Documento sin título

ARTICULO

Del partido a la universidad y de la universidad al partido. La militancia radical en la política estudiantil de la Universidad de Buenos Aires después de 2001

(From the political party to the university, and the other way around. Argentina’s radical party activism at the University of Buenos Aires after 2001)

Juan R. Grandinetti*

* Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) / Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) - Juan María Gutiérrez 1150 - B1613 - Los Polvorines - Provincia de Buenos Aires - Argentina. Correo Electrónico: jgrandinetti@campus.ungs.edu.ar ORCID: http://orcid.org/0000-0002-2853-2637

Recibido el 27/07/21
Aceptado el 17/11/21

Resumen

Este artículo analiza la participación de la militancia juvenil de la Unión Cívica Radical en la vida política estudiantil de la Universidad de Buenos Aires (UBA) durante los años recientes. Se argumenta que, ante el colapso electoral y la pérdida de poder estatal luego de la crisis de 2001, el radicalismo porteño se valió de su histórico enraizamiento en esta universidad para hacerse de recursos que, entre otros, le permitieron sobrevivir como organización y reproducir a su militancia. El artículo muestra que la universidad funcionó como un refugio para la recomposición de la vida intra-partidaria de una organización local fuertemente debilitada. Fue desde la política de la UBA que se conformaron facciones internas, se crearon nuevos comités barriales y se renovó generacionalmente la dirigencia local. En el trabajo se analizan las estrategias de las agrupaciones estudiantiles radicales para conservar o recuperar su poder en las distintas facultades de la universidad. Se muestra que, para mantener este valioso recurso para su partido, las agrupaciones tienden a ocultar su pertenencia partidaria y a desarrollar un repertorio de acción despolitizado y orientado a brindar servicios a los estudiantes. Los hallazgos presentados se basan en un trabajo de campo desarrollado entre 2017 y 2018, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en el que se utilizaron métodos de recolección de datos cualitativos tales como entrevistas en profundidad, observaciones de campo, y análisis de contenido de documentos y páginas web de la organización.

Palabras Clave: Militancia, movimiento estudiantil, partidos políticos, radicalismo, universidad.

Abstract

This article analyzes the engagement of Unión Cívica Radical party’s youth activists in the student political life of the University of Buenos Aires (UBA) in recent years. It argues that, faced with electoral collapse and loss of public office after the 2001 crisis, the party took advantage of its historical roots in this university for obtaining resources that, among others, allowed it to survive as an organization and reproduce its activism. The article shows that the university functioned as a refuge that served to recompose the intra-party life of a strongly weakened local organization. It was from within UBA’s politics that internal factions were formed, new grassroots committees were created and local leadership was renewed. The article analyzes the strategies of party’s student groups to preserve or regain their power at the university schools. It shows that, in order to maintain this valuable resource for their party, partisan groups tend to hide their party affiliation and develop a depoliticized repertoire of action oriented towards providing services to the students. The findings are based on fieldwork conducted between 2017 and 2018 in the City of Buenos Aires using qualitative research methods such as in-depth interviews, direct observations in party events, and documents and web pages content analysis.

Keywords: Activism, political parties, radicalismo, student movement, university.

Introducción

Hacia finales de 2001 y durante el año siguiente, una crisis social, económica y política sin precedentes sacudió a Argentina. La Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), epicentro de las protestas y movilizaciones, experimentó un colapso de su sistema de partidos (Mauro, 2012; Alessandro, 2009). La Unión Cívica Radical (UCR), el centenario partido que había liderado electoralmente el distrito en todos los períodos constitucionales hasta mediados de los años noventa, se vio drásticamente debilitada luego de la renuncia del presidente Fernando De la Rúa, a tal punto que en las elecciones locales de 2003 no llegó a alcanzar el 2% de los votos (Torre, 2003; Malamud, 2008; Zelaznik, 2013; Lupu, 2016; Obradovich, 2016), permaneciendo fuera del ejecutivo y electoralmente debilitada durante un largo período. Sin embargo, la UCR porteña ha logrado sobrevivir como organización partidaria y muestra, desde 2013, signos de revitalización electoral.
La resiliencia de los partidos políticos en tiempos de crisis o volatilidad electoral se encuentra asociada, entre otros factores, a la capacidad de sus organizaciones para reproducir a su militancia y mantener sus enraizamientos sociales y territoriales (Levitsky, 2003; Rice, 2011; Rosenblatt, 2013; Van Dyck, 2014; Levitsky et al., 2016; Cyr, 2017; Pérez Bentancur et al., 2019). En este artículo nos preguntamos por el papel que jugó la histórica inserción del radicalismo en la Universidad de Buenos Aires (UBA) para la reproducción de su militancia y la recomposición de su organización local durante las décadas posteriores a la crisis de 2001.
Si bien la vasta literatura sobre el movimiento estudiantil universitario argentino ha estudiado a las agrupaciones universitarias radicales, especialmente durante sus años de hegemonía entre el retorno democrático y la crisis de 2001 (Bultynch, 2008; Beltrán, 2013; Castro, 2019; Perrupato, 2019), es poco lo que sabemos sobre ellas en su etapa de declive luego de la crisis, y, especialmente, durante los años recientes. La pérdida de gravitación del radicalismo en la vida política estudiantil de las últimas décadas, en especial en la UBA, ha llevado a los pocos estudios existentes sobre el movimiento estudiantil universitario contemporáneo (Liaudat et al., 2012; Losada, 2019) a interesarse en menor medida por este actor luego de la crisis. La emergencia y fortalecimiento de las agrupaciones “independientes” en las últimas décadas atrajo la atención de la literatura especializada (Picotto y Vommaro, 2010; Blanco, 2017; Losada, 2019), quedando en un segundo plano la relación entre los partidos políticos y las organizaciones estudiantiles (Palacios-Valladares, 2016). Mientras los estudios sobre participación partidaria juvenil florecieron en los últimos años (Vázquez y Vommaro, 2012; Chaves et al., 2016; Longa, 2018; Vázquez et al., 2018; Grandinetti, 2021a), pocos se han enfocado en la inserción de las militancias partidarias juveniles dentro de la política estudiantil o en los vínculos entre las organizaciones estudiantiles y las organizaciones partidarias de pertenencia.
Aún cuando las agrupaciones estudiantiles del radicalismo perdieron, luego de la crisis, la centralidad que llegaron a tener en la política estudiantil de la UBA, aquí sostendremos que la inserción de la militancia radical en esta universidad contribuyó a la supervivencia del partido en la CABA en la post-crisis1. En este trabajo mostraremos que fue desde la política de esta universidad que el radicalismo porteño recompuso su vida intra-partidaria a partir de la conformación de las líneas internas que actualmente disputan la conducción del partido local. Refugiada en la universidad, la UCR local renovó generacionalmente sus liderazgos y revitalizó su organización a partir de la creación de nuevos comités barriales y la refundación de algunas de sus agrupaciones estudiantiles disueltas luego de 2001. El análisis de los repertorios de acción de la militancia radical en la política estudiantil de la UBA durante los años recientes nos mostrará que, para conservar esta fuente vital de recursos, sus agrupaciones optaron por velar su pertenencia partidaria ante los estudiantes y despolitizar sus repertorios, enfocándose en los servicios gremiales y eludiendo las discusiones político-partidarias.
Los resultados que presentaremos aquí se basan en un trabajo de campo llevado a cabo entre 2017 y 2018 en la CABA. Realizamos 21 entrevistas en profundidad semi-estructuradas a militantes juveniles del radicalismo porteño. Procuramos entrevistar a militantes que participaran de los diversos espacios internos de la UCR porteña y del radicalismo universitario. Las y los militantes entrevistados ocupaban o habían ocupado algún tipo de cargo en el partido, su organización juvenil o universitaria. Por otra parte, realizamos decenas de observaciones directas en comités barriales, facultades de la UBA, actos, charlas y otras actividades partidarias. Relevamos y analizamos documentos internos y de campaña, y páginas de Facebook de la JR, las agrupaciones estudiantiles del partido en la UBA y otras organizaciones ligadas a la UCR en el distrito. Utilizamos, además, fuentes secundarias para reconstruir los resultados electorales de la militancia estudiantil radical en las distintas facultades de la UBA entre 2009 y 2018.
El artículo se organiza de la siguiente manera. En un primer apartado, examinaremos los vínculos históricos del radicalismo y de su juventud con el movimiento estudiantil y con la vida político-asociativa de la UBA, desde sus orígenes en la primera década del siglo veinte hasta su período más crítico a comienzos del siglo siguiente. En un segundo apartado mostraremos cómo, en la adversidad, la UBA constituyó un refugio para la militancia juvenil radical luego del colapso partidario de 2001 y de los años siguientes. Examinaremos las estrategias que sus grupos internos desplegaron para sostener su poder en algunas facultades de la UBA, recuperar centros de estudiantes perdidos o refundar agrupaciones disueltas luego de la crisis. En un tercer apartado, nos ocuparemos de analizar los repertorios de acción del radicalismo en los centros de estudiantes de esta universidad en los últimos años. En un último apartado, veremos cómo se articula la militancia estudiantil con la territorial, analizando la intervención de grupos de militantes universitarios en la competencia intra-partidaria a partir de la apertura de nuevos comités barriales en la CABA.

El radicalismo y la vida político-asociativa de la UBA y las universidades nacionales

Con las banderas de la autonomía universitaria, el cogobierno estudiantil, la libertad de cátedra, el laicismo, la asistencia libre y la gratuidad, el movimiento reformista originado en las revueltas estudiantiles de 1918 en Córdoba dio inicio a la participación política estudiantil en las universidades argentinas (Walter, 1968; Chiroleu, 2000; Kandel, 2007; Bonavena, Califa y Millán, 2007; Buchbinder, 2010). El movimiento reformista, hijo de la expansión de las clases medias urbanas y la explosión de la matrícula universitaria, nació casi en paralelo a la llegada del radicalismo al gobierno nacional. Ambos procesos se apoyaron en esas nuevas capas medias, pusieron en cuestión el poder de la elite social y política tradicional, y bogaron por una ampliación de la ciudadanía política. El vínculo del radicalismo con el movimiento estudiantil reformista fue, en consecuencia, muy temprano (Chiroleu, 2000; Horowitz, 2008). Poco tiempo después de la creación de la Federación Universitaria Argentina (FUA), en 1918, el presidente Hipólito Yrigoyen (1916-1922; 1928-1930) recibió a sus dirigentes y les expresó su apoyo. Si bien la FUA se conformó como una organización apartidaria, participaban en ella, ya desde sus orígenes, militantes de diversos espacios políticos, incluida la UCR (Beltrán, 2013).
El gobierno de Marcelo T. De Alvear (1922-1928), del ala conservadora de la UCR, inauguró, pocos años después, sin embargo, un período de varias décadas de contrarreformas con la sanción de un nuevo estatuto universitario en 1923. El golpe de José Félix Uriburu (1930-1932), unos años después, prohibió la actividad política estudiantil y eliminó el cogobierno en las universidades. En 1944, el gobierno de facto de Edelmiro Farrell (1944-1946) terminó con la autonomía e intervino las universidades. Si bien en 1945 fueron normalizadas, dos años después, durante el primer gobierno de Juan  Perón (1946-1955), se anuló la autonomía nuevamente, se prohibió la actividad política y se le quitó el voto a los representantes estudiantiles -elegidos ahora por sorteo entre aquellos con mejor promedio- en los cuerpos directivos de las universidades (Pronko, 2000). El golpe de estado de 1955 restableció, al menos formalmente, la autonomía y el cogobierno, habilitando, además, la creación de universidades privadas, reclamo de la Iglesia Católica para poder fundar universidades con formación religiosa. Fue Arturo Frondizi (1958-1962) quien reglamentó la ley de la dictadura habilitando las universidades privadas en 1958, lo que dio lugar a una serie de movilizaciones en contra y a favor de las universidades confesionales. Con el derrocamiento de Arturo Illia (1963-1966) se inició un período de fuerte persecución política y represión al movimiento estudiantil que se hará patente al iniciarse la dictadura de Juan Carlos Onganía (1966-1970) con una violenta represión de las protestas de estudiantes y docentes en la UBA contra la intervención de las universidades en 1966, conocida como “la noche de los bastones largos” (Califa, 2013; Bonavena y Califa, 2018).
Durante este extenso período de contrarreformas, intervenciones y persecución al movimiento estudiantil, se consolidó un espacio heterogéneo de agrupaciones que levantaban las banderas del reformismo de 1918. Ligadas al anarquismo, al Partido Socialista (PS) y al radicalismo, algunas de estas agrupaciones reformistas confluyeron en 1967, un año después de la noche de los bastones largos, en la Unión Nacional Reformista Franja Morada, antecedente de lo que sería la Franja Morada radical años después. Se trataba de agrupaciones de diversas extracciones políticas y partidarias de la Universidad Nacional del Litoral, la Universidad Nacional de Rosario, la Universidad Nacional de La Plata y la Universidad Nacional de Córdoba, que se identificaban como reformistas y, muchas de ellas, utilizaban el sello Franja Morada, recordando las escarapelas que los reformistas del 18 habrían confeccionado a partir de cinturones eclesiásticos de ese color.
Un año después, en 1968, un grupo de dirigentes juveniles del radicalismo creó la Junta Coordinadora Nacional (JCN), un espacio interno del partido que se propuso, entre otras cosas, recuperar a la JR como organización juvenil orgánica nacional, luego de la fractura del partido en 1957 (Benítez, 2010; Fernández, 2010; 2017). La JCN decidió organizarse en frentes: el gremial, el universitario, el barrial y el partidario. La estrategia para el frente universitario era hacer de la Franja Morada (FM) la organización del radicalismo en las universidades. Este proyecto terminó de consolidarse cuando uno de los “coordinadores”, Federico Storani, llegó a la conducción de la FUA (de una de ellas, porque se encontraba dividida en dos) en 1973. Previamente, los radicales se habían encargado de que tanto los socialistas como los anarquistas abandonaran la organización. Así, nació la FM que terminaría, años después, integrando orgánicamente la UCR como su brazo universitario, con representantes con voz y voto en sus órganos de conducción.
A pesar de que los radicales controlaban la FUA, en la UBA cobró fuerza, hacia 1973, la Juventud Universitaria Peronista (JUP), que viviría su momento de auge con la llegada de Héctor Cámpora (1973-1973) al gobierno, y con la vuelta de Perón al país y a la presidencia meses después2. Con la muerte de Perón en 1974, las acciones violentas del grupo paramilitar de ultraderecha conocido como la Tripe A durante el gobierno de María Estela Martínez de Perón (1974-1976) y la posterior dictadura cívico-militar iniciada en 1976, el movimiento estudiantil argentino sufrió la más terrible persecución de su historia (Seia, 2019). Sin embargo, mientras la JUP y otras agrupaciones peronistas y de la izquierda trotskista y maoísta dejaron de funcionar, con gran parte de sus dirigentes secuestrados y asesinados por el gobierno militar o exiliados, FM se mantuvo en la semiclandestinidad, amparada en la FUA, que continuó operativa durante la dictadura (Beltrán, 2013; Seia, 2018).
Así, la vuelta de la democracia encontró a la FM fortalecida frente a otros espacios del peronismo y de la izquierda en la UBA (Toer, 1988; Arriondo, 2011; Yann, 2017; Castro, 2019). No solo no se había disuelto como organización, sino que había conservado la FUA y se había acercado, a través de la JCN, a quien resultaría el presidente electo en 1983, Raúl Alfonsín (Benítez, 2010; Fernández, 2010). Muchos ex dirigentes de la FM y de la JCN se integraron al nuevo gobierno en posiciones clave. De este modo, la recuperación democrática y los primeros años del alfonsinismo marcaron el inicio de un período de expansión de la FM en la UBA, al calor de la “primavera democrática” y el auge del alfonsinismo. El ocaso del gobierno de Alfonsín, visible en las elecciones legislativas de 1987, tuvo su correlato en la UBA, cuando la agrupación de centro-derecha UPAU ganó, ese mismo año, cuatro centros de estudiantes manejados hasta entonces por FM (Talento, 1988; Arriondo, 2011, 2015; Beltrán, 2013; Blanco y Vommaro, 2018).
Sin embargo, la década del noventa -de declive para la UCR a nivel nacional- fue muy favorable para el radicalismo en la UBA, que no solo mantuvo el rectorado, sino que llegó a presidir diez de los catorce centros de estudiantes en 1994 (Beltrán, 2013). Fue por esos años que la FM de la UBA se posicionó como una voz opositora a las políticas del gobierno de Carlos Menem (1989-1999), especialmente a la sanción de la Ley de Educación Superior en 1995. Coordinada con la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) y sus sindicatos docentes CTERA y Conadu, la FUA -en manos de la FM de Buenos Aires- participó de las protestas contra la nueva ley durante la segunda parte de los noventa (Yann, 2018). Algo de este ímpetu se mantuvo con la llegada de De la Rúa (1999-2001) al gobierno, cuando la agrupación radical confrontó en varias oportunidades con su ministro de educación, Juan Llach, y se movilizó contra los intentos de recorte del presupuesto universitario del fugaz ministro de economía, Ricardo López Murphy (Losada, 2019). Sin embargo, estos posicionamientos públicos contra el gobierno de su propio partido no lograron evitar que la crisis de 2001 los arrastrara consigo.

La UBA como refugio para un partido en crisis: derivas del radicalismo universitario luego de 2001 y recomposición de la UCR local

Los fracasos económicos del gobierno de De la Rúa, sus intentos de recortar el presupuesto universitario e, inclusive, de discutir el arancelamiento de las universidades públicas, sumados al desprestigio de la FM ante una serie de escándalos de corrupción con repercusión mediática, dieron lugar a un período de declive del radicalismo en la política estudiantil de la UBA, luego de los años dorados iniciados con la vuelta de la democracia, que ubicaron al radicalismo, hacia los noventa, en una posición hegemónica dentro de la universidad más grande del país.
Al momento de asumir el gobierno De la Rúa, en 1999, FM conducía –en algunos casos en alianza con agrupaciones ligadas al FREPASO- nueve centros de estudiantes (Derecho, Medicina, Arquitectura, Farmacia, Psicología, Odontología, Económicas, Veterinarias y Sociales). Un año después, había perdido dos (Sociales y Veterinarias) y, hacia 2001, meses antes de la caída del gobierno, se quedó solo con cuatro (Derecho, Medicina, Farmacia y Odontología). En Económicas, la agrupación independiente de izquierda Tontos pero No Tanto (TNT), liderada por Iván Heyn y Axel Kicillof, se adjudicó el triunfo, lo que dio lugar a una larga disputa con FM, que no reconoció el resultado y terminó creando un centro de estudiantes paralelo que funcionó hasta 20033. Días después de la caída del gobierno radical, en diciembre de 2001, el radicalismo perdería también la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA) en manos de un frente de agrupaciones de izquierda e independientes, luego de 18 años de presidirla. Las cosas no irían mejor en los años siguientes. Muchas de las agrupaciones de FM en las distintas facultades de la UBA se desintegrarían y dejarían de presentarse a las elecciones por varios años. Otras, cambiarían de nombre y de colores para sobrevivir, estableciendo alianzas con sectores del socialismo y del peronismo. Solo en la Facultad de Derecho el radicalismo conservaría su sello y colores históricos, a pesar de los magros resultados y de las fracturas internas.
Si bien FM perdió gran parte del electorado estudiantil en muy pocos años, el radicalismo supo sostener su poder dentro la UBA. Ante un partido en crisis, fuera del ejecutivo local y nacional, con una reducida bancada en la Legislatura porteña y escasas chances electorales en el distrito4, la UBA fue uno de los pocos ámbitos institucionales en los que el radicalismo de la CABA continuó enraizado después de 2001 (Prats, 2019).
Fueron ex dirigentes de la FM, en muchos casos convertidos en funcionarios de la universidad, quienes dieron lugar a un proceso de recambio generacional dentro de la UCR porteña, constituyendo una línea interna dentro del partido junto a dirigentes jóvenes provenientes de otras universidades nacionales del país. Así, en 2003, se funda la agrupación Cantera Popular en la provincia de Santa Fe. Este espacio interno expresaba en la CABA al sector de FM que, luego de haber sido discutida su legitimidad en las elecciones del centro de estudiantes de Económicas en 2001, había logrado retener sus posiciones de poder en los distintos claustros de la facultad, refundando la agrupación bajo el nombre de Nuevo Espacio (NE). Emiliano Yacobitti -que había presidido el centro de estudiantes de Económicas desde 1998, pasando a la secretaría general de FM Regional Buenos Aires en 2001 y a la presidencia de la FUA en 2002- sería el referente más visible de esta línea interna de la UCR en el distrito. Cantera Popular llegaría a presidir en forma ininterrumpida la JR Nacional desde 2004 y la JR de la CABA desde 2005, y en 2013 alcanzaría la presidencia de la UCR porteña, constituyéndose en la línea mayoritaria dentro del partido local. Así, la UBA permitió a algunos dirigentes provenientes de la militancia universitaria acumular capital político y movilizar recursos para incidir en la vida interna del partido, ganando posiciones primero en su organización juvenil, para desde allí, construir poder interno a partir de una estructura territorial de comités barriales que los llevaron a constituirse en la facción dominante del partido en la CABA y en un actor de peso a nivel nacional (Grandinetti, 2021a)5.
En la actualidad, la militancia universitaria del radicalismo se encuentra dividida en dos líneas internas: por un lado, las agrupaciones del sector de NE/Cantera Popular, afincado en la Facultad de Ciencias Económicas y presente también en Psicología (EDI), Medicina (NE), Odontología (AFO), Ciencias Sociales (Nuevo Sociales) y Farmacia y Bioquímica (NE); y, por el otro, las que conservaron (o se refundaron recientemente bajo) el sello FM, con su bastión en la Facultad de Derecho y presencia en Filosofía y Letras, Arquitectura, e Ingeniería.
Además de expresar disputas dentro del partido y de su organización juvenil -actualmente entre Cantera Popular y los sectores opositores a este espacio- la división entre estas líneas expresa también una disputa en torno a los usos y el valor de los símbolos y tradiciones históricas del partido en el mundo universitario, y muestra los caminos divergentes que siguieron las militancias radicales en estas facultades luego de la crisis de 2001. Mientras el radicalismo de la Facultad de Derecho hizo de haber mantenido el nombre y los colores de la agrupación -a pesar de los pobres resultados en las elecciones de su facultad durante más de una década- una suerte de bandera hacia dentro del partido, signo de su fidelidad a la identidad radical en la universidad, el sector de Económicas, liderado por Yacobitti, rápidamente se despegó de la simbología franjista para, luego de los ya mencionados escándalos que llevarían a la creación de un centro de estudiantes paralelo, refundar la agrupación bajo el nombre de Nuevo Espacio, cambiando el tradicional color “morado” por un estridente color naranja. Este vínculo más pragmático con la identidad y los símbolos radicales en la UBA le sirvió para conservar el apoyo estudiantil luego del colapso del radicalismo en 2001 y reconfigurarse –al menos en la presentación pública, como veremos más adelante- como una agrupación integrada por diversos sectores políticos, despertando el rechazo de la dirigencia más tradicional de FM. Paradójicamente, la dirigencia de NE presenta esa desafiliación simbólica respecto al radicalismo como una vuelta a las raíces de la FM de finales de los sesenta, antes de ser plenamente cooptada por la UCR, y como una forma de ser fiel a los intereses del radicalismo al sostenerlo en una posición de poder en la universidad más allá de las etiquetas. Así explican estas disputas militantes de ambos sectores:

“En el 2001, con todo el declive del radicalismo, todas las estructuras se empiezan a rediscutir (...) Las dos facultades que normalmente conducen la agrupación son Económicas y Derecho, por la masividad. Y justamente Económicas y Derecho tenían posturas distintas: una postura más tradicionalista de ‘sigamos siendo radicales, sigamos siendo la Franja, por la tradición, por los años...’, eso representaba Derecho; y una posición más de estructura de poder, en términos de la mejor forma de mantener vivo al radicalismo y la militancia del reformismo y a la Franja es volver a la base. O sea, cuando nace la Franja en el 67 no eran todos del radicalismo (...), eso por un lado. Y por el otro, que no había que perder las estructuras de poder, porque al fin y al cabo vos hacés política para transformar realidades, y la forma de transformar realidades es teniendo un espacio de poder” – Nancy, militante de la agrupación Nuevo Espacio e integrante de la mesa directiva de la JR (CABA)6.

“Era un trabajo difícil, pero creo que lo más valioso que hicimos fue mantenernos con nuestra identidad, no cambiar (…) Si nosotros, como hicieron en otros lados, hubiéramos cambiado el nombre, capaz que la recuperación en términos electorales podría haber sido mucho más rápida (…) Cualquier estudiante que entra a estudiar acá relaciona a la Franja Morada con el brazo universitario de la Unión Cívica Radical, entonces, si nosotros nos paramos en un esquema político más amplio, lógicamente pueda ser más fácil tener una llegada porque no estás tan relacionado con lo que pasa en el contexto político nacional o local de la Ciudad de Buenos Aires” – Gastón, dirigente de la agrupación Franja Morada en la Facultad de Derecho.

La muerte del ex presidente Alfonsín en 2009, con un masivo funeral y una reivindicación pública de su figura, la selección de un candidato competitivo en el distrito como Martín Lousteau en 2013, el recambio generacional y el fortalecimiento interno de dirigentes nacidos en el radicalismo universitario (con la emergencia de Cantera Popular) le permitieron al radicalismo mejorar su situación en la vida política estudiantil de la UBA durante los últimos años. En primer lugar, volvieron a formarse agrupaciones radicales en algunas facultades donde hacía años que no presentaban listas: Psicología en 2011 (EDI), Arquitectura en 2012 (FM), Ingeniería en 2013 (Nueva Ingeniería y, desde 2016, FM), Exactas y Naturales en 2014 (NE), Filosofía y Letras en 2016 (FM). Mientras en 2009 el radicalismo había presentado listas en siete de las trece facultades, en 2017 alcanzó el máximo (entre 2009-2018) de once facultades.
En el período 2009-2018 mantuvo, con un importante caudal de votos, los centros de estudiantes de Económicas y de Odontología, y se consolidó como segunda fuerza en Derecho (donde llegó a ganar en 2015) y en Farmacia. Condujo el centro de estudiantes de Medicina durante 5 años consecutivos, creció rápidamente en la facultad de Psicología (ganando, luego, la conducción del centro en 2019) y en Arquitectura (en alianza con el PRO y otras agrupaciones reformistas afines al radicalismo), donde en este período no llegaron a ganar el centro de estudiantes (lo lograrían, luego, en 2019) pero sí las elecciones del claustro estudiantil para el Consejo Directivo en 2017. En otras facultades como Filosofía y Letras, Sociales, Exactas y Naturales, e Ingeniería, los intentos de reinstalarse no dieron buenos resultados. Un caso extraño es el de Veterinarias, donde NE era la segunda fuerza hasta 2011 y, luego de cinco años sin presentarse, terminó ocupando un lugar marginal dentro de la vida política estudiantil de la facultad. La única facultad en la que, durante 2009-2018, no se presentó ninguna lista radical (es decir, de una agrupación que integre la Regional Buenos Aires de Franja Morada) es en Agronomía. Allí, una agrupación de centro-derecha, denominada Línea Agronomía Independiente (LAI), lideró durante 20 años el centro de estudiantes, hasta que en 2018 perdió en manos de un frente de agrupaciones de izquierda, kirchneristas e independientes. Si bien no tiene vínculos formales con la UCR, algunos informantes entrevistados caracterizaron a LAI como una agrupación “aliada” al radicalismo dentro de la política de la universidad.

Tabla 1.
Posición y porcentaje de votos obtenidos por las listas integradas por agrupaciones oficiales de la UCR en las elecciones de los centros de estudiantes de la UBA por facultad (2009-2018)

 

2009

2010

2011

2012

2013

2014

2015

2016

2017

2018

Arquitectura,

Diseño y

Urbanismo

 

-

 

-

 

-

(6,5)

 

11°

(2,2)

(30)

(31,2)

(35,6)

(32,2)

Cs.

Económicas

(50,8)

(55,4)

(56)

(58,3)

(51,5)

(58)

(56,3)

(60,8)

(67)

(68,8)

Cs.

Exactas y Naturales

 

-

 

-

 

-

 

-

 

-

(2,9)

(3,7)

 

-

 

-

 

-

Cs.

Sociales

(4,2)

(3,5)

(3)

(7,6)

(6,2)

(6,9)

(4,5)

(4,7)

(4,9)

 

-

Cs. Veterinarias

(30,9)

(31)

(35)

 

-

 

-

 

-

 

-

 

-

(2)

(5,4)

Derecho

(10,2)

(13,7)

(12,1)

(9.9)

(13,4)

(19,5)

(26,7)

(27,5)

(24,9)

(23,1)

Farmacia y Bioquímica

(50)

(38)

(38,8)

(24,7)

(21,9)

(17,2)

(15,3)

(9,7)

(18,5)

(12,9)

Filosofía y Letras

 

-

 

-

 

-

 

-

 

-

 

-

 

-

(3,5)

(4,4)

(4,3)

Ingeniería

 

-

 

-

 

-

 

-

(4,4)

(4,5)

(3,2)

(3,6)

(2,5)

(3,9)

Medicina

(6)

(12)

(23,5)

(35,3)

(42,7)

(56,8)

(62,2)

(55)

(43,1)

(35,2)

Odontología

(61)

(60)

(70)

(71,6)

(75)

(71,4)

(81,3)

(89,5)

(88,9)

(89,7)

Psicología

 

-

 

-

(5,4)

(7)

(12,4)

(20,3)

(25,6)

(25)

(29,1)

(31,5)

Cantidad de facultades en las que se presenta:

7

7

8

8

8

10

10

10

11

10

Fuente: elaboración propia en base al portal Juventud Informada, Pagina/12 Universidad y páginas de los centros de estudiantes.

En cuanto a las alianzas con otros espacios políticos, durante los últimos años, las listas radicales se presentaron, en algunos casos, en frentes junto a otras fuerzas aliadas en la política nacional o local, bajo etiquetas que remitían directa o indirectamente a aquellas coaliciones. Tal es el caso de la lista “UNEN” en Psicología (2013) e Ingeniería (2014), que incluía también a socialistas; del frente “GEN” en Farmacia y Bioquímica (2014 y 2015), compuesto por radicales de NE, militantes del partido GEN de Margarita Stolbizer y otros sectores afines; y de los frentes con el PRO en Arquitectura en 2015, 2016 y 2018. Dependiendo la facultad, la línea de NE ha establecido, por su parte, acuerdos con el socialismo y con ciertos grupos peronistas que se integran a sus agrupaciones (NE, EDI, AFO) y funcionan como aliados, más o menos informalmente, dentro de la vida política de la UBA.

¿Son los servicios, estúpido? Repertorios de acción del radicalismo en los centros de estudiantes de la UBA
A pesar de que las organizaciones estudiantiles radicales de las distintas facultades de la UBA, nucleadas en la Franja Morada Regional Buenos Aires, tienen sus representantes con voz y voto en los órganos de gobierno de la UCR porteña, su pertenencia al partido no es algo que hagan visible ante los estudiantes. En algunos casos, como el de NE de la Facultad de Medicina, se presentan, sorprendentemente, como “una agrupación estudiantil independiente que no responde a los intereses de ningún partido”, en otros, como en NE de Ciencias Económicas o EDI de Psicología evitan hacer explícita su pertenencia al radicalismo presentándose como agrupaciones “reformistas” y “plurales” en las que participan militantes de diversas fuerzas políticas junto a “independientes”. En la FM de la Facultad de Derecho, aún cuando sus militantes usan la iconografía de la pluma y el martillo del escudo de la UCR en sus buzos morados, se presentan públicamente ante el estudiantado como “alfonsinistas” o como “reformistas”, eludiendo las referencias explícitas al partido. Lo cierto es que, más allá de la participación de algunos estudiantes no afiliados y de la inclusión –en Económicas y Psicología, por ejemplo- de algunos militantes del PS, estas agrupaciones no solo responden políticamente al radicalismo sino que integran formalmente la UCR, tal y como lo establece la carta orgánica del partido.
Las militancias radicales en las facultades tienden a escaparle a las cuestiones político-partidarias al acercase al estudiantado. Los repertorios de acción, como mostraremos, varían entre las distintas facultades y entre las dos líneas internas del radicalismo en la UBA. Sin embargo, en ambos casos, el foco de sus actividades se concentra en lo que suelen llamar “servicios” al estudiante7. Por un lado, se trata de actividades de asesoramiento sobre cuestiones académicas y burocráticas de las facultades: brindan información y recomendaciones a los estudiantes sobre cátedras, docentes, fechas de inscripción, trámites, becas, correlatividades, entre otras cosas. Como ocurre con la mayoría de las agrupaciones estudiantiles, tienen mesas en los pasillos de las facultades donde, a lo largo de la extensa jornada de cursada, siempre hay uno o dos militantes disponibles para responder consultas. En los últimos años han ido sumando canales no presenciales como grupos de WhatsApp o, en el caso de la FM de Derecho, un chat automatizado llamado “Sara”, donde los estudiantes pueden solicitar información vinculada a las materias o al calendario académico de la Facultad. Así describen sus repertorios militantes radicales de la UBA con quienes conversamos:

“Acompañamiento en todo. El pibe entra perdido a la facultad, entra perdido en un mundo de 25 mil personas, y no sabe a dónde ir, a dónde hacer trámites. Nosotros en lo gremial le hacemos los trámites a absolutamente todos los alumnos. Ese es el rol de una agrupación universitaria, además de defender, obviamente, ahí te estoy hablando en el día a día, estar pendiente de la oferta de cursos, de que la gente que labura todo el día y solo puede cursar a la noche tenga las materias que tiene que cursar” – Lautaro, directivo de Franja Morada Regional Buenos Aires y militante en la Facultad de Derecho.

“Económicas es una facultad que en términos políticos no discute, o sea, el estudiante no discute (…) Llegarle con discusiones políticas es muy difícil, entonces nosotros nos focalizamos en ese marco, más en los espacios de gestión, que tengan las computadoras, que tenga internet, que tengan becas.” – Nancy, militante de la agrupación Nuevo Espacio e integrante de la mesa directiva de la JR (CABA).

Las y los militantes, además, suelen cursar sus materias con las remeras o buzos de la agrupación, buscando posicionarse como referentes estudiantiles dentro de las aulas. La idea de una militancia orientada a los servicios se sostiene en la construcción de una presentación de sí de la militancia radical como estudiantes “ejemplares”, que conocen en profundidad los asuntos académicos de las carreras que cursan y están en condiciones de asesorar a otros estudiantes a partir de su propia experiencia. Esta imagen del estudiante ejemplar se contrapone, en el discurso de los radicales, con la del militante que convierte a la facultad en una excusa para hacer política, que cursa la mínima cantidad posible de materias y tarda largos años en recibirse:

“Nuestra última campaña [en la Fadu] y lo que venimos trabajando hace un tiempo es el ser estudiantes, o sea, nosotros somos estudiantes, yo estoy en el segundo año de Arquitectura teniendo 21 años, tengo la edad justa para haber hecho todas las materias en tiempo y forma, nosotros somos estudiantes, estamos ahí porque estudiamos y en el momento en el que terminemos de estudiar nos iremos” – Lucrecia, militante de Franja Morada en la Facultad de Arquitectura e integrante de la mesa directiva de la JR (CABA).

Otro eje de las actividades de las agrupaciones radicales en la UBA pasa por las “charlas académicas”. También concebidas como un servicio a los estudiantes, organizan charlas sobre temas vinculados a la formación técnica o al ejercicio profesional que buscan complementar la formación curricular de las distintas carreras. Estas charlas son dictadas por profesores afines, estudiantes avanzados o graduados que militan en la agrupación o el partido, pero se concentran casi exclusivamente en -en palabras de una entrevistada- “cuestiones útiles” para la inserción profesional de los estudiantes (“Cómo redactar una demanda”, “Práctica profesional judicial: qué hace un juez, un fiscal o un defensor”, “Sacale el jugo a los fallos”, “Gestión e información contable aplicada a los pequeños negocios”, “Técnicas cuantitativas con R”, son los títulos de algunas de estas charlas en Derecho o Económicas, publicitadas en Facebook). Las agrupaciones brindan también clases de apoyo para algunas materias y, por ejemplo, la FM de Derecho tiene un podcast sobre contenidos curriculares. Esporádicamente, algunas charlas se abocan a temas de coyuntura, aunque sin perder su tinte académico. En varias oportunidades durante las campañas electorales de 2017 y 2019, por ejemplo, el dirigente y candidato radical Martín Lousteau dio “conferencias” y presentó su libro en las facultades de Derecho y Económicas, pero nunca fue presentado como dirigente, candidato o diputado del radicalismo. Sobre el repertorio de las “charlas académicas”, nos comenta un militante:

“Tratamos de hacer charlas más académicas porque es lo que más les interesa, en más de una oportunidad llevamos a algún dirigente del partido, pero más teniendo en cuenta la crisis del radicalismo, particularmente acá en Capital Federal, no nos servía para nada, de hecho, terminamos intentando ir nosotros mismos para que cuando sacamos la foto no esté tan vacío el salón, pero lo que sí hacemos, al abordar alguna temática de índole académica, que los disertantes sean personas que coincidan en cómo nosotros vemos la problemática a tratar” – Omar, referente de Cantera Popular en la Facultad de Derecho.

La única figura del radicalismo que es utilizada con frecuencia por las distintas agrupaciones es la de Raúl Alfonsín. Su nombre y su imagen suelen aparecer en las páginas de Facebook de FM y NE de las distintas facultades de la UBA, cada vez que se conmemora alguna fecha histórica vinculada al ex presidente: el aniversario del retorno democrático, del juicio a las Juntas militares, de la publicación del informe de la CONADEP (el “Nunca Más”), o de su muerte.
La invitación a participar de actividades partidarias a otros estudiantes se da de forma selectiva e individual. En ningún caso estas agrupaciones invitan públicamente a actos partidarios o a actividades en los comités. En cambio, cuando un estudiante que se acerca a las agrupaciones muestra un mayor interés por la política o por el radicalismo, se lo invita a participar de actividades partidarias. En otros casos, se los acerca al partido a través de actividades solidarias organizadas a través de ONGs creadas ad hoc por algunos comités con el fin de captar la participación de jóvenes no afines a la política partidaria.
Así, los repertorios de la militancia universitaria y los de la militancia territorial están escindidos dentro de la juventud partidaria. Si bien es muy frecuente la militancia cruzada en ambos ámbitos, el tipo de prácticas que se desarrolla en cada uno de ellos cumple finalidades y sigue lógicas distintas. Como vimos anteriormente, NE se inscribe en una línea interna mayoritaria dentro del partido a nivel local (Cantera Popular), al mismo tiempo que domina la política de varias facultades (Económicas, Odontología, Psicología, Medicina), lo que le permite mantener ambas estructuras relativamente separadas entre sí. La línea que conserva el sello FM (no alineada con Cantera Popular), en cambio, es la segunda fuerza dentro de la única facultad en la que ocupa posiciones relevantes (Derecho) y busca desde el ámbito universitario, como veremos en la próxima sección, constituirse en una línea interna opositora dentro de la UCR porteña. Esto hace que sus militancias universitarias y territoriales actúen más coordinadamente y que, desde la universidad, se busque influir más abiertamente en la vida interna del partido. Tal fue el caso del posicionamiento opositor de la FM de Derecho ante la conformación de la alianza de centro-derecha Cambiemos -junto al PRO, la Coalición Cívica-ARI y otras fuerzas menores- en 2015.
En suma, a sabiendas de que las agendas político-partidarias resultan poco redituables dentro del electorado universitario al que el radicalismo busca interpelar, las agrupaciones radicales apuestan a un repertorio de acción basado en los servicios gremiales y académicos, y, en menor medida, en las propuestas recreativas o solidarias. Ante el desprestigio del radicalismo luego de 2001,  en función de las características del estudiantado de cada facultad, oscilan entre cultivar un perfil “independiente” y apolítico, o posicionarse políticamente sobre algunos temas sin explicitar públicamente su pertenencia a la UCR. La UBA constituye una fuente de recursos de gran importancia para el radicalismo porteño y su militancia juvenil. Sin embargo, paradójicamente, para conservar esa estructura de poder en la universidad, el radicalismo opta velar su identidad partidaria entre los estudiantes. Mantener este recurso central para la vida del partido y de sus líneas internas les exige ocultar total o parcialmente su pertenencia al radicalismo, presentándose como agrupaciones “independientes” o “plurales”, enfocadas en brindar servicios a los estudiantes8.

El salto al partido. La creación de comités barriales desde la militancia universitaria
Si bien históricamente existieron tensiones y rivalidades entre la militancia juvenil de los comités de barrio y la militancia universitaria, en la actualidad ambas formas de activismo se entrecruzan dentro del radicalismo porteño. La militancia juvenil de los comités suele ayudar a las agrupaciones radicales en los períodos de elecciones en la universidad, y es común que las y los militantes universitarios participen también de algún comité barrial.
Para los dirigentes de las agrupaciones universitarias del radicalismo, abrir comités en los barrios de la CABA es una forma de ganar espacios en el partido y participar de la vida intra-partidaria, haciendo de sus organizaciones estudiantiles líneas internas con incidencia en la toma de decisiones del partido. Así, como hemos visto, dirigentes del radicalismo porteño como Emiliano Yacobitti y Juan Nosiglia, provenientes de la militancia en la FM (luego, NE) de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA dieron el salto de la universidad al partido, abriendo comités bajo el sello Cantera Popular, que en pocos años conquistaría la presidencia de la JR Nacional y, tiempo después, de la JR y el Comité de la CABA. Una estrategia similar ha seguido, más recientemente, la línea minoritaria dentro del radicalismo universitario, el sector conocido informalmente como la “Banda de Derecho”, que nuclea a estudiantes, graduados y profesores de la FM de la Facultad de Derecho de la UBA, y de otras facultades que han conservado el sello Franja Morada dentro de la universidad. Como estrategia para salir del ámbito estrictamente universitario y ganar peso interno en el radicalismo, los dirigentes de la FM de Derecho han abierto en los últimos años algunos comités en la CABA en los que participan casi exclusivamente militantes universitarios. Para muchos de estos jóvenes dirigentes, abrir un comité es una forma de dar continuidad a sus carreras políticas una vez finalizado su ciclo en la universidad. Abrir un comité implica, en primer lugar, ganar visibilidad y reconocimiento en el partido, de modo de poder participar de la competencia interna y ocupar cargos partidarios, tanto en la JR como en el partido local. Dar “el salto al partido” les permite poner en valor, dentro de la vida interna de la UCR, el capital político acumulado en la universidad. Al mismo tiempo, abrirse un lugar al interior del partido implica fortalecerse dentro de las internas del radicalismo universitario. Con estas palabras nos lo explica un dirigente universitario que participó de la apertura de un comité en los últimos años:

“Por el hecho de militar en la Franja [Morada] éramos varios que queríamos dar el paso al partido y nos juntamos unos cuantos, por eso el comité surge, sobre todo, en la Franja [Morada de la Facultad de] Derecho, para hacer pie en la política territorial del radicalismo de la Capital (…) Arrancamos medio de cero, pero siempre estuvimos vinculados así que teníamos conocimiento de la política del radicalismo, pero no es lo mismo eso que tener un local y que hacer pie de otra manera, empezar a ejecutar políticamente (...) Ayuda para la vida interna del partido, para la relación con los afiliados, para insertarse en la comuna, para las disputas políticas, vos sabés que cada dos años se renuevan las autoridades del partido y no es lo mismo participar en las mismas sin un local, una referencia política territorial” – Gastón, dirigente de la agrupación Franja Morada en la Facultad de Derecho.

Al momento de abrir un nuevo local partidario, corren con la ventaja de contar con militantes universitarios fácilmente reclutables para las actividades del comité, pero que, al mismo tiempo deben aprender el oficio de la militancia territorial, vincularse con afiliados que pertenecen a otras generaciones, familiarizarse con las disputas internas del partido a nivel local, las dinámicas de cooperación y competencia entre comités dentro de la comuna, y entrar en contacto con referentes y “punteros” barriales, que en muchos casos carecen de un local y de militancia propia, pero cuentan con redes de afiliados dentro del barrio, cruciales para negociar o ganar internas. Una militante estudiantil que participó de la creación de un comité barrial nos explica así estas dificultades:

“Mi grupo político empieza en la militancia política de la facultad y después se abre el comité y nos costó muchísimo trasladar, entender cómo funcionaba el barrio, porque uno está acostumbrado a ver gente todos los días, a repartir volantes y que la gente pregunte, y no funciona así el barrio, de ninguna manera, nosotros repartimos cartas, le poníamos mucho huevo a la militancia de barrio pero nos costó años entender cómo funcionaba, que para lograr ese feedback tenés que dar algo concreto” – Nancy, militante de la agrupación Nuevo Espacio e integrante de la mesa directiva de la JR (CABA).

La militancia universitaria es una militancia de tiempo completo, que exige un compromiso cotidiano. Se inicia muy temprano a la mañana y termina al borde de la medianoche, requiere un trabajo proselitista continuo -puesto que todos los años hay elecciones- y, en caso de tener la conducción del centro de estudiantes, un agitado trabajo de gestión. En cambio, la militancia territorial tiene otros ritmos, “el ritmo de la persona grande”, según las palabras de una militante juvenil con la que conversamos. En los comités conviven militantes de distintas edades, que trabajan y disponen de menos tiempo para militar. Las actividades suelen realizarse pasada la tarde y los comités abren las puertas, generalmente, algunas veces por semana y, si lo hacen todos los días, unas pocas horas.
Para las y los militantes provenientes de la universidad, esto implica un trabajo de adaptación: los ritmos son otros, los compañeros de militancia también y el trabajo cotidiano se parece poco al que realizan en la UBA. A nivel práctico, militar en un comité es militar para y con los afiliados del partido, desplegando un repertorio de acciones que tienen por objetivo interpelar a un público diferente en términos generacionales, que comparte otros códigos y expectativas. El propósito de la acción militante en un comité, orientado en gran parte a la vida interna partidaria y al vínculo con el afiliado (Grandinetti, 2021a), también supone un trabajo de adaptación para las y los militantes universitarios. Hacer política en un comité los obliga a interiorizarse en las discusiones propias del partido -que al militante universitario lo interpelan solo tangencialmente en su quehacer cotidiano- y a pasar de una agenda gremial estudiantil bastante acotada a empezar a discutir cuestiones de política local y nacional.
La militancia universitaria se da en un contexto de mayor homogeneidad generacional y sociocultural, tanto dentro del grupo de militantes como entre el electorado estudiantil, al mismo tiempo que los pone en un constante contacto con militantes de otros espacios políticos, con los que se convive dentro de cada facultad. En cambio, excepto en tiempos de campaña electoral, el trabajo en los comités se vuelca al interior del partido y los intercambios habituales se dan mayormente entre el mismo grupo del comité y sus afiliados, que pertenecen a distintas generaciones y han desarrollado diversas trayectorias militantes.
A su vez, para aquellos militantes que llegan a los comités desde la militancia universitaria y que no provienen de una familia radical, el pasaje a la militancia territorial, el –en palabras de un entrevistado- “hacer radicalismo” en un comité, significa también hacer política desde una identidad abiertamente radical –algo que ocurre en menor medida en FM y no ocurre en NE, aun cuando están institucionalmente ligadas al partido- y que, a nivel personal, supone terminar de percibirse a sí mismos como militantes radicales. Ante la despolitización de las agendas de la militancia radical en la UBA y la –mayor o menor- invisibilización de su pertenencia a la UCR, participar en un comité les permite completar su militancia política y consolidar su vínculo con el partido.

Conclusiones

Luego varios años de decadencia electoral, la crisis de 2001 supuso para el radicalismo porteño el inicio de una larga estadía fuera del gobierno. En tiempos en los que el acceso a la gestión pública -y a los recursos estatales que ella implica- resulta crítico para la supervivencia de los partidos como organizaciones capaces de reproducir a su militancia, esto supuso para la UCR local un importante desafío.
En este artículo hemos detenido nuestra mirada en uno de los pocos ámbitos en los que la militancia radical porteña logró sostenerse, aún con grandes dificultades, luego de la crisis. Nos ha interesado esta inserción no por su relevancia para la comprensión de los avatares del movimiento estudiantil de la UBA en las últimas décadas, sino por su relevancia para la comprensión de los avatares de la UCR porteña y su militancia en el período. Así, nos acercamos a la militancia estudiantil radical de la UBA haciendo foco en las implicancias que su inserción en esta universidad ha tenido sobre la vida de la organización partidaria, más que sobre la vida de la universidad.
Hemos argumentado que esta inserción resultó central para la reproducción de su militancia juvenil, para la recomposición de su vida intra-partidaria y de su estructura territorial en años aciagos desde el punto de vista electoral. Si bien la crisis tuvo también sus coletazos en el radicalismo universitario, el enraizamiento histórico del partido en la UBA hizo posible que una generación joven de dirigentes locales encontrara refugio en la política estudiantil para, desde allí, crear las líneas internas que en la actualidad se disputan la conducción del partido y de su organización juvenil en la CABA.  Hemos mostrado cómo uno de esos sectores, afincado en la Facultad de Ciencias Económicas, apeló a la creación de una nueva agrupación lavada de simbología radical como estrategia para conservar su poder. Fue desde esa agrupación que lograron controlar primero las organizaciones juveniles (nacional y distrital) y luego el partido porteño, a través de una línea interna llamada Cantera Popular que, en pocos años, invirtió el capital político y los recursos acumulados en la política de la universidad, en la apertura de comités barriales que le permitieron dominar la interna del partido. El otro sector, afincado en la Facultad de Derecho, optó por conservar el tradicional sello partidario Franja Morada. Luego de casi una década de relativa marginalidad en la política de la UBA, pudo recuperar por un año el centro de estudiantes de esa facultad y refundar muchas de las agrupaciones extintas en otras facultades. En los años recientes, estos militantes han iniciado una migración del mundo universitario a la política territorial, similar a la realizada años atrás por su contraparte, la línea mayoritaria del partido y la JR.
El análisis de los repertorios de acción del radicalismo en la política estudiantil de la UBA durante los años recientes muestra que, aún en los casos en los que conserva su histórico sello, se han despolitizado sus prácticas militantes orientadas a los estudiantes de la universidad. La paradoja que evidencia nuestra investigación es que para conservar esta importante fuente de recursos para el partido, el radicalismo tiende a velar su identidad partidaria y a eludir las discusiones políticas entre los estudiantes. La importancia que ha tenido la militancia universitaria para la vida intra-partidaria en el período post-crisis contrasta con el ocultamiento de la pertenencia partidaria de esta militancia ante el estudiantado. La militancia radical se mueve, así, entre los comités del partido y la universidad, desdoblando sus presentaciones públicas, sus repertorios de acción y sus estructuras, pero apoyándose en ambos para su reproducción.

Notas

1|  En otros trabajos nos hemos ocupado del papel de las instituciones formales e informales de la organización (Grandinetti, 2021b) y de la transmisión familiar de la identidad y la cultura partidaria (Grandinetti, 2021a) en la reproducción de la militancia radical y la supervivencia del partido local en tiempos de debilitamiento electoral.
2|   Sobre la emergencia del peronismo en la UBA en estos años pueden consultarse los trabajos de Dip (2012), Friedemann (2017) y Millán (2016). Mientras los dos primeros la inscriben en un proceso que se inicia a mediados de los sesenta con la experiencia de las “cátedras nacionales”, el segundo recoge testimonios de antiguos militantes marxistas y reformistas que describen a la JUP como una agrupación con escaso conocimiento del medio universitario que “irrumpe” en la UBA impulsada por su consonancia con las autoridades universitarias y nacionales del período 1973-1974.
3|   Los años noventa vieron nacer en la UBA a una serie de agrupaciones independientes de izquierda que se expandirían en los primeros años de los dos mil, luego de la crisis (Simón, 1993; Picotto y Vommaro, 2010; Palacios-Valladares, 2016; Blanco, 2017; Losada, 2019).
4|   En las elecciones legislativas de la CABA de 2003, la UCR obtuvo un 1,89% de los votos, resultando electo un único legislador por el partido.
5|   La nueva dirigencia local del partido, proveniente de esta facción nacida en la política de la UBA, impulsó en 2013 a un candidato por entonces extra-partidario, Martín Lousteau. En 2015, Lousteau accedió a la segunda vuelta en las elecciones a jefe de gobierno, obteniendo allí el 45,9% de los votos válidos, porcentaje que contrastó con el 2% obtenido en 2011 por la candidata Silvana Giudici para el mismo cargo.
6|   Para preservar el anonimato de los entrevistados y entrevistadas, los nombres utilizados en este artículo no son los reales.
7|   Simón (1993) muestra que el movimiento estudiantil universitario vivió, hacia finales de los ochenta e inicios de los noventa, una mutación en sus prácticas y concepciones de la política, ganando mayor peso la dimensión electoral y la prestación de servicios al estudiante. Carli (2012), por su parte, señala la presencia de “elementos utilitarios” en la sociabilidad estudiantil universitaria de finales de los noventa que podrían haber abonado este tipo de prácticas. Aquí mostramos que esta tendencia, iniciada primero en agrupaciones “independientes” de derecha, continúa vigente -aunque no exclusivamente- en el radicalismo universitario.
8|   Este ocultamiento de la pertenencia partidaria no puede ser simplemente atribuido a una adaptación ante una “despolitización del estudiantado”. Otras agrupaciones de la UBA, que se presentaban como independientes a finales de los noventa y comienzos de los dos mil, pasaron a presentarse, en la última década, como agrupaciones partidarias (NBI-La Cámpora) o a integrar frentes partidarios (La Mella-Patria Grande). En el mismo período, crecieron las agrupaciones estudiantiles de los partidos de la izquierda trotskista (Losada, 2019), con agendas partidarias y discursos ideologizados.

Bibliografía

1 Alessandro, M. (2009) Clivajes sociales, estrategias de los actores y sistema de partidos: la competencia política en la Ciudad de Buenos Aires (1995-2005). Revista SAAP, 3 (3): 581-614.
2 Arriondo, L. (2011) Universidad y Política: el movimiento estudiantil en los 80. Revista del Centro Cultural de la Cooperación, (11): 1-7.
3 Arriondo, L. (2015) De la UCeDe al PRO. Un recorrido por la trayectoria de los militantes de centro derecha de la Ciudad de Buenos Aires. En: G. Vommaro y S. Morresi (Eds.), Hagamos equipo. PRO y la construcción de la nueva derecha en Argentina (1a.ed., pp. 203-230). Los Polvorines, Argentina. UNGS Ediciones.
4 Carli, S. (2012) El estudiante universitario. Hacia una historia del presente de la educación pública. (1a. ed.).  Buenos Aires, Argentina. Siglo XXI.
5 Beltrán, M. (2013) La Franja. De la experiencia universitaria al desafío del poder. (1a. ed.). Buenos Aires, Argentina. Aguilar.
6 Benítez (2010) Política, radicalización y juventud: los jóvenes de la Unión Cívica Radical (1966-1976). Ánfora, 17 (29): 123-129.
7 Blanco, R. (2017) Escenas militantes. Lenguajes, identidades políticas y nuevas agendas del activismo estudiantil universitario. (1a. ed.). Buenos Aires, Argentina. Grupo Editor Universitario.
8 Blanco, R., y Vommaro, P. (2018) Activismo juvenil en los años ochenta en Argentina. Dos generaciones políticas entre el partido y la universidad. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 16 (2): 839-852.
9 Bonavena, P., Califa, J. y Millán, M. (2007) El movimiento estudiantil argentino. Historia con presente. (1a. ed.). Buenos Aires, Argentina. Ediciones cooperativas.
10 Bonavena, P. y Califa, M. (2018) El ‘68 argentino. Luchas estudiantiles en los albores de un ascenso de masas. En: P. Bonavena, y M. Califa (Eds.), Los ‘68 latinoamericanos: movimientos estudiantiles, política y cultura en México, Brasil, Uruguay, Chile, Argentina y Colombia (1a.ed., pp. 201-232). Buenos Aires, Argentina. IIGG-CLACSO.
11 Buchbinder, P. (2010) Historia de las universidades argentinas. (1a. ed.). Buenos Aires, Argentina. Sudamericana.
12 Bultynch, D. (2008) La Franja Morada de los 80. I Jornadas de Historia de la Universidad Argentina, Universidad Nacional del Litoral.
13 Califa, J. (2013) La socialización política estudiantil en la Argentina de los sesenta. La Universidad de Buenos Aires. Perfiles Educativos, 36 (146): 98-113.
14 Castro, M. (2019) Militancia estudiantil universitaria. Dinámicas y tensiones en torno al fenómeno alfonsinista durante la reconstrucción democrática, 1982-1986. Anuario de la Escuela de Historia Virtual, 10 (15): 96-100.
15 Chaves, M., Galimberti, C., y Mutuverría, M. (2016) Cuando la juventud se pone en marcha el cambio es inevitable: juventudes, acción política, organizaciones y Estado en Argentina. Revista Ruth, (17): 47-78.
16 Chiroleu, A. (2000) La reforma universitaria. En: R. Falcón (Ed.), Nueva historia argentina. Democracia, conflicto social y recambio de ideas (1916-1930) (1a.ed., pp. 357-390). Buenos Aires, Argentina. Sudamericana.
17 Cyr, J. (2017) The Fates of Political Parties. Institutional Crisis, Continuity, and Change in Latin America. (1a. ed.). Cambridge, Reino Unido. Cambridge University Press.
18 Dip, N. (2012) Peronismo y Universidad en los años sesenta. Una aproximación a las tramas discursivas y organizativas del proceso de peronización de los sectores estudiantiles y docentes de la Universidad de Buenos Aires (1966-1973). Cuestiones de sociología, (8): 1-24.
19 Fernández, J. (2010) La Junta Coordinadora Nacional: innovaciones discursivas y organizativas en el radicalismo (1968/1983). V Jornadas de Historia Política de la Universidad Nacional de Mar del Plata, pp. 1-25.
20 Fernández, J. (2017) Jóvenes en un partido tradicional. La trayectoria de la Junta Coordinadora Nacional en la Unión Cívica Radical (1968/1981). Tesis (Doctorado en Historia). Bahía Blanca, Argentina. Universidad Nacional del Sur, pp. 1-434
21 Friedemann, S. (2017) De las Cátedras Nacionales (1967-1971) a la Universidad Nacional y Popular de Buenos Aires (1973-1974). Experiencias configuradoras de institucionalidad universitaria. Sociohistorica, (39): 1-31.
22 Grandinetti, J. (2021a) Supervivencia y adaptación de la militancia en comités barriales en la Unión Cívica Radical de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Desarrollo Económico. Revista de Ciencias Sociales, 61 (233): 80-100.
23 Grandinetti, J. (2021b) Procesos de politización e involucramiento político de militantes en partidos opositores durante el kirchnerismo. Los casos de la militancia juvenil del PRO y la UCR en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. POSTData. Revista de reflexión y análisis político, 26 (2): 371-403
24 Horowitz, J. (2008) Argentina’s Radical Party and popular mobilization, 1916–1930. (1a. ed.). Pennsylvania, Estados Unidos. The Pennsylvania State University Press.
25 Kandel, V. (2007) Participación estudiantil y gobierno universitario. Nuevos actores – viejas estructuras. Propuesta Educativa, (28): 105-106.
26 Longa, F. (2018) ¿Tirando viejos por la ventana? Militancia juvenil y gestión estatal en el Movimiento Evita de Argentina (2005-2015). Ánfora, 25 (45): 197-218.
27 Levitsky, S. (2003) Transforming labor-based parties in Latin America: Argentine Peronism in comparative perspective. (1a. ed.). New York, Estados Unidos. Cambridge University Press.
28 Levitsky, S., Loxton, J., & Van Dyck, B. (2016) Introduction: Challenges of Party- Building in Latin America. En: S. Levitsky, J. Loxton, B. Van Dyck, y J. Domínguez (Eds.), Challenges of Party-Building in Latin America (1a.ed., pp. 1-50). Cambridge, Reino Unido. Cambridge University Press.
29 Liaudat, M., Liaudat, S. y Pis Fiez, N. (2012) En las aulas y en las calles. Antecedentes, continuidades y rupturas de una década del movimiento estudiantil universitario argentino (2002-2011). (1a. ed). Buenos Aires, Argentina. Ediciones Herramienta.
30 Losada, C. (2019) Movimiento estudiantil en la Universidad de Buenos Aires a inicios del nuevo milenio: renovación, adaptación y flexibilidad de una experiencia política tradicional. (1a. ed.). Buenos Aires, Argentina. Eudeba.
31 Lupu, N. (2016) Party Brands in Crisis. Partisanship, Brand Dilution, and the Breakdown of Political Parties in Latin America. (1a. ed.). Cambridge, Reino Unido. Cambridge University Press.
32 Malamud, A. (2008) ¿Por qué los partidos argentinos sobreviven a sus catástrofes? Iberoamericana. América Latina – España – Portugal, 32 (8): 158-165.
33 Mauro, S. (2012) Coaliciones sin partidos. La ciudad de Buenos Aires luego de la crisis de 2001. Política, 50 (1): 145-166.
34 Millán, M. (2016) La Juventud Universitaria Peronista en las memorias de la militancia estudiantil reformista y marxista de la UBA, 1973 – 1976. Historia, Voces y Memoria, (10): 49-63.
35 Obradovich, G. (2016) La conversión de los fieles: la desvinculación electoral de las clases medias de la Unión Cívica Radical. (1a. ed.). Buenos Aires, Argentina. Teseo.
36 Palacios-Valladares, I. (2016) With or without them. Contemporary student movements and parties in the southern cone. The Latin Americanist, 60 (2): 243-268.
37 Pérez Bentancur, V., Piñeiro Rodríguez, R. y Rosenblatt, F. (2019) How party activism survives. Uruguay’s Frente Amplio. (1a. ed.). Cambridge, Reino Unido. Cambridge University Press.
38 Perrupato, S. (2019) Franja Morada en torno a la crisis de 2001. En: M. Bartolucci (Ed.), Universidad Nacional de Mar del Plata: antecedentes, proyectos y trayectorias (1a.ed., pp. 237-252). Mar del Plata, Argentina. EUDEM.
39 Picotto, D. y Vommaro, P. (2010) Jóvenes y política: las agrupaciones estudiantiles independientes de la Universidad de Buenos Aires. Nómadas, (32): 149-162.
40 Prats, M. (2019) Sobreviviremos. Recursos, estrategias y política de la Unión Cívica Radical. (1a. ed.). Buenos Aires, Argentina. Eudeba.
41 Pronko, M. (2000) El peronismo en la Universidad. (1a. ed.). Buenos Aires, Argentina. Libros del Rojas.
42 Rice, R. (2011) From the ground up: The challenge of indigenous party consolidation in Latin America. Party Politics, 17 (2): 171–188.
43 Rosenblatt, F. (2013) How to Party? Static and Dynamic Party Survival in Latin American Consolidated Democracies. Tesis (Doctorado en Ciencia Política). Santiago, Chile. Pontificia Universidad Católica de Chile, pp.1-278.
44 Seia, G. (2018) El reformismo universitario entre la dictadura y la democracia. Un análisis del movimiento estudiantil de la UBA entre 1976 y 1983. Cuadernos de Historia. Serie economía y sociedad, (21): 161-196.
45 Seia, G. (2019) Represión, control y disciplinamiento en la Universidad de Buenos Aires durante la última dictadura (1976-1983). Universidades, 70 (80): 57-68.
46 Simón, J. (1993) Estudiantes y Política en los ’90. Algunos elementos para analizar la crisis del movimiento estudiantil. Revista del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación, 2 (3): 59-72.
47 Talento, M. (1988) Derechización en la universidad. El caso argentino. Nueva Sociedad, (18): 123-133.
48 Toer, M. (1988) El movimiento estudiantil de Perón a Alfonsín. (1a. ed., vol. 2). Buenos Aires, Argentina. Centro Editor de América Latina.
49 Walter, R. (1968) Student politics in Argentina. The University Reform and its efects, 1918-1964. (1a. ed.). Nueva York, Estados Unidos. Basic Books Publishers.
50 Torre, J. (2003) Los huérfanos de la política de partidos. Sobre los alcances y la naturaleza de la crisis de representación partidaria. Desarrollo Económico, 42 (168): 647-665.
51 Van Dyck, B. (2014) Why Party Organization Still Matters: The Workers’ Party in Northeastern Brazil. Latin American Politics and Society, 56 (2): 1-26.
52 Vázquez, M. y Vommaro, P. (2012) La fuerza de los jóvenes: aproximaciones a la militancia kirchnerista desde La Cámpora. En: G. Pérez y A. Natalucci (Eds.), Vamos las bandas. Organizaciones y militancia kirchnerista (1a.ed., pp. 149-174). Buenos Aires, Argentina. Nueva Trilce.
53 Vázquez, M., Rocca Rivarola, D., y Cozachcow, A. (2018) Compromisos militantes en juventudes político-partidarias (Argentina, 2013-2015). Revista Mexicana de Sociología, 80 (3): 519-548.
54 Yann, C. (2017) El movimiento estudiantil de la Universidad de Buenos Aires en el final de la última dictadura (1982-83). Sociohistórica, (40): 1-17.
55 Yann, C. (2018) Los estudiantes frente a la Ley de Educación Superior en 1995: El caso de la Universidad de Buenos Aires. Estudios, (40): 75-92.
56 Zelaznik, J. (2013) Unión Cívica Radical: entre el Tercer Movimiento Histórico y la lucha por la subsistencia. Revista SAAP, 7 (2): 423-431.

 

Enlaces refback

  • No hay ningún enlace refback.


Copyright (c) 2022 Cuadernos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Jujuy

Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.

Para navegar óptimamente en nuestro sitio web, recomendamos usar Google Chrome o Mozilla Firefox

Licencia Creative Commons

Cuadernos FHyCS-UNJu por Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales - Universidad Nacional de Jujuy se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
Basada en una obra en http://revista.fhycs.unju.edu.ar/revistacuadernos.


Cuadernos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales | Universidad Nacional de Jujuy
ISSN 0327-1471 (versión impresa) | ISSN 1668-8104 (versión on-line)
Otero 262 (CP 4600) San Salvador de Jujuy | Jujuy | Argentina
Correo-e: cuadernosfhycs@gmail.com
Hecho con OJS - Open Journal System