimensionales. Estas Propiedades son: Profundidad (= altura / diámetro máximo), Apertura (= diámetro de la abertura / diámetro máximo) y Tamaño (= volumen en litros). Para seguir los pasos indicados en los manuscritos de Menacho, se utilizaron las bases de datos elaboradas con atributos cuantitativos de las piezas de Puna, aplicando las fórmulas indicadas para cada categoría funcional (ver síntesis en Cuadro 2 y también el escrito de Menacho en este mismo volumen).
3.1- En primer lugar se realizaron cálculos indicados para obtener Profundidad y Apertura utilizando las medidas de altura (H), diámetro máximo (DM) y diámetro de abertura (DA). Siguiendo los límites marcados para cada índice se consiguió el objetivo de discriminar clases y categoría funcionales amplias: Accesibles (Plato, Escudilla, Cuenco, Fuente o Poroña) y Contenedores (Vaso, Vasija de boca ancha, Cántaro y Botella).
Cuadro 2. Clases y Categorías funcionales. Autoría: María Amalia Zaburlín
Clases |
Accesibles |
Contenedores |
||||||
Categorías funcionales amplias |
Plato |
Escudilla |
Cuenco |
Fuente o Poroña |
Vaso |
Vasija de boca ancha |
Cántaro |
Botella |
3.2- Para diferenciar los rangos de Tamaños se usaron los registros sobre capacidad. Es necesario aclarar que para obtener el cálculo de capacidad en litros se utilizaron algunas de las piezas enteras que se encontraban en el laboratorio, se las cubrió con un plástico y se las fue llenando con agua con un jarro medidor. Se tomaron distintas lecturas de capacidad hasta la base del cuello y hasta el borde. Estas mediciones se utilizaron como referencia para controlar la eficacia de las diversas fórmulas para cálculo de volumen aproximado propuestas por Rice (1987:221). Luego de probar varias fórmulas se decidió aplicar una de las más simples que a su vez era la que menos margen de error presentaba5, esta fórmula considera toda la pieza como si fuese una elipse sin distinguir el cuello:
V= 4/3πabc
a= altura (altura total de la pieza)
b= radio del diámetro máximo (tomado sobre el ecuador)
c= radio del diámetro mínimo (tomado en la base)
Se aplicó esta fórmula a todas las piezas que contaban con los datos suficientes, considerando el valor de volumen como aproximado.
En las bases de datos se marcaron líneas divisorias para discriminar entre los cinco rangos establecidos: I miniaturas; II Individuales; III transportables durante el uso; IV fijas durante el uso; V Inmóviles. Se incorporaron los datos de diámetro indicado para las piezas accesibles de los Tamaños II y III.
3.3- Una vez definidas las clases, categorías funcionales amplias y rangos de tamaños se controlaron los registros sobre huellas de uso y atributos morfológicos con función específica que presentan las piezas (es decir, presencia de elementos como pico, una sola asa, etc.).
Cuadro 3. Clases, categorías funcionales amplias y rangos de tamaño. (tomado de Menacho 2011 ms)
CLASE y Categorías Funcionales Amplias |
PROFUNDIDAD |
APERTURA |
RANGOS DE TAMAÑO |
|||||
I |
II |
III |
IV |
V |
||||
H/DM |
DA/DM |
Menos de 0,25 l |
Entre 0,25 y 1 l |
Entre 1 y 5 l |
Entre 15 y 100 l |
más de 100 l |
||
1 |
ACCESIBLES |
hasta 0.8 |
- |
|
hasta 20 cm de DA |
Más 20 cm DA |
|
|
1.1 |
Plato |
hasta 0.3 |
- |
X |
X |
|
|
|
1.2 |
Escudilla |
entre 0.31 y 0.55 |
- |
X |
X |
|
|
|
1.3 |
Cuenco |
entre 0.56 y 0.8 |
- |
X |
X |
|
|
|
1.4 |
Fuente o Poroña |
entre 0.31 y 0.8 |
- |
- |
|
X |
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2 |
CONTENEDORES |
Mayor que 0.8 |
|
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2.1 |
Vaso |
|
Mayor que 0.8 |
X |
X |
|
|
|
2.2 |
Vasija de boca ancha |
|
Mayor que 0.8 |
|
|
X |
X |
|
2.3 |
Cántaro |
|
entre 0.41 y 0.8 |
X |
X |
X |
X |
X |
2.4 |
Botella |
|
hasta 0.4 |
X |
X |
X |
X |
|
3 |
Otros usos |
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Clasificación funcional de la cerámica arqueológica de la Cuenca del Guayatayoc-Miraflores
A continuación se expone una síntesis de los resultados generados a partir de la aplicación de este método de clasificación funcional. El mismo se presenta desglosando los componentes cerámicos correspondientes a los periodos Formativo Tardío, Desarrollos Regionales I y II, para cada uno se expone de manera gráfica la síntesis de clasificación.
Siguiendo las recomendaciones de K. Menacho se delimitaron conjuntos de vasijas que pueden asociarse con actividades relativamente discretas:
• consumo individual de sólidos y líquidos (Tamaño II)
• servicio o consumo de sólidos y líquidos compartidos socialmente (Tamaño III)
• procesamiento de alimentos (sólidos y líquidos) (Tamaño III)
• almacenamiento (sólidos y líquidos) (Tamaño III , IV y V)
• hilado (Tamaño II)
• rituales domésticos y funerarios (Tamaño I y II)
Formativo Tardío (980 – 1140 AD)
Para este periodo la información es exigua, ya que se cuenta con pocas piezas enteras. Se utilizaron los fragmentos con atributos morfológicos reconocibles y que presentaran la posibilidad de medir los diámetros de abertura, en tanto la reconstrucción del perfil de las vasijas se apoyó en las piezas enteras publicadas para la Quebrada de Humahuaca (Figura 3).
Figura 3. Clasificación funcional de piezas cerámicas del Periodo Formativo
Tamaño II – El conjunto de piezas portadoras de decoración se concentra en este rango de tamaño, conformado por los vasos y las escudillas en todas sus variedades. Los tratamientos de superficie pulidos y diseños decorativos bi y tricolor corresponden a la tradición Alfarcito (definida por Madrazo, 1969).
Asociadas con la actividad de consumo individual de alimentos sólidos y líquidos como guisos y sopas, se consideran las escudillas de contorno troncocónico y subesférico (TM 17.1 y 17.3). Las piezas asociadas con el consumo individual de líquidos serían las Vasijas esféricas muy restringidas (TM 27) y los Vasos altos (TM 18.1 y 18.2.). Algunos ejemplares de vasos se ubican en el límite entre los rangos de Tamaño II y III, lo que también lleva a considerar la posibilidad de que los vasos más grandes podrían haber participado en actividades vinculadas con la contención y el servicio de bebidas para varias personas.
Tamaño III – Las piezas ubicadas en este rango de tamaño se asocian con el Procesamiento de alimentos. Se trata de fragmentos de Vasijas de boca ancha donde la abertura permite acceder al contenido durante la preparación de alimentos.
Tamaño IV – Los fragmentos registrados indicarían la presencia de piezas inmóviles durante el uso y con posibilidad de traslado estando vacías, las mismas estarían asociadas con actividades de preparación de alimentos y almacenaje. Destaca la presencia de grandes Vasijas tubulares, que podrían incluirse en el rango de Tamaño V, es decir aquellas que quedarían fijas incluso estando vacías, ante el riesgo de fracturarse.
Si bien la información para este periodo todavía es escasa, se observa que los conjuntos representados se pueden asociar con actividades de consumo de líquidos y sólidos, preparación de alimentos y almacenaje. En tanto la decoración se presenta preferencialmente en las piezas móviles, aptas para el consumo individual.
Se debe destacar que las vasijas esféricas muy restringidas y las grandes ollas tubulares no se registran en la región durante los periodos posteriores.
Periodo de Desarrollos Regionales I (1000 – 1220 AD)
Para este periodo se cuenta con algunas piezas enteras provenientes de colecciones y también con fragmentos que presentan atributos reconocibles.
Figura 4. Clasificación funcional de piezas cerámicas del PDRI.
Tamaño I – Se registra por primera vez la presencia de piezas muy pequeñas o miniaturas, se trata de pequeños vasos (TM 18.4.1) con una capacidad menor a ¼ de litro. Para K. Menacho (2011 ms), este tipo de ejemplares podrían relacionarse con actividades rituales más que con funciones de consumo individual.
Tamaño II – en este rango de tamaño se ubican los Vasos, que serían adecuados para el consumo individual de líquidos. A diferencia con el periodo anterior, estos vasos son más pequeños y tienen contornos con cintura (TM 18.2 y subvariedades). También se registran Escudillas que estarían asociadas al consumo individual de líquidos y sólidos. Además de las variedades presentes desde el periodo anterior (TM 17.1 y 17.3) se suman las piezas con agregados antropomorfos en el borde (TM 17.1.1).
Los Cántaros (TM 5.2 y 8.1) se asociarían con actividades de preparación y distribución de alimento y bebidas, en este conjunto se distingue la presencia de jarras (TM 37) que implicarían la manipulación de elementos líquidos.
Tamaño III y IV – Las piezas que integran esta categoría se asociarían con el procesamiento de alimentos y almacenaje, se trata de Cántaros de mayores dimensiones que pueden vincularse con manipulación de alimentos en volúmenes importantes.
Sintetizando, durante el Periodo de Desarrollos Regionales I se observa el desarrollo de subvariedades de tipos morfológicos preexistentes. De manera similar al Periodo anterior, la mayor cantidad de piezas decoradas se concentra en el rango de tamaño II en piezas móviles de uso individual. Los diseños para este periodo son aquellos conocidos como de tradición Isla (con chevrones y reticulados varios ver Nielsen, 1997 y 2007) y Peñas Blancas Tricolor (Deambrosis y De Lorenzi, 1975).
Periodo de Desarrollos Regionales II (1150-1490 AD)
Para este periodo se cuenta con un incremento en cantidad y calidad de información. En cuanto a los conjuntos es notorio el reemplazo de tipos morfológicos nuevos en las categorías funcionales identificadas para los periodos anteriores (Figura 5).
Figura 5. Clasificación funcional de piezas cerámicas del PDRII.
Tamaño I – En este rango de tamaño se registran diversas categorías funcionales vinculadas con actividades de consumo de alimentos como las pequeñas escudillas (TM 17.3) y piezas miniaturas, probablemente rituales.
Las miniaturas de cántaros (TM 20.2 y 20.4), son pequeñas representaciones de piezas más grandes y presentan atributos funcionales que no corresponden a su capacidad. Su función podría homologarse con la de juguetes, pero hasta el momento solamente se las registró en tumbas, por lo tanto se propone una vinculación con rituales funerarios.
Tamaño II – En este rango se manifiestan tipos morfológicos novedosos que se vincularían con actividades productivas, conductas rituales y consumo de alimentos.
Para el consumo de líquidos y sólidos se registran escudillas y cuencos (TM 17 y subvariedades), pocos ejemplares presentan decoración pintada, la mayoría tiene tratamiento Interior negro pulido y el exterior tosco o con baños de tonos rojizos. También se registra un tipo morfológico nuevo, los Platos (TM 24), este tipo de pieza es apropiado para el consumo individual de sólidos.
Vinculadas con el servicio y consumo individual de líquidos se cuenta con formas rotundamente diferentes a los de los periodos anteriores: dos tipos de Vasos (TM 10 y 14), Tazas con asa lateral prolongada hacia arriba (TM 16), Cántaros con cuellos estrechos de (TM 2.1, TM 8) y Botellas (TM 32,33 y 34).
Las piezas vinculadas con aspectos rituales son las vasijas zoomorfas que representan camélidos (TM 21). Sus atributos funcionales - boca estrecha y capacidad menor a 250 cm3- las hacen apropiadas para la manipulación de contenidos líquidos siendo aptas para el consumo individual o para realizar libaciones (Menacho 2007). Estas piezas conforman la principal representación zoomorfa en cerámica, se ha planteado que estarían vinculadas simbólicamente con la producción pastoril en el contexto de prácticas ceremoniales domésticas y funerarias (Zaburlín, 2015 y 2016)6.
Por último se identifican dos tipos morfológicos asociados con actividades de producción textil, estos son los Vasos chatos (TM 19) y los Platos con asa en su interior (TM 25). Los vasos chatos o vasitos de hilandera son pequeños vasos rectos, la mayoría de los cuales presentan huellas de uso en forma de oquedades en la superficie interna de la base. La función propuesta es que habrían sido utilizados como contenedores para hacer girar el huso en la fase de hilado (Krapovickas, 1958-1959).
La hipótesis sobre la función de los platos con asa en su interior o bowl de hilar fue propuesta por Alfaro de Lanzone (1988:94), consistiría en contener uno o más ovillos, usando el asa para separar los hilos. Este instrumento podría participar en dos momentos del proceso de producción textil: durante la fase del hilado, ya que es funcional para realizar el retorcido utilizando uno o más hilos, o también durante la fase de tejido.
Tamaño III - Asociados con la actividad de servir elementos sólidos o líquidos para grupos de personas se encuentran los ejemplares más grandes de escudillas (TM 17.1, 17.2 y17.3). Hay que remarcar que estas piezas no superan los 3 litros de capacidad, por lo tanto se encuentran en el límite inferior de la categoría “fuente”.
Asociadas con el procesamiento de líquidos, se registra una amplia variabilidad de botellas. Estas incluyen los ejemplares con cuello más angosto dentro de las vasijas de cuello convexo (TM 2.1), botellas esféricas en todas sus variedades de asas (TM 12.1; 12.1.1; 12.2 y 12.3, 32.2 y 33) y jarras (TM 15 y 36.1).
Vinculadas con la actividad de contener durante el procesamiento y para servir se encuentran las Vasijas de Boca ancha, que son contenedores profundos y con mucha apertura, lo cual permite manipular el contendido con comodidad (TM 2.1, 7.1 y 14).
Relacionados con las actividades de procesamiento de alimentos y almacenaje en bajas cantidades se encuentran los Cántaros, conjunto en el que se observa la repetición los tipos morfológicos de otros grupos funcionales: los ejemplares más grandes de TM 14, los medianos de TM 2.1 y las variedades con cuello más amplio de TM 32.1. Además se registran los tipos morfológicos de vasijas con cuello (1.4 y 5.1). El conjunto de estas piezas presenta bases amplias en relación con el diámetro máximo, siendo vasijas bastante estables. No se encontraron huellas de exposición al fuego en la muestra estudiada.
Tamaños IV y V - Las vasijas ubicadas dentro de los rangos de Tamaño IV y V son exclusivamente Cántaros y estarían vinculados con actividades de almacenaje. El rango de Tamaño IV abarca las piezas sin movilidad durante el uso, ya que son muy pesadas o corren riesgo de romperse si se trasladan estando llenas. En tanto aquellas incluidas en la categoría de Tamaño V serían piezas que no tienen movilidad incluso estando vacías.
Menacho (2011 ms) plantea que el límite entre ambas categorías serían los 100 litros, sin embargo una de las características de la alfarería de la cuenca del Guayatayoc-Miraflores es que presentan paredes muy finas que no sobrepasan los 0,8 cm de espesor, incluyendo los ejemplares más grandes con alturas cercanas al metro y con una capacidad aproximada de 70 litros. Esto las convierte en piezas sumamente frágiles incluso estando vacías, ante lo cual se decidió incluir estas piezas en el rango de Tamaño V con movilidad restringida. Otra característica de los cántaros ubicados en estos conjuntos funcionales es que tienen bases pequeñas en relación al diámetro máximo, esto facilita la acción de volcar para acceder a su contenido.
En síntesis, en el componente cerámico del PDRII se observa la presencia de piezas que mantienen sus atributos morfológicos aunque varíen sus atributos funcionales, esto se registra principalmente en los vasos subcilíndricos de contorno compuesto (TM 14) y las vasijas de cuello convexo (TM 2 y sub variedades).
La muestra de vasos – TM 14- está conformada por 9 ejemplares que presentan una variabilidad en dimensiones que abarca desde 9 a 23 cm de altura con una capacidad aproximada que varía entre 0,15 y 1,5 l. Esto significa que las piezas más pequeñas son para uso individual y pueden asirse y manipularse con una sola mano. En cambio los ejemplares más grandes son piezas apropiadas para la contención y servicio en cantidades mayores, para su manipulación sería necesario utilizar las dos manos y quizás también emplear un elemento similar a un cucharón para acceder a su contenido.
Por otra parte, la muestra de vasijas de cuello convexo (TM 2) consta de 19 ejemplares, que presentan una variabilidad en dimensiones que abarca entre 16 a 62 cm de altura, con una capacidad que varía entre 1 y 35 l. Los ejemplares más pequeños tienen aberturas estrechas que los condicionan para la manipulación de elementos líquidos. En tanto aquellas piezas ubicadas en el rango de Tamaño III (entre 1 a 15 l) presentan cuellos con diámetros tan variados que pueden participar de categorías disímiles como Botella para manipulación de líquidos, Vasija de boca Ancha para manipulación del contenido y Cántaros apropiados para almacenaje. Por último, las piezas más grandes en los rangos de tamaño IV y V se incluyen solamente en la categoría Cántaros.
En cuanto a la decoración, durante este periodo, se concentra en estos dos tipos morfológicos (TM 2 y TM 14) sin distinción en su rango de tamaño o categoría funcional general. La decoración en ambos es pautada y simple, se trata del estilo regional conocido como Agua Caliente Pintado, Casabindo negro sobre rojo y Puna tricolor (Krapovickas, 1958-59; Ottonello, 1973:42; Alfaro de Lanzone, 1988; Albeck, 2001; Zaburlín, 2012 y 2015).
Figura 6. Variabilidad de Tipos morfológicos 2 y 14.
a, b y c) perfiles de piezas procedentes de P.V.Tucute-R1, Queta y Doncellas; d) Tambillos – CREA; e) Doncellas- CUT 1767; f) Queta - CUT 2121; g) P.V. Tucute – CREA; h) Chillkayok –CUT-1765; i) Doncellas -CUT1660
Discusión
A modo de cierre se presentan los puntos principales que permiten poner en relevancia los alcances de esta metodología desarrollada por K. Menacho.
a) variaciones cronológicas en el uso de las vasijas cerámicas
Uno de los principales aportes de este método es la posibilidad de comparación sistemática de conjuntos cronológicamente diferenciados. En el caso analizado se puede observar que durante los periodos Formativo Final (siglos X al XI) y PDRI (Siglos XI y XII), los conjuntos cerámicos están conformados por tipos morfológicos similares, o con pocas variaciones, para cada categoría funcional. Tomando en cuenta los elementos decorativos, a cada periodo lo caracteriza un tipo de tratamiento de superficie y decoración particular, conocidos como tradiciones “Alfarcito” e “Isla”. Si bien se dio un reemplazo de los estilos decorativos se puede observar que se sostuvo en el tiempo la decoración sobre las piezas vinculadas a un mismo tipo de comportamiento, diferenciando visualmente las vasijas que participaban en actividades de consumo individual de líquidos y sólidos: vasos y escudillas. Además estas tradiciones alfareras presentan una distribución espacial más amplia que este sector de la Puna, abarcando también la Quebrada de Humahuaca.
A partir del siglo XIII, de forma paralela a los procesos de los Andes Centro Sur, las sociedades que habitaban en la Cuenca del Guayatayoc Miraflores desarrollaron un repertorio de piezas cerámicas con elementos morfológicos y decorativos con impronta regional.
En relación con los periodos anteriores se observa un desarrollo de nuevos tipos morfológicos para cada categoría funcional, que presentan una característica en particular: en algunas piezas se busca conservar los aspectos morfológicos aunque varíen sus cualidades funcionales.
Los sistemas de decoración también son diferentes a los periodos anteriores, ya no se vinculan con actividades específicas, sino que se concentra principalmente sobre dos tipos morfológicos -TM2 y 14- que participan en diferentes categorías funcionales; buscando homogeneizar visualmente el conjunto de vasijas. Esta preeminencia de los aspectos formales podría integrarlos junto con la decoración como indicadores de identificación étnica en relación a la definición de un estilo regional. Como lo planteó Ávila (2011:96) para la cerámica Yavi-Chicha, esta homogeneidad crearía un sentido de afinidad, reforzando los vínculos entre los de una misma colectividad, distanciándolos sensiblemente de grupos habituados a otros patrones cromáticos o de diseños.
b) representatividad de la muestra analizada
Mediante la comparación entre los datos de la muestra fragmentaria y de las piezas enteras es posible afirmar que en las colecciones estudiadas están subrepresentados los tipos morfológicos correspondientes a las categorías generales de vasijas de boca ancha y cántaros incluidos en los rangos de Tamaños II y III de todos los periodos analizados. Es decir, todavía no se cuenta con una muestra suficiente para analizar la variabilidad de piezas vinculadas con el procesamiento de alimentos y con exposición al fuego. Un ejemplo de esto lo conforman las piezas asimétricas que son reconocidas en fragmentos pero hasta el momento no contamos con ningún ejemplar entero con datos cuantitativos completos.
En relación con este punto, una posibilidad abierta por este método, pero no explorada aún, es la inclusión de contenedores de materias primas no alfareras, como por ejemplo los vasos de madera (keros) y los contenedores de calabazas, lo cual permitiría analizar las Clases de contenedores y accesibles en su totalidad.
c- Indicadores de diferenciación social- sistemas de almacenaje doméstico
Los cántaros aptos para el almacenamiento ubicados en los rangos de Tamaño IV y V, cuyos tipos morfológicos son vasijas con cuello (TM 1, 2, 3 y sus variedades) se registran en el interior de las viviendas en el momento de abandono de las estructuras.
Por el momento se tiene limitaciones para discutir el contenido almacenado en estas piezas , sin embargo por su ubicación espacial y el hecho de que se registren conjuntos en cada estructura doméstica excavada, se puede proponer que se trata de una forma de almacenaje relacionada con la producción de la unidad doméstica (tomando unidad doméstica como el grupo mínimo de organización social).
Consecuentemente, el registro de la capacidad de almacenaje en cada unidad doméstica podría ser utilizado como indicador de diferencias de estatus en el interior de la comunidad.
Por ejemplo, en dos recintos del sitio de Pueblo viejo de Tucute, sobre el piso de ocupación se remontaron vasijas con una capacidad superior a los 15 litros, en R1 se encontraron 5 piezas cuya sumatoria serían 380,93 litros; en tanto en R3 fueron 2 vasijas que abarcarían un total de 54,45 litros. Esta información, sumada a datos provenientes de la arquitectura y demás conjuntos materiales, permitieron proponer una situación de acceso diferencial a recursos y diferenciación social entre los habitantes de P.V. de Tucute (Basso et al., 2016).
Como reflexión final, a modo de cierre, se puede plantear que lo interesante de este sistema de clasificación es que permite generar una estructura de comparación sistemática para los conjuntos alfareros. El método desarrollado por Karina Menacho permite avanzar más allá de la descripción de atributos que se modifican durante una secuencia cronológica, permitiendo reflexionar sobre los cambios ocurridos en los contextos y prácticas sociales donde estas piezas participaban.
Epígrafe
Para realizar mi tesis doctoral buscaba un método de análisis funcional que me permitiera trabajar con conjuntos numéricamente amplios y con escalas temporales también extensas. Necesitaba identificar modificaciones a lo largo del tiempo en las conductas asociadas al uso de alfarería.
Karina Menacho estaba desarrollando este método específico, a mí me parecía que estaba listo, pero a ella le parecía que faltaba algo… pensaba que su método estaba demasiado vinculado con la cerámica de la Quebrada de Humahuaca y no consistía en una herramienta útil para cualquier conjunto alfarero; de esta forma la aplicación del análisis a los materiales de Puna se presentaba como una posibilidad de ajustar el método. Nos propusimos un juego, yo iba a seguir sus criterios tal cual estaban escritos, sin consultarle , y luego evaluaríamos juntas los resultados.
En fin, la evaluación de los resultados superó las expectativas de Karina, como decía ella: -¿no tuviste que correr a dedo ninguna pieza?-, pues no, inclusive como se detalla en el presente escrito, me permitió identificar diferentes funciones en piezas de “contornos” similares.
- “…que bueno…. voy a tener que publicarlo nomás jajajaja…” - soltando su carcajada franca y abierta… riéndose con sarcasmo de la idea de tener que sentarse al fin a escribir un artículo sobre su trabajo pensado desde hace tanto tiempo. Al final, peleándole a la tristeza de su ausencia, sus amigos la recordamos publicando sus borradores.
Notas
1| Calaverioj, Toraite, Capinte 2, Pueblo Viejo de Tucute y Pueblo Viejo de Potrero.
2| Depósito del CREA-FHyCS-UNJu.
3| Ambos dependientes de la Facultad de Filosofía y Letras -Universidad Nacional de Buenos Aires.
4| Inicialmente K. Menacho planteaba la posibilidad de realizar una clasificación morfofuncional. En mi caso específico la solución fue realizar dos clasificaciones, una morfológica y posteriormente otra funcional. Esta decisión fue gracias a los consejos de mi comisión de seguimiento de tesis integrada por A. Korstanje, M. Caria y B. Cremonte.
5| En las piezas de control el margen de error registrado es menor a 0,74 l en piezas que tienen hasta 10 l de capacidad; aunque aumenta en las piezas de 25 l donde el margen de error es de 2,2 l.; y en las piezas de 38 l el margen de error es de 3,7 l.
6| En la actualidad, en la Puna jujeña continúa el uso de vasijas similares durante rituales propiciatorios para la reproducción del ganado, se las denomina chuiayuros o chuyeros y se usan para ch’ayar el rebaño durante la ceremonia de la señalada (Menacho, 2000; Bugallo, 2014)
Agradecimientos
En Memoria de Karina Menacho.
Martín Basso y Mariette Albeck por la lectura crítica. Las opiniones vertidas en el artículo son de mi exclusiva responsabilidad.
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