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Entierros significativos del Cementerio Aguada Orilla Norte. (Período Medio, Noroeste Argentino)

Significant burials of the Aguada Orilla Norte Cemetery. (Middle Period, Northwestern Argentina)

RESUMEN

La cultura de La Aguada (Período Medio,600-950 d.C.) del Noroeste argentino, contemporánea al Horizonte Medio del Área Andina Central, está comprendida en el proceso cultural que propagó la ideología religiosa del ámbito de interacción tiwanakota en gran parte del área andina. La consolidación de las creencias, valores y conductas que la sustentan quedaron expresados en el carácter simbólico del repertorio iconográfico incorporado en objetos diversos y espacios comunitarios, como la funebria o el arte rupestre.

El estudio de las inhumaciones del Período Medio del cementerio Aguada Orilla Norte (Valle de Hualfín, Catamarca), evidenció recurrencias que permitieron afirmar que la preparación de los entierros respondió a un profundo contenido simbólico, establecido socialmente y que algunas modalidades registradas debieron responder a situaciones de desigualdad social y otras al rol desempeñado en vida por los individuos.

Las figuras humanas representadas en la iconografía Aguada fueron diferenciadas como deidades o personajes con funciones especiales en el culto, como el sacrificador. Un grupo de siete inhumaciones de este cementerio fue interpretado como perteneciente a individuos que cumplieron ese rol ceremonial, en ellas los individuos fueron enterrados con hachas de metal incorporadas al ajuar mortuorio.

Se analizan las prácticas mortuorias destinadas a los sacrificadores así como los los usos y restricciones de iconos incorporados a sus contextos fúnebres respecto del total utilizado por la comunidad enterrada en el cementerio. Se destaca el valor simbólico del uso diferencial de las hachas metálicas por parte de segmento de la población.

Palabras Clave: Aguada; funebria; sacrificadores; Período Medio; Valle de Hualfín.

ABSTRACT

La Aguada culture of Northwest Argentina (Middle Period, 600-950 AD), contemporaneous with the Middle Horizon of Andean Central, is included in the cultural process that spread religious ideology in the field of Tiwanaku interaction across much of the Andean Area. The consolidation of the beliefs, values and behaviors that sustain it were expressed in the symbolic character of the iconographic repertoire incorporated into various objects and community spaces, such as funebri or rock art.

The study of the Middle Period burials in the cemetery of the Aguada Orilla Norte (Hualfín Valley, Catamarca) showed recurrences allow to affirm that the preparation of the burials responds to a profound symbolic significance socially established. Some modalities found could correspond to situations of social inequality and other to the role played played in life for individuals.

The human figures represented in the Aguada iconography were differentiated as deities or persons with special roles in the cult, as the sacrificer. A group of seven burials in this cemetery was interpreted as pertaining to individuals who met this ceremonial role. In these individuals were buried with metal axes incorporated as funeral trousseau.

We analyze the mortuary practices intended for the sacrificers well as the uses and restrictions of their built-in icons of the total funeral contexts used by the community buried in the cemetery. It highlights the symbolic value of the differential use of metal axes by population segment.

Key Words: Aguada; funebri; sacrificers; Middle Period; Hualfín Valley.

INTRODUCCIÓN

La cultura de La Aguada corresponde al Período Medio (600-950 d.C.) de la historia prehispánica del noroeste argentino (NOA). Contemporánea al Horizonte Medio del Área Andina Central, está comprendida en el proceso cultural que transmitió la ideología religiosa propia del ámbito de interacción tiwanakota en buena parte del área andina (González 1992, 1998, 2004). La consolidación de las creencias, valores y conductas que la sustentan quedaron expresados en el carácter simbólico de un repertorio iconográfico que fue incorporado a diversos objetos de uso ritual y recurrente en espacios de uso comunitario, como la funebria o el arte rupestre. Aguada expresa un momento de integración sociopolítica regional (Pérez Gollán 1991) en el que las historias locales precedentes configuraron procesos históricos específicos que se concretaron de diversa manera en la región Valliserrana.

En el valle del Hualfín varios cementerios excavados en la década de 1920-30, constituyen un importante cuerpo de información para el conocimiento de esta cultura por las características del registro y la preservación de las piezas incluidas en los contextos mortuorios. De ese conjunto, se han estudiando los contextos de inhumación de 158 tumbas del denominado cementerio Aguada Orilla Norte, correspondientes al Período Medio, concluyendo que el ritual en la preparación de los entierros da cuenta de una serie de recurrencias en cuanto a su conformación y decisiones en la disposición de los contextos mortuorios que responden a la expresión de prácticas funerarias, establecidas socialmente; registrándose algunas modalidades que debieron responder a situaciones de desigualdad social y otras a roles especiales desempeñados en vida por los individuos en la comunidad (Sempé y Baldini, 2004, 2005).

En este trabajo analizamos un grupo de tumbas de ese cementerio que han sido consideradas como pertenecientes a individuos que cumplieron el rol ceremonial de practicar el rito sacrificatorio (Baldini y Sempé 2005).

MATERIALES Y METODO

Un fuerte ritualismo está explícito en imágenes de La Aguada que representan figuras humanas que realizan prácticas especiales y llevan como atributos armas e insignias (Figura 1). Sus cualidades y actitudes permitieron diferenciar deidades de individuos que desempeñarían roles especiales relacionados con el culto; por ejemplo el personaje de las manos vacías, el de los dos cetros y el personaje del sacrificador, que operaría como intermediario ante el mundo sagrado de las divinidades y los ancestros. (González Ops. cits., González y Baldini 1991).

González definió al primero como una deidad solar de antiguo origen andino y asociación constante con atributos felínicos, preexistente a Tiwanaku. Sus representaciones conocidas fueron plasmadas en las Placas Complejas del Período Medio, fabricadas en bronce por medio de la técnica de la cera perdida (Op. cit. 1992).

Al personaje de los dos cetros, se lo considera estrechamente relacionado con el personaje de las manos vacías. Se encuentra en los estilos andinos Chavín y Tiwanaku y en la cerámica de La Aguada de la región Valliserrana del NOA. Esta deidad lleva en sus manos atributos de mando, emblemas que varían en las distintas culturas. A veces los dos cetros son reemplazados por armas, como estólicas, o por ramas florecidas; pero siempre, como signos de omnipotencia, «el poder en ambas manos» (Valcarcel 1958:563).

El personaje del sacrificador es en cambio un oficiante de ritos que presenta con el anterior una cierta unidad conceptual. Fue representado en diversos soportes con cuerpo de rasgos felínicos como manchas, insinuación de garras y a veces con máscara felínica, evocando una doble condición de ser humano y animal. Porta armas, hachas con hojas o mangos decorados y/o cabezas cercenadas, suspendidas del codo o de las manos. Las cabezas no necesariamente son un símbolo bélico, suelen estar estrechamente relacionadas con rituales de índole agrícola (González 1992: 176, Valcarcel Op. cit.: 364). Las placas metálicas del tipo sacrificador representarían a la deidad encarnada en el oficiante en el acto del sacrificio; debieron figurar entre la parafernalia usada por el oficiante en el ritual sacrificatorio o ser emblema de su estatus (González Op. cit:201, González y Baldini Op. cit.: 49).

Figura 1

Figura 1. Personajes representados en la iconografía Aguada relacionados con la ideología religiosa: a- disco de Lafone Quevedo: Personaje de las manos vacías; b- Fragmento Aguada Portezuelo: Personaje de los dos cetros, c. Pictografía de la cueva de La Candelaria: Personaje del Sacrificador. (b y c, tomados de González 1998: 170 y 243).

Figura 2

Figura 2. Representaciones de sacrificadores. Arriba: a la izquierda el «sacrificador de Tinogasta», las otras imágenes proceden de cerámicas del valle de Hualfín. Abajo: hachas de sacrificadores representados en las placas metálicas del Período Medio. Tomado de González 1992: Figura 51 G: 1-7.

La iconografía testimonia escenas ceremoniales de sacrificios en arte rupestre y en la cerámica. El conocido fragmento estilo Aguada Gris Grabado del «sacrificador de Tinogasta» (Figura 2), plasma la acción del sacrificio de niños. La escena representa a un individuo de rasgos felínicos, cuyo tocado y atuendo ostentan las típicas manchas del felino. En la mano derecha tiene un hacha de la que cuelga una cabeza cercenada y con la izquierda sostiene a un niño en posición horizontal contra su cuerpo, con la cabeza sobresaliendo a un costado; por su actitud, está por decapitarlo con el hacha. Es interesante señalar que el niño comparte con el sacrificador el carácter felínico de su vestimenta. Otras imágenes en fragmentos estilo Aguada Portezuelo reproducen a un individuo armado sacrificando a un felino (González 1998: Fig. 161).

Por otra parte, pictografías del este catamarqueño de época Aguada transmiten escenas ceremoniales que incluyen danzas rituales y personajes con armas y emblemas. Entre ellas las pictografías de los sitios La Tunita y Cueva de La Candelaria, con figuras que si bien resultan algo diferentes a las representadas en alfarería, son identificables por sus atributos (Idem, Figs. 216, 218, 221; Boschin et all 1999, Llamazares 1999, 2000). Los ejemplares más típicos llevan máscara felínica y cabezas cercenadas en las manos. Ninguna representación pudo atribuirse a las deidades Aguada, sin embargo se han reconocido ocho figuras que representan con seguridad al sacrificador; predominio que podría indicar que estos abrigos fueron el escenario de rituales sangrientos (González 98:241).

A las referencias iconográficas de personajes con atributos del rol del sacrificador dentro de la cultura Aguada, se suman evidencias concretas de sacrificios tanto en la funebria como en unidades domésticas, interpretadas en este último caso como ofrendas de fundación (González Op. cit., González y Baldini, Op. cit., Sempé y Salceda 2005).

En un trabajo previo (Baldini y Sempé 2005: 341), se propuso que los personajes que relata la iconografía, debieron ser objeto de prácticas mortuorias especiales, exteriorizadas en marcas distintivas o una especial disposición. Precisamente, del examen de los contextos mortuorios del cementerio Aguada Orilla Norte fue posible separar del conjunto un grupo de siete tumbas que fueron atribuidas a sacrificadores, en las que los inhumados fueron enterrados con hachas de metal incorporadas al ajuar mortuorio.

De este conjunto, dos corresponden a la fase Barrealito de Azampay, la más temprana del Período Medio, en la que coexistieron poblaciones Ciénaga y Aguada. Sus ajuares combinan cerámica Ciénaga, Aguada Grabada y Aguada Pintada (CAGYP). Las cuatro restantes a la fase Orilla Norte, en la que la ideología religiosa Aguada se tornó hegemónica. Estas últimas pertenecen a dos grupos: al sector de inhumados sólo con cerámica del tipo Aguada Gris Grabado (AGG) y al que incluye tanto piezas Aguada Grabado como Pintado (AGYP).

A partir del análisis de los contextos fúnebres se analiza en estas siete tumbas la apropiación diferencial de iconos así como también la existencia de recurrencias y particularidades resultantes de elecciones relacionadas con el ritual mortuorio destinado a los sacrificadores.

La Tumba 21 (CAGYP), incluye 30 piezas, es la de mayor cantidad de ofrendas del cementerio. Corresponde a tres adultos enterrados a 3.50 m. de profundidad, flexionados y con la cabeza orientada al Norte. El esqueleto Oeste estaba en decúbito dorsal y los otros dos se colocaron al Este, uno en igual posición y el otro en decúbito lateral derecho. Las ofrendas fueron ubicadas entre ellos; incluyen piezas Aguada y Ciénaga, una cuenta de malaquita y un hacha de metal lisa, de 130 mm. de largo, en posición central y superior, próxima al individuo Oeste. Un metro por encima, se agregaron otras piezas cerámicas. El ajuar incluye cinco iconos: una cabeza antropomorfa Ciénaga, saurios, simio, quirquincho y auquénidos. El simio, con su guarda superior de círculos, algunos auquénidos, la figura humana con penachos de cara rectangular, el puco quirquincho y algunos geométricos pertenecen a Ciénaga. Lo Aguada se expresa en un vaso pintado de asa lateral, los saurios incluidos en un friso de rombos y el tratamiento felinizado de los auquénidos, con largas colas curvadas hacia arriba, manchas y dientes bien marcados. En el sector Norte de las ofrendas se destaca el predominio de este icono, representado por imágenes simples y dobles unidas por un cuerpo rómbico.

Figura 3

Figura 3. Tumbas de sacrificadores del cementerio Aguada Orilla Norte. Se indican los iconos presentes. Referencias: 1- simio 4- loros 5- saurios 10- auquénidos 11c- fig. humanas c: cabezas c/ aditamentos, d: cabezas solas 12- felinos 13- motivos geométricos 14- quirquinchos 15- llama-saurio L- liso A- anillo H- huso HL-hacha lítica HM- hacha de metal ML- mortero lítico OC- olla calceiforme P- pinzas de metal R- pintura roja.

La alternancia de piezas Ciénaga y Aguada se repite en la ofrenda superior, aquí también se destaca una pieza pintada con la imagen de llama doble felinizada, con el cuerpo relleno de círculos.

La Tumba 117 tiene 1.30 m. de profundidad y esta pircada al Este con dos hileras de piedra. Corresponde a un entierro de dos adultos flectados enfrentados, dispuestos con la cabeza orientada el Norte en decúbito lateral. Entre ellos se colocaron 18 ofrendas ordenadas en 3 filas. El hacha es lisa, de 200 mm. de longitud, fue ubicada en la segunda fila, en posición central y a la altura del cráneo de ambos esqueletos. Desde lo simbólico están presentes cuatro iconos: loros, saurios y llama-saurio, además de motivos geométricos. Lo Ciénaga está representado por el saurio, el llama-saurio y algunos diseños geométricos. Dos jarros pintados en negro sobre ante, que se ubicaron juntos al lado del esqueleto Oeste llevan diseños de psitácidos, una expresión típica y exclusiva de Aguada.

Es reiterada la disposición de las ofrendas en un juego de oposiciones, alternando una pieza decorada y otra lisa, colocadas una dentro de la otra.

En la Tumba 86 se enterraron dos adultos flectados, a 2,80 m. de profundidad, con las cabezas al Norte y enfrentados: el del Oeste en decúbito dorsal y el Este en decúbito lateral derecho. El ajuar, dispuesto en filas de dirección Norte-Sur, estaba compuesto por 16 objetos; incluye piezas de cerámica, metal y pintura roja. El esqueleto Oeste tiene dos filas de ofrendas, la externa con una olla globular pintada con el tema cabeza central con aditamentos, y un objeto lítico en su interior; pucos grises con decoración felínica y geométrica, en un caso con otro liso dentro y pintura colorada. La interna con consta de un puco ante liso, una olla calceiforme, y a la altura de la mano del inhumado una punta triangular roja con pedúnculo, un anillo de cobre y un puco Ante Liso. El esqueleto Este tiene las ofrendas a la espalda, también formando una fila de tres piezas: a la altura de la cabeza un puco gris geométrico, en el medio una olla pequeña pintada en negro sobre ante con el tema cabeza central con aditamentos. El hacha es también lisa, estás fracturada y mide 650 mm. Fue colocada junto con un huso de hueso en otra olla pintada diseños geométricos, que se halló volcada con la boca al sur y con un puco gris liso como tapa. Corresponde al grupo de tumbas que incluyen cerámica Aguada Gris Grabado y Aguada Pintado en los contextos fúnebres (AGYP), incluye solo dos iconos: representaciones felínicas -a diferencia de las anteriores-, las que se asocian a imágenes antropomorfas de alto valor simbólico.

La Tumba 92 es del grupo de gente inhumada solo con piezas Aguada Gris Grabada (AGG) como ofrenda. Se halló a 2 m. de profundidad con una fila de piedras como tapa a 0,70 m., y una pipa por encima de ella. Corresponde al entierro de un adulto flectado en decúbito dorsal, con dirección Norte-Sur y con diez ofrendas ubicadas a la altura de la cabeza, formando dos filas de tres unidades; fueron incorporados cuatro iconos en total. La fila Este está integrada por un «puco quirquincho» junto a la cabeza del inhumado, otro de cuatro puntas con el icono de llamas dobles unidas por un rombo aserrado y una olla con el felino rampante con las fauces hacia arriba. Entre las dos primeras piezas colocaron el hacha de metal lisa de 125 mm. de largo y tres objetos pequeños: dos pinzas de cobre quebradas y una piedra trabajada.

En la fila Oeste se ubicaron dos piezas de cerámica: al lado del cráneo un puco liso, le seguía otro con un friso con el icono de cabezas triangulares de saurios y motivos felínicos y un hacha de piedra al final, oponiéndose a la de metal.

La Tumba 100, también del grupo Aguada Gris Grabado, estaba a 2 m. de profundidad y tenía un pircado con una fila de piedras en el lado Oeste. Es de un adulto flectado, con la cabeza orientada al Norte y depositado en decúbito dorsal. Dos iconos fueron incorporados en cinco ofrendas que incluyen dos pucos ubicados a ambos lados de la cabeza y arriba en posición central, un hacha de bronce decorada con motivo felínico (con la representación de ojos, fauces y morro bien marcada) de 225 mm. de largo (Figura 3 y 4); otro puco se colocó a los pies sobre el lado Este.

Figura 4

Figura 4. Hachas de bronce con decoración felínica procedentes del cementerio Aguada orilla Norte. Tomado de Debenedetti 1931, Lamina LXVII.

Iconográficamente las piezas de arriba se integran con el hacha, en un conjunto temático: una de ellas lleva la imagen del felino rampante mirando adelante con grandes fauces abiertas alternando con diseños geométricos, la otra combina el felino rampante mirando hacia atrás con el felino doble compuesto por dos cabezas que miran hacia lados opuestos unidas por la espalda, generando una imagen anatrópica. A los pies, sobre el lado Este, la pieza depositada como ajuar combina en un friso el icono cabezas triangulares de saurios con figuras felínicas. Completan este ajuar diez cuentas de malaquita.

La Tumba 128, del mismo grupo, también estaba a 2 m. de profundidad y tenía el límite sur delimitado por una fila de piedras. Corresponde al entierro de un adulto flectado, dispuesto con el cráneo hacia el Oeste, en decúbito dorsal. Le ofrendaron 17 piezas, que en conjunto incluyen tres iconos: simio, felino y saurio; fueron ordenadas en dos filas de posición meridiana rodeando la cabeza. A la derecha, entre el cráneo y la pirca se halló un hacha de metal de 155 mm. de largo, decorada también con motivo felínico.

La fila más próxima al inhumado alterna piezas lisas y grabadas, los diseños son geométricos y la combinación del felino rampante mirando hacia atrás con felinos dobles unidos por la espalda; es muy semejante a la pieza de la tumba 100. La otra fila incluye dos piezas lisas una dentro de la otra, una olla calceiforme y tres piezas geométricas, dos de las cuales incluyen en su interior piezas icónicas en otro juego de alternancia: en un caso es la imagen del simio Aguada con adornos auriculares y extremidades felinizadas que terminan en garras y en el otro se representó una guarda con el icono cabezas triangulares de saurios en grupos de cuatro. Dentro de ésta última se colocó un huso de piedra.

La Tumba 130, Aguada Gris Grabado, tenía 2.50 m. de profundidad y al igual que la anterior una fila de piedras, en este caso marcando el límite Norte. Contenía un adulto flectado en decúbito lateral derecho, con la cabeza orientada al Oeste. El ajuar lo constituyen 16 objetos dispuestos en el frente y a la altura de la cabeza. El hacha de metal se ubicó a la altura del cuello entre la espalda y la pirca; un mortero y un hacha de piedra con cuello fueron dispuestos en el extremo opuesto, aproximadamente a la misma altura de la cabeza que el hacha de metal.

Los íconos incorporados a esta tumba son cuatro: llama felinizada, felino, llama-saurio y cabezas triangulares de saurios. A la altura de la cabeza hay tres piezas: una con diseños geométricos, otra con cabezas de saurios y la tercera con llamas felinizadas muy elongadas.

La fila del frente tiene varias alternancias: de Este a Oeste se colocaron: un puco liso que contiene una llama felinizada de cola curva, uno de diseño geométrico, uno geométrico que contiene otro con diseño de llama felinizada con cola muy estilizada, otro geométrico que en su interior contiene un puco con diseño de felino mirando adelante, una pieza con representación del llama-saurio y otro conjunto integrado por una pieza con el felino mirando hacia atrás y colas que terminan en cabezas felínicas que contiene otra con representación de llamas felinizadas.

Con respecto a las imágenes incorporadas al ajuar mortuorio de los sacrificadores, se consideraron en función del total de iconos y asociaciones de iconos registrados en los conjuntos fúnebres del cementerio a fin de determinar la existencia de restricciones o el uso diferencial por parte de este grupo, teniendo en cuenta que este tipo de distinción había sido verificada para los distintos sectores de la comunidad (Baldini 2008).

En nuestro enfoque teórico seguimos a Bourdieu en el sentido que los bienes y las prácticas producen diferencias en relación a las diferentes posiciones y roles que tienen los individuos en una sociedad y que «...A cada clase de posiciones el habitus, que es el producto de condicionamientos sociales asociados a una determinada condición, hace corresponder un conjunto sistemático de bienes y de propiedades.»(Bourdieu (2008:31).

Este enfoque permite analizar la base empírica desde un punto de vista más social posibilitando establecer a través de la evidencia material esas posiciones y uso de bienes que visibilizan los roles desempeñados por los individuos en un momento histórico especifico, ya sea en sociedades contemporáneas como arqueológicas.

Figura 5

Figura 5. Iconos incorporados a los contextos fúnebres de los sacrificadores. Primera fila: llamas y puco quirquincho, segunda: loros y simios, tercera: cabezas solas (Ciénaga) y cabezas con aditamentos, cuarta: variantes del felino, quinta: saurios y llama-saurio (Ciénaga el de la izquierda).

RESULTADOS

El estudio de los objetos incluidos como ofrenda en las inhumaciones del cementerio Aguada Orilla Norte correspondientes al Período Medio permitió la clasificación del conjunto de iconos y motivos geométricos registrándose un total de veinte (Sempé y Baldini 2005). De ellos, sólo ocho fueron incluidos en el grupo de tumbas que aquí se tratan: simios, loros, saurios, quirquinchos, llamas felinizadas, felino, el icono complejo llama-saurio y el antropomorfo, limitado a cabezas solas y cabezas con aditamentos (Figura 5). La mayor cantidad de iconos incorporados, cinco en total, corresponde a la Tumba 21.

Cuatro de los iconos usados son propios de Ciénaga, que perduraron resignificados en época Aguada:

El simio, que durante la fase Barrealito de Azampay se representó con la cabeza hendida y extremidades rectas y en Orilla Norte de la Aguada, con la cabeza circular y las extremidades en forma de garras.

Los «pucos quirquincho» como se denomina a los cuencos que en el borde llevan adosados al pastillaje indicación de cabeza, patas y cola del armadillo (Lagostomus sp), en la superficie externa tienen representados los segmentos del caparazón mediante líneas pintadas en negro o incisas en la cerámica gris.

La llama, un tema de desarrollo muy temprano en el NOA, en Ciénaga se representó como una imagen ideal de líneas rectas quebradas, simple o doble. La llama doble es posiblemente el icono más simbólico de Ciénaga, la relaciona con el Área Andina Meridional, donde es muy frecuente su aparición en la textilería. Por un proceso de resignificación, al igual que el simio, la llama Aguada se feliniza incorporando fauces, curvaturas del lomo, colas enroscadas; también el cuerpo fue en ocasiones relleno con círculos, imitando las manchas del felino.

Al final de Ciénaga la llama hace por un proceso de síncresis con la lagartija y la figura humana dando origen a un icono especial: una figura dual, que en su plano positivo fue denominado llama-saurio, por la combinación del cuerpo del saurio con patas en forma de cabezas y cuello de llama. Este icono en Aguada adopta además carácter felínico, al incorpora atributos como las fauces y llevar inscriptos diseños felínicos.

Los saurios, que en Ciénaga fueron representados como lagartijas con distinto grado de esquematización e idealización, en el período siguiente suelen presentarse como partes del icono incluidos en frisos de círculos o rombos. En el caso particular de las representaciones de su cabeza, ésta se expresó mediante un diseño triangular, modelizado en imágenes dobles o cuádruples unidas por barras.

El resto de los iconos incorporados a los contextos fúnebres de sacrificadores, son propios de Aguada:

El felino es el más emblemático. Se lo representó con grandes fauces, garras, manchas circulares en el cuerpo y en diversas posturas: rampante, con la cabeza atrás, adelante o hacia arriba, elongado o sumamente estilizado. En ocasiones adquiere carácter doble al unirse a otro por la espalda o torso y configurando algunas veces figuras de carácter anatrópico.

La figura humana, tanto en Aguada como en Ciénaga se representó de dos maneras: completa y sólo la cabeza como icono independiente, pero su estilo es diferente. Las caras Ciénaga son triangulares o cuadradas, de ojos rectangulares y adornos cefálicos en forma de penachos. En Aguada, una modalidad característica, presente tanto en el Aguada Pintado como en el Grabado, es la que lleva aditamentos felínico-serpentiformes terminados en grandes fauces abiertas. Las únicas representaciones antropomorfas incorporadas a las tumbas de sacrificadores corresponden al icono cabezas solas, en la fase Barrealito corresponden a una pieza Ciénaga.

En la iconografía Aguada la representación de aves es un tema nuevo respecto de las imágenes previas de Ciénaga y revisten gran importancia simbólica. En este cementerio existen representaciones de aves rapaces y de loros, pero sólo estos últimos fueron incorporados a las tumbas de sacrificadores y exclusivamente en la modalidad Aguada Pintada. Se representaron de manera ideal, mediante un diseño muy esquematizado que, en pocos trazos, evoca la imagen real.

En la Tabla 1 se detallan los iconos y variantes presentes en las tumbas de sacrificadores respecto del total registrado durante el período Medio en el cementerio.

Tabla 1

REFERENCIAS: 1- simios 2- armas e insignias 3- vírgula 4- loros 5- saurios, cabezas triangulares de saurios 6- víbora 7- figura rómbica de dos cabezas triangulares c/s penachos 8- sapos, sapo felinizados 9- geométrico derivado 10- auquénidos 11- fig. humanas y sus partes a: s/ armas, b: c/ armas c: cabezas c/ aditamentos, d: cabezas solas, e: personaje c/ máscara felínica, f: fig. humana c/ elementos zoomorfos 12- felinos a: elongado mirando adelante, b: rampante mirando adelante, c: rampante mirando atrás, d: rampante mirando arriba, e: rampante mirando al frente, f: felino doble, g: partes del felino 13- motivos geométricos 14- quirquinchos 15- llama-saurio 16- aves 17- ornito-antropo-felínico 18- ornito-antropomorfo 19- felínico-antropomorfo 20- felínico-serpentiforme.

Tabla 1. Iconos y motivos geométricos incorporados a las tumbas de sacrificadores.

El rito funerario es una práctica social a la que puede accederse por la evidencia arqueológica. Aunque parcial, los entierros constituyen un testimonio de las distintas costumbres y del simbolismo asociado a la muerte, que incluyó la preparación especial de piezas para la ceremonia fúnebre. En el caso del cementerio Aguada Orilla Norte, el análisis de las inhumaciones demostró la existencia de una estructuración no azarosa en la disposición de los objetos del ajuar, tales como alineaciones, ordenamientos numéricos, simetrías, oposiciones y asociaciones de iconos que definieron tumbas de carácter temático así como una distribución diferencial de los mismos. Los modos de entierro muy estandarizados señalan hábitos sólidamente establecidos y ritos funerarios comunes al 90% de la población representada en el sitio.

Los tipos de ajuares, su organización espacial, la iconografía y la presencia o ausencia de objetos cerámicos pintados y grabados en los contextos, aportaron evidencias para la diferenciación de tres grupos de inhumaciones para las dos fases del Período Medio. Fueron atribuidas a la existencia de tres sectores sociales que expresan diferentes procesos de articulación social y señalan una condición estructural para la organización de la comunidad Aguada inhumada en el cementerio (Sempé y Baldini 2003 y 2005). Al interior de esos grupos existe variabilidad en la selección y uso del total de iconos identificados, resultando modalidades propias y compartidas.

Con la profundización del análisis se constataron restricciones y una apropiación diferencial de iconos en los distintos grupos, marcando la existencia de conductas sociales inherentes a los diferentes sectores de la población. A esta diferenciación se superpone otro sector social por su rol ceremonial específico; está representado por las tumbas de los sacrificadores, identificables por la presencia de hachas de bronce incorporadas al ajuar mortuorio (Sempé y Baldini Op. Cit., Baldini 2008).

Del estudio de los contextos funerarios de este último sector resulta que de un total de 140 adultos enterrados durante el período Medio, 11 individuos están asociados a las hachas metálicas en siete entierros (4,43%). Las del momento de contacto -fase Barrealito de Azampay-, corresponden al grupo que fue enterrado con cerámica Ciénaga, Aguada Gris Grabado y Aguada Pintado (CAGYP); una contenía tres individuos, la otra dos. En la fase Orilla Norte, cuatro tumbas son individuales y corresponden todas al sector enterrado con cerámica Aguada Gris Grabado en exclusiva (AGG); una tumba perteneciente al grupo que también incluye cerámica pintada (AGYP), es de dos individuos. Si los entierros múltiples representan sacrificios de servidores acompañantes (González 1998), podríamos considerar que este conjunto de tumbas señala la existencia de siete sacrificadores en el lapso temporal comprendido entre el 600-950 d. C. (Baldini y Sempé 2005).

Respecto a los diversos modos de entierro reconocidos en el cementerio (Baldini 2009), en este conjunto solo está representado el entierro directo, flectado, en sus variantes decúbito dorsal y lateral. En las inhumaciones más tempranas, las ofrendas fueron colocadas arriba y en el centro, entre los individuos enfrentados, alineadas, con el hacha a la altura de las cabezas. Una de ellas, con 30 objetos, se destaca por ser la más numerosa del Período, la otra contiene 18 piezas. De las tumbas de la segunda fase, una pertenece al grupo de individuos enterrados con cerámica Aguada Grabada y Aguada Pintada (AGYP), contiene dos individuos enfrentados pero las ofrendas no fueron colocadas en el centro sino separadas a los costados en filas de tres y el hacha de metal fragmentada en el interior de una vasija. El resto de las inhumaciones sólo contiene piezas Aguada Gris Grabado (AGG); de ellas tres tienen una hilera de pirca en uno de los lados, a manera de límite. Todas tienen las ofrendas ubicadas a cabeza y en un caso también se alinearon a un lado del inhumado.

Las hachas siempre fueron colocadas en posición superior, a la altura de la cabeza. Corresponden a los dos tipos definidos por González: dos piezas al tipo más complejo, caracterizado por un enmangado análogo al de las de piedra que en el extremo opuesto al filo llevan una elaborada figura de felino y las que tienen forma de T. La decoración fue realizada con la misma técnica que las placas Complejas, como el disco de Lafone Quevedo. La composición de los ejemplares de las tumbas 100, 128 y 130 determinaron que eran bronces, algunas de ellas con alta proporción de cinc, la de la tumba 117 es de cobre (González 1979:103-4).

DISCUSION

Revisada la apropiación de iconos de este sector, explicitada en la Tabla 1, analizadas las particularidades resultantes de elecciones vinculadas con el ritual mortuorio destinado a los sacrificadores y de su comparación con los distintos sectores de la comunidad enterrada en el cementerio, surgen las siguientes consideraciones:

Los sacrificadores de la fase Barrealito de Azampay corresponden exclusivamente al sector de la comunidad enterrado con alfarería Aguada Pintada y Grabada (CAGYP). EL 75% de las inhumaciones, de este grupo contiene representaciones del felino, sin embargo, el icono emblemático de Aguada no fue incorporado al ajuar fúnebre de estos sacrificadores: la tumba 117 incluye loros pintados, propios de Aguada, diseños geométricos y una pieza Ciénaga cuyo friso incluye el icono saurio y el llama-saurio. En la tumba 21 tampoco se registró la imagen del felino, a pesar de ser la que incorporó mayor número de íconos; se caracteriza por las numerosas representaciones de llamas felinizadas, un icono muy importante en Ciénaga resignificado en Aguada. Las representaciones de este entierro incluyen tanto llamas pintadas como grabadas, simples y dobles, unidas por la espalda o por un cuerpo rómbico; llevan manchas en el interior del cuerpo, fauces con indicación de dientes, colas curvadas o enroscadas.

Esto indicaría que existió una restricción del icono felínico para los sacrificadores de la fase Barrealito, práctica que se reafirma por la presencia de hachas decoradas con forma felínica, sólo en las tumbas de la fase siguiente. En el resto de las tumbas aquí analizadas tanto en las que sólo incluyen piezas Aguada Gris Grabada (AGG) como las que además incluyen piezas pintadas (AGYP), el icono fue incorporado completo o representado por alguna de sus partes.

El saurio está presente en ambas fases, sólo falta en la tumba 86, AGYP, pero no significa una restricción pues de 23 inhumaciones que integran este sector, sólo en una está presente.

El llama-saurio es el único icono complejo que aparece en estas tumbas y no hay restricciones de uso en el momento de contacto. En cambio no aparece representado ningún otro icono complejo (antropofelínico, felínico-serpentiforme, antropo-ornito-felínico), de uso exclusivo en algunos grupos de tumbas del cementerio.

Las loros están restringidos a la fase más temprana y a su vez a la cerámica pintada. Del conjunto sólo en una tumba se incorporaron dos piezas con este ícono.

La figura humana completa, en sus variantes del personaje de los dos cetros y el personaje con máscara felínica y la representación del mismo sacrificador, aparece como una restricción para los contextos mortuorios de los sacrificadores; no fue incluida en ninguno de los contextos, aunque está presente en el 30 % de las tumbas del grupo AGG.

Solo en dos tumbas se incorporaron representaciones antropomorfas, la 21 de contacto y la 86 de la fase Orilla norte; coincidentemente ambas pertenecen a los sectores que incluyen piezas pintadas y grabadas en las inhumaciones (CAGYP y AGYP). Si bien indican continuidad del icono, iconológicamente son opuestas. La primera, incluye cabezas solas enfrentadas, de estilo Ciénaga; en la segunda se hallan las dos únicas piezas pintadas con el icono cabezas con aditamentos de todo el cementerio, un hecho que resulta significativo. Se ha interpretado que este diseño corresponde a la imagen simplificada pero con todos sus atributos del «personaje de las manos vacías», la deidad principal de La Aguada representada en las placas metálicas, y que estas piezas funcionalmente estuvieron relacionadas con sacrificios humanos a esa deidad (González y Baldini 1991: 34, 49,51, González 1998: 103).

CONCLUSIONES

Se han caracterizado con detalle a nivel contextual, distribucional e iconográficamente siete tumbas del cementerio Aguada Orilla Norte que tienen como elemento significativo las únicas hachas de metal existentes en contextos funerarios en todo el valle del Hualfín.

De los 140 adultos enterrados durante el período Medio, 11 individuos están asociados a las hachas metálicas. Los de fase Barrealito de Azampay, corresponden al grupo que fue enterrado con cerámica Ciénaga, Aguada Gris Grabado y Aguada Pintado (CAGYP), en la fase Orilla Norte una tumba pertenece al sector que también incluye en sus ajuares cerámica pintada (AGYP) y las restantes al que inhumaron con cerámica Aguada Gris Grabado en exclusiva (AGG).

En cuanto a la distribución de los iconos se concluyó que en las tumbas de sacrificadores hay una restricción en el uso respecto al total de iconos manejados por la comunidad enterrada en el cementerio y a su vez en las más tempranas se destaca la ausencia del icono felínico.

El análisis realizado ha permitido establecer que el valor simbólico de las hachas de metal, como atributo relevante en las tumbas analizadas, está fuertemente relacionado con la ideología religiosa. Al ser incorporadas al contexto fúnebre además de aludir a un rol social, testimonian su uso diferencial por parte de un segmento acotado de la población y las restricciones implícitas para el resto de los individuos inhumados en el cementerio.

Tan poco frecuentes como las placas complejas, las hachas debieron ser manipuladas por personajes destacados. Las que carecen de filo como cetros o emblemas de poder, otras en ceremonias que incluían sacrificios cruentos a la deidad, como por ejemplo el que relata la imagen del sacrificador de Tinogasta.

La única representación humana que se ha incorporado a la decoración de los objetos incluidos como ajuar en las tumbas aquí analizadas es la de cabezas solas en el momento de contacto y las cabezas con aditamentos en la fase Orilla Norte. Un hecho que induce a considerar que hay dos tumbas de sacrificadores en las que, además de las hachas como emblema, sumaron al contexto fúnebre vasijas que remiten al otro atributo asociado a estos personajes en la iconografía: la cabeza cercenada.

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ACERCA DEL AUTOR

Marta Inés Baldini: CONICET - Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata. Calle 530 Nº 896 (CP1900) - La Plata, Buenos Aires, Argentina. Correo Electrónico: martabaldini@yahoo.com

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