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ARTÍCULO ORIGINAL

Organismos de financiamiento público e internacional en la construcción y reconfiguración de las fronteras en Pampa del Indio, Chaco

(Public and international financing agencies in the construction and reconfiguration of the frontiers in Pampa del Indio, Chaco)

Malena Inés Castilla*

* Facultad de Filosofía y Letras - Universidad de Buenos Aires - Puán 480 - CP 1406 - Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina.

Correo Electrónico: malenacastilla@gmail.com

Recibido el 09/01/18

Aceptado el 04/10/18

Resumen

El objetivo de este trabajo consistirá en describir las fronteras que existen en la Localidad de Pampa del Indio, provincia de Chaco, desde la perspectiva de la antropología social, política y económica. Al mismo tiempo, buscaremos relacionar los cambios que se generan entre las organizaciones indígenas locales en dichas fronteras a partir de los marcos de implementación de las políticas públicas ejecutadas en el territorio. Para ello nos centraremos en el análisis de las políticas implementadas en Pampa del indio por el Instituto del Aborigen Chaqueño y el Instituto de Colonización, ambos dependientes de la Provincia de Chaco y por organismos como el Banco Mundial. En este sentido, analizaremos cómo dichas políticas generan fronteras simbólicas y territoriales que afectan a las comunidades indígenas y cómo dichas comunidades resignifican tales intervenciones para visibilizar sus reclamos territoriales y culturales.

Palabras Clave: Fronteras; Organizaciones indígenas; Políticas públicas; Territorio.

Abstract

The objective of this work will be to describe the borders that exist in the locality of Pampa del Indio, Chaco Province, from the perspective of social, political and economic anthropology. At the same time, we will seek to relate the changes that are generated between the local indigenous organizations in these frontiers from the frameworks of implementation of the public policies implemented in the territory. For this we will focus on the analysis of the policies implemented in Pampa del Indio by the Institute of Aboriginal Chaqueño and the Institute of Colonization, both dependents of the province of Chaco and agencies such as the World Bank. In this sense, we will analyse how these policies generate symbolic and territorial frontiers that affect the indigenous communities and as these communities resignify such interventions to visible their territorial and cultural claims.

Keywords: Frontiers; Indigenous organizations; Public policies; Territory.

Introducción

El incremento de la población indígena que se verifica en los datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos de los años 2001 y 2010 se debe a un proceso de visibilización y reactualización entre la población indígena de Argentina. En primer lugar, consideramos que este proceso se enmarca en un contexto donde las políticas públicas y los organismos de financiamiento gubernamentales e internacionales han puesto la atención en dichos pueblos a la hora de pensar líneas de acción en las últimas décadas. Por otro lado, creemos que tal proceso también podría explicarse en función de la presencia que se ha establecido a nivel nacional acerca de las demandas, conflictos y reivindicaciones vinculadas a los pueblos indígenas. Estos hechos dan cuenta que las realidades, sumamente complejas, en las cuales las comunidades étnicas se vinculan, lejos de hacerlas desaparecer o “anular la referencia al origen, lo refuerzan” a partir de un proceso de actualización (Oliveira Pacheco, 2010: 26). Cabe aclarar que dicho proceso no ocurrió en Argentina solamente (Bartolomé, 2008; Carrera, 2012; Escolar, 2005; García y Valverde, 2007; Radovich y Balazote, 2009; Trinchero y Valverde, 2014; Valverde, 2013), sino también en toda América Latina (Bengoa, 2000, 2009; Bello, 2004; Campos Muñoz, 2006; Espinoza Araya, 2017; Stavenhagen, 2005).

Particularmente en la provincia de Chaco, que nos ocupa en este trabajo, posee un 3,9% de población indígena. Se trata de algo más de 40.000 integrantes de los pueblos originarios Qom (Toba), Mocoví, Wichí, guaraní, Diaguita Calchaquí, Atacama y quechua de más de un millón de habitantes indígenas en la República Argentina.

En algunos departamentos chaqueños como General Güemes, Libertador General San Martín, 25 de mayo y algunas localidades específicas, la presencia indígena es muy significativa. Una de ellas es Pampa del Indio, donde la densidad poblacional originaria es alta. Se trata de una localidad ubicada al norte de la provincia de Chaco, en el departamento Libertador General San Martín. Según el Censo realizado por el INDEC, en el año 2001 vivían en dicha localidad 11.558 habitantes y en los datos del último censo del año 2010, la población registrada fue de 13.675 personas. Más de la mitad de este porcentaje vive en parajes de entre 700 y 800 habitantes, el resto de la población reside en parajes con menos de 350 personas, es decir, en los montes de la región (INDEC, 2001, 2010). Cabe mencionar que en esta localidad sólo residen -dentro de los diversos grupos étnicos- integrantes del pueblo Qom.

Es nuestro propósito describir en el siguiente artículo la consolidación de las fronteras en la Localidad de Pampa del indio a partir de la implementación de las políticas públicas y el trabajo que llevan a cabo las organizaciones indígenas en el territorio. En este sentido, nos limitaremos a describir las vinculaciones que existen entre los diferentes actores locales, como es el caso de: las comunidades étnicas (del pueblo qom, como mencionamos anteriormente), los grupos de criollos y gringos, así como los empresarios agroganaderos, las fundaciones y asociaciones sin fines de lucro, además de los organismos nacionales e internacionales. Buscaremos explicar a lo largo de este trabajo que las relaciones de poder y disputa confluyen en estos territorios a partir de la construcción y mantenimiento de dichas fronteras (Balazote, 2002; Balazote et.al, 2014; Gordillo, 2009; Iñigo Carrera, 2007; Radovich, 2004; Sapkus, 2002; Trinchero y Leguizamón, 1995.

Asimismo, analizaremos que tales fronteras se consolidan temporalmente, generando modificaciones según los contextos políticos y económicos. Por tanto, describiremos los procesos por los cuales las organizaciones indígenas, a partir de los proyectos de desarrollo, buscan reconfigurar el territorio y redefinir las fronteras simbólicas que existen en la localidad. Es decir, intentamos dar cuenta que es a partir de los reclamos y reivindicaciones que llevan a cabo las comunidades, que se gestan procesos donde los sujetos, colectivamente, reivindican la cultura que les está siendo arrebatada por los mismos actores que implementan políticas públicas (Balazote y Radovich, 1992, 1995; Valverde, 2006)

Este trabajo, estará dividido en dos secciones. En la primera, describiremos las fronteras geográficas que existen en Pampa del Indio. En la segunda, analizaremos los procesos por los cuales las organizaciones étnicas generan una reapropiación territorial y fronteriza y la relación que dichas comunidades establecen con las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales (Braticevic, 2008; Castelnuovo, 2014; Escobar 1998; Iñigo Carrera, 2010; Lins Ribeiro, 2005). Al finalizar presentaremos en este artículo las consideraciones finales del mismo.

La investigación aquí presentada, forma parte de un estado de avance de la tesis doctoral y da cuenta de un trabajo etnográfico donde se esbozan diferentes técnicas llevadas a cabo en el trabajo de campo en la localidad. Entre tales técnicas podemos mencionar las entrevistas en profundidad, las observaciones, la utilización de diferentes tipos de fuentes y documentaciones, entre otras. Cabe destacar que, en este artículo, los nombres de los actores, fundaciones y organizaciones indígenas fueron modificados por denominaciones ficticias con el fin de mantener su anonimato.

Fronteras locales en Pampa del Indio

Encontramos en la actualidad diferentes tipos de fronteras en la localidad de Pampa del Indio, vinculadas con el territorio: La frontera entre el indio, el criollo y el gringo; La frontera geográfica delimitada espacialmente (por ejemplo, la Ruta Provincial número 3, el rio Bermejo, etc.); Las fronteras agropecuarias utilizables para el desarrollo de actividades ganaderas o agrícolas.

La localidad de Pampa del Indio se encuentra al centro-norte de la provincia del Chaco y al oeste del Departamento Libertador General San Martín. Se accede a la localidad de Pampa del Indio por la Ruta Provincial Nº 3 (Ver Mapa 1). La frontera geográfica de la Ruta Provincial N° 3 funciona como un límite espacial, dado que a partir de ella se accede a algunas localidades de la provincia chaqueña. Además, esta ruta marca y delimita lo que de un lado es el monte chaqueño y del otro el pueblo o la traza urbana. Ahora bien, del lado del monte, se encuentra la mayor cantidad de habitantes pertenecientes a pueblos indígenas, mientras que, del otro lado de la ruta, en el pueblo, la composición poblacional es completamente diferente; allí habitan gringos y criollos. La frontera que establece esta ruta no es solo física, sino que también es cultural y económica. En este sentido, encontramos que, del lado del monte, donde se instalan las comunidades, los servicios públicos (agua, luz, gas, cloacas, etc.) son escasos y las condiciones edilicias son paupérrimas, mientras que, del otro lado, la situación es mucho más favorable, en tanto que las viviendas, en general, poseen las comodidades necesarias para vivir.

Mapa 1.

En este mapa, perteneciente a la provincia de Chaco, se puede ubicar a la Localidad de Pampa del Indio dentro del círculo negro. Fuente: Instituto Geográfico Nacional.

En el monte, en oposición al pueblo, se puede encontrar gran parte de los territorios indígenas divididos en “leguas”. Esta zona está enmarcada por dos límites: de un lado la ruta y del otro, el rio Bermejo que establece el límite provincial con Formosa. El monte está devastado, es árido y con pocas posibilidades de ser trabajado en lo que al cultivo y cría de animales se refiere. La comunidad qom de la zona vive en unidades domésticas y en un mismo terreno conviven varias familias. Asimismo, cada familia tiene una casa, por lo que en un mismo terreno puede haber entre dos y cuatro viviendas aproximadamente. Las dinámicas diarias transcurren en ese espacio. Generalmente, cuando el clima es agradable, comen al aire libre todos juntos, duermen la siesta a la sombra de algún árbol, escuchan música (muchas veces cumbia con letras evangelistas) y los niños juegan en la tierra con alguna gallina o perro que tengan en el terreno. Las viviendas son de un material llamado adobe y los techos son de chapa. No tienen baños de material, con inodoro o duchas, sino que tienen letrinas a la intemperie o utilizan el monte. La mayoría de las familias, al no contar con sistemas de agua potable, posee grandes aljibes donde guardan el agua que trae un camión cisterna desde localidades vecinas o que recolectan de las lluvias, que son escasas durante el año.

Hace pocos años la electricidad llegó a esta zona del monte de la localidad (cuarta legua catorce, cuarta legua diecisiete, etcétera, todas pertenecientes a Pampa del Indio). No todos tienen electricidad, pero la mayoría hacen tendidos de cables para acceder a la red y utilizar dicho servicio. Se vislumbran entre los quebrachos algunas casas de material, la mayoría pertenecientes a programas de vivienda otorgados por el Instituto del Aborigen Chaqueño (IDACH). Cabe mencionar que el Instituto del Aborigen Chaqueño fue creado en el año 1987, a partir de la reglamentación de la Ley Aborigen Nº 3258 y cuenta con presupuesto provincial que es destinado a las poblaciones indígenas de Chaco.

El pueblo es diferente al cruzar al otro lado de la ruta: las casas son de material y con estructuras más sólidas. Se trata de una trama urbana convencional, cada vivienda está dividida por una pared o alambrado. Las calles son rectas. En el monte los caminos son estrechos y son marcados por el uso, los automóviles no circulan, sólo lo hacen motos, bicicletas y peatones. En el pueblo existen comercios y hay una circulación constante de gente, salvo en horarios de la siesta. Algunas de las casas denotan la buena posición económica de sus dueños. Generalmente, estos hogares pertenecen a los “gringos” que son los dueños de campos, empresarios y grandes productores. A diferencia de los indígenas -que viven al otro lado de la ruta, en el monte- los criollos viven en el pueblo, cerca del centro comercial donde se encuentran las escuelas, el hospital, los supermercados, el banco: el centro urbano les pertenece.

En el “Pueblo Nuevo” donde se encuentra el centro comercial y administrativo de la localidad, reside la mayoría de criollos y gringos, ambos de clase media y media alta. El “Pueblo Viejo” es la tercera zona con una gran cantidad de habitantes y posee características intermedias respecto a las antes descriptas –el pueblo nuevo y la zona del monte- ya que allí viven, por un lado, criollos de clase media, media baja y además existe un barrio indígena denominado “barrio toba”. Las casas de los criollos son de material, pero su mantenimiento, por lo visto en las fachadas, no es constante dado que presentan un aspecto de deterioro. Asimismo, la zona donde habitan los indígenas está compuesta por manzanas donde las viviendas se ubican una al lado de la otra dividiéndose los terrenos por cercos de ramas y palos. Las casas son de material con techos de chapa y las condiciones de habitabilidad son precarias. Geográficamente este barrio toba se encuentra en los límites del pueblo. Se denomina al “pueblo viejo” de esta manera dado que fue el primero en habitarse durante las ocupaciones iniciales en la zona.

Cabe aclarar, que muchos de los habitantes gringos y criollos poseen grandes extensiones de tierras donde realizan actividades vinculadas al agro o la ganadería. Asimismo, dichos habitantes emplean en sus campos a los mismos indígenas o criollos más pobres de la zona para trabajar en ellos por salarios bajos.

Es decir, tal como vimos al principio de este apartado, las fronteras en Pampa del Indio son tres: primero la vinculada a la separación entre grupos sociales- indios, criollos y gringos-; segundo, la frontera geográfica que divide las zonas donde residen los habitantes- el monte, el pueblo nuevo y el pueblo viejo-; y, por último, la tercera frontera que se desarrolla a partir de las actividades agropecuarias. Esta última establece una disputa por el territorio y también por la producción de ciertos bienes y la división entre empleado y empleador, que se vincula a la división entre grupos sociales.

Dicha frontera refiere a las actividades agropecuarias en la localidad de Pampa del Indio. Existen diferentes tipos de productores, entre ellos los gringos, que son un grupo que posee grandes extensiones del territorio y un capital financiero capaz de garantizar la compra de maquinarias y la contratación de mano de obra para explotar los campos. Otro grupo es el de los pequeños productores o unidades domésticas, que apenas pueden comercializar su trabajo y frente al avasallamiento de estos grandes empresarios pierden la posibilidad de generar un mercado solvente.

En un encuentro que se realizó en la oficina del INTA-donde mensualmente se reúnen los trabajadores rurales de la localidad con el objetivo de darle solución a las dificultades que tienen en sus cosechas- discutían acerca de la utilización de semillas transgénicas o semillas naturales. Además, se debatía la posibilidad de generar espacios y nuevas relaciones para la comercialización de su propia producción. En esta reunión, se hizo especial mención a los costos que genera el uso de semillas naturales, dado que los tiempos que implica cultivar mayores cantidades son más largos y además el uso de productos que no sean agroquímicos dificulta el proceso de cosecha. Por lo tanto, es más difícil competir en un mercado donde las cantidades son mayores y a costos de comercialización reducidos:

“Tenemos que ser inteligentes y más ingeniosos, no dejar la huerta pero la necesidad es lo mismo, los trabajadores rurales tenemos la misma situación, más ahora con el cambio de gobierno. Tenemos que pensar como en los años de la década de 1970 que los campesinos tenían maíz, gallina, todo…pero tenemos la conciencia de no agregar veneno a la huerta, y yo veo que eso es contaminante y genera problemas de enfermedades. Pero después viene un productor y compra la semillita y así hace más. Yo planto la semilla sana y me da poca cosecha, compras las semillas no nativa y tenes toneladas. A mí no me conviene, es un proceso bastante costoso” (Carlos, Pequeño productor chaqueño, junio 2016).

Esta discusión acerca del uso de las semillas transgénicas también se vincula a la cantidad de hectáreas que tienen los trabajadores rurales para cosechar. En este sentido, ellos sólo poseen pocas hectáreas en la localidad, algunas veces solo tienen huertas donde comercializan unicamente semillas, o se manejan a través del intercambio de productos con otros campesinos de igual condición. Mientras los empresarios del agro poseen grandes extensiones para la producción. Es de esta manera que se establece un nuevo significado para las fronteras: el del comercio informal y formal, donde los gringos y criollos acaudalados forman parte de un comercio productivo y rentable, mientras que los indígenas y trabajadores rurales criollos solo pueden intercambiar y sobrevivir con su producción, alejándose de la economía formal e ingresando a ésta en tanto mano de obra barata, pero siempre manteniéndose bajo la línea de pobreza.

Desde la década de 1970 se comienza a producir en el territorio nacional el corrimiento y expansión de la frontera agraria de la soja hacia zonas de bosques y zonas marginales del país, así como a las grandes ciudades (Balazote et al., 2009; Giarraca y Teubal, 2010; Trinchero y Leguizamón, 1995). La incorporación de este producto a gran escala en los cultivos se dio a partir de la fuerte demanda internacional que existía en esta época por sobre otros productos agrícolas y ganaderos. La provincia de Chaco fue una de las afectadas por este proceso de oleaginización que se produjo en Argentina. El retroceso de bosques y montes a favor de la producción sojera generó no solamente modificaciones en el ambiente y la diversidad de flora y fauna sino también cambios en los hábitos y costumbres de los habitantes de la región. Es decir, no solo se produjo un corrimiento de la frontera agraria, sino también un corrimiento de los pueblos que habitaban en dichas zonas, con su consecuente pérdida cultural producto de la falta de reconocimiento de derechos.

Las fronteras ejercen un rol protagónico en la construcción social de un pueblo en un territorio, dado que no solo tienen importancia en su cualidad delimitadora del espacio o como dispositivo de control de la circulación de bienes o personas, sino como generadoras de imaginarios territoriales. Tal como establece Machado de Oliveira, “La frontera no puede dibujarse únicamente como una línea de puntos en los mapas; constituyen sobre todo un elemento de diferenciación, de comunión, y de comunicación, que hace intervenir a menudo el orden y el desorden, lo formal, lo informal, como una suerte de equilibrio dinámico de las reglas y de los ritos” (2014:74).

Reconfiguraciones territoriales y simbólicas de las fronteras

Tal como concluimos en el apartado anterior, las fronteras se utilizan tanto para georreferenciar espacios físicos como también espacios sociales y culturales. Además, es dentro de cada límite fronterizo y en función de este que se construye una tradición y una comunidad cultural que lo sostiene y refuerza. Las fronteras geográficas se modificaron a partir de las conquistas militares de los territorios y por tanto estas nuevas fronteras construidas generaron cambios radicales en las comunidades que las habitan (Radovich 2004; Trinchero, 2000; Valverde, 2011). Sabemos que con cada una de las intervenciones materiales que se ejercen sobre el territorio, la configuración identitaria se transforma -como es el caso de Chaco, primero con las conquistas, luego con las reducciones y en la actualidad con la expansión de la frontera agraria, vinculada a los grandes negocios de la soja-.

Los territorios son construidos por sujetos que intervienen en el escenario económico y político de un país. En este sentido funcionan en tanto actores estratégicos a la hora de constituir capital simbólico e ideológico al interior y al exterior de estos espacios (Giménez, 2000; Farberman, 2016; Trinchero, 2007). Es decir, el territorio se constituye en el proceso de apropiación y valoración del espacio en tanto propiedad comercializable (Trinchero y Belli, 2009). Cuando este espacio vivido y apropiado se establece como un territorio, las fronteras geográficas y simbólicas comienzan a hacerse presentes a partir de la demarcación de la pertenencia social y territorial. Más allá de que dicho territorio sufra modificaciones, las memorias que consolidaron estas construcciones territoriales, se mantienen como referencia. En otras palabras, el territorio es el soporte de la memoria colectiva, a través del cual un grupo social delimita su identidad en un espacio geográfico.

Tal como define Porto Gonçalves (2002) el territorio:

“expresa una categoría que presupone un espacio geográfico que es apropiado y ese proceso de apropiación -territorialización- enseña identidades –territorialidades- que están inscritas en los procesos siendo, por eso, dinámicas y mutables, materializando en cada momento un determinado orden, una determinada configuración territorial, una topología social. La sociedad se territorializa siendo el territorio su condición y existencia material” (2002: 229).

Es decir, este territorio es una construcción social dinámica, en movimiento, que se transforma y reconfigura con cada modificación que se establece en torno a las relaciones de poder que allí cohabitan. Como vimos hasta ahora, los grupos sociales que residen en el territorio de Pampa del Indio, y que se encuentran delimitados espacialmente, son los gringos, los criollos y los indígenas, siendo también actores importantes en esta construcción, los empresarios que se instalan en dicha localidad con fines meramente comerciales. Las fronteras, al igual que los territorios, responden a los procesos sociales que las constituyen. En este sentido, tanto las fronteras como los territorios se transforman, se consolidan, desaparecen, se modifican en el espacio y en el tiempo, generando procesos de diferenciación e integración, al interior o al exterior, entre unos actores y otros.

De este modo, en la localidad de Pampa del Indio en particular, y en América Latina en general, se desarrolló un proceso de resistencia indígena frente al avasallamiento cultural y territorial que sufren las comunidades. Sus territorios estaban siendo modificados, producto de los desalojos a partir de la expansión de la frontera agraria y de la intensificación del turismo como recurso económico de los países en vías de desarrollo. Esta invasión territorial significaba para las comunidades no solo la pérdida de sus hogares y espacios, sino también la transformación de su cosmovisión: sus relaciones con la tierra, los modos de alimentarse, de vincularse con los otros, las tradiciones, las normas culturales, el acceso a la salud, etc. En este contexto de expulsión, las poblaciones comenzaron a organizarse y reclamar por la “etnoterritorialidad” (Llancaqueo, 2005). En palabras del Llancaqueo (2005) “Los modos de organizar, relacionar, usar y significar el espacio han servido de fundamento para las reclamaciones territoriales -sean de demarcación y titularización de tierras, de control político, de aprovechamiento económico, derechos colectivos, y soberanía sobre el hábitat y los conocimientos- y a su vez se han cargado de sentido de pertenencia a esas contiendas” 2005: 93).

Es decir, estos reclamos y demandas que llevan a cabo los pueblos indígenas se vinculan a las cosmovisiones acerca de la tierra y el uso que hacen de ella, son reclamos por sus territorios y la forma en que los habitan, y tienen que ver con la lucha por los derechos que les corresponden tradicionalmente (Bartolomé, 2006; De Oliveira et al., 2005; Trinchero, 2000 y 2007; Valverde, 2014).

Es así cómo se gestan procesos donde los sujetos, colectivamente, reivindican la cultura que les está siendo arrebatada. En diversas oportunidades, tales colectivos se organizan en espacios de resistencia donde construyen herramientas y discursos contra hegemónicos (Roseberry, 1994; Williams, 1997). Dichos discursos utilizan elementos pertenecientes a sus historias de vida, construidos a partir de una memoria social (Rappaport, 2004; Ramos, 2011. Este es el caso de la organización Huo’o de Pampa del Indio que, con el afán de mantener viva su cultura y tradiciones, elabora materiales que son incluidos en la formación educativa de los niños de la comunidad con el fin de hacer visibles tales discursos.

En una entrevista, integrantes de la organización Huo’o nos explicaban qué era el territorio para la comunidad indígena:

“Hablar de territorio abarca todo, la salud de las personas, todo lo que sea la vida humana, porque sin territorio nosotros en este momento estamos acorralados, porque no tenemos territorio amplio como tenían nuestros abuelos que recorrían y tenían todo de alimentación para la salud. Desde que llegó la gente de afuera empezaron a ocupar lotes, manzanas, poner alambrado, ahora es todo privado, nosotras ahora no podemos ir a un monte y hacer la recolección de medicinas, lugares sagrados, eso es lo que perdimos” (Simona, integrante de Huo’o, entrevista grupal en mayo 2017).

En un trabajo que realizaron conjuntamente Huo’o con la organización INCUPO (Instituto de la Cultura Popular) y el antropólogo Carlos Contreras en el año 2009, elaboraron un mapa toponímico que se centra en el territorio indígena tal como era antes de haberles sido arrebatado. A partir de un proceso reflexivo y de desnaturalización de los símbolos y lenguajes que se construyen hegemónicamente (Roseberry, 1994) la organización Huo’o construyó, con estos mapas, una herramienta de disputa y reclamo. Contreras nos relata en una entrevista cómo fue el proceso de construcción del mapa:

“Hicimos un taller de mapeo intercultural, empezó con construir como ellos ven el territorio, como comprenden la geografía, y luego pasar a un ámbito educativo, para que el paso de las generaciones con una herramienta que pueda ser leída y abordada por niños, como por jóvenes, como por mujeres como por hombres. Terminamos construyendo un mapa muy participativo en donde en la misma construcción se fueron apropiando de las herramientas y después difundieron con otras organizaciones también” (Contreras, entrevista realizada en octubre 2016).

Otra organización, “’Enauac Lapoota’t”, comenzó su trabajo a partir del reclamo territorial. Esta agrupación social y política constituida por dirigentes indígenas de la zona, promueve el establecimiento de un complejo de educación intercultural para las comunidades indígenas de la región. En una entrevista grupal que tuvimos con miembros del Enauac Lapoota’t, nos explicaban que el reclamo territorial continúa siendo importante, para este colectivo, y a partir de la creación del complejo educativo, ha sido incluido como un problema social en la currícula escolar. En dicha currícula, no solo se analiza la geografía actual (tras las ocupaciones de tierras indígenas y la expansión de las fronteras agropecuarias) sino que también se reflexiona acerca de ella como un problema político e histórico.

“Nosotros trabajamos interdisciplinaria, no es que el profesor esté aislado de sus materias, vinculado a las necesidades básicas de sus reclamos. Él es profesor de cívica y da todo lo que tiene que ver con derecho indígena y va articulado con la historia, con la geografía, hoy no se da un espacio como una materia sola, sino interdisciplinariamente. Los contenidos curriculares tienen que ver con nuestra historia, los armamos con el consejo de ancianos y con nuestros derechos y reclamos. Es un trabajo territorial donde vemos las experiencias y la historia nuestra” (Carlos Gómez, integrante del Enauac Lapoota’t y del complejo educativo, mayo 2017).

Asimismo, cabe aclarar que los docentes que trabajan en este complejo son los mismos integrantes de las organizaciones. El Enauac Lapoota’t es quien administra el espacio e integrantes de la organización Huo’o, son quienes dictan diferentes materias. Por lo tanto, es importante resaltar que las herramientas educativas, son las mismas que se utilizan para generar un discurso que sustenta las diversas estrategias de lucha y resistencia.

Ahora bien, este marco discursivo que es usado por las organizaciones indígenas para resistir a las usurpaciones territoriales y culturales también es reutilizado y, por tanto, resignificado por otros actores sociales. Por ejemplo, las organizaciones civiles y las gubernamentales, como la Fundación Noreste Argentino, el Ministerio de Planificación de la Nación y el Banco Mundial.

Analicemos el proyecto de “Desarrollo del Norte Argentino” creado por la Fundación Noreste Argentino en la provincia homónima a partir de la intervención del Ministerio de Planificación de la Nación tras el préstamo y financiamiento del Banco Mundial. En el informe elaborado por el grupo del Banco Mundial (en el que se encuentra la presidenta de la Fundación Noreste Argentino) denominado “caminos hacia el aumento de la capacidad de acción y decisión de las mujeres. Iniciativa de la Ruta de la Cultura Qom, Provincia de Chaco – Argentina. Proyecto de Infraestructura Vial para el Desarrollo de Programa Norte Grande (2011-2016)” explican lo siguiente acerca de dicho documento:

“El Programa de Desarrollo de Norte Grande es parte de una estrategia del gobierno argentino para la reparación histórica de uno de las regiones más marginadas y empobrecidas del país, donde hay una importante presencia de los pueblos indígenas (…) El Banco Mundial está contribuyendo a este programa a través de los Proyectos de Infraestructura Vial e Hídrica de Norte Grande. Con estos proyectos se proporcionan dos importantes servicios de infraestructura: carreteras, y el abastecimiento de agua y saneamiento. El objetivo de desarrollo del Proyecto de Infraestructura Vial para el Desarrollo de Norte Grande (2011- 2016) es contribuir al desarrollo económico, a la integración y a la competitividad de la región de Norte Argentino a través de: i) la mejora de la confiabilidad de las rutas viales esenciales en las provincias del Norte para facilitar el acceso a la producción para los mercados provinciales y reducir los costos de transporte para los usuarios de rutas viales y ii) la mejora de la eficiencia de la gestión de activos de las rutas viales provinciales”. (Grupo del Banco Mundial, 2016)

En este documento se expresa la voluntad del Banco Mundial de financiar dichas obras y del Estado Nacional de solicitarlas y ponerlas en marcha. Asimismo, en dicho documento, se establece la necesidad de trabajar con aquellas poblaciones que se vean afectadas por las obras. En el caso de la Ruta Provincial N° 3, la Fundación Noreste Argentino (responsable en el territorio de realizar esta labor) seleccionó únicamente a las mujeres indígenas de la zona. Es importante resaltar que no trabajan con todas las mujeres indígenas sino con grupos que ya estaban realizando alguna actividad de modo organizado.

Como mencionamos anteriormente, el trabajo con las mujeres indígenas, según los documentos de la Fundación Noreste Argentino, tiene como fin generar un empoderamiento económico, social y cultural de este sector de la población. Es por ello por lo que una de las actividades que propone la presidenta de la Fundación para lograr dicho empoderamiento tiene que ver con brindar una fuente de ingresos monetario que les posibilite a las participantes independizarse. La propuesta de la Fundación Noreste Argentino, con el aval del Banco Mundial y el Estado Nacional Argentino fue la de generar una ruta turística indígena, donde los visitantes puedan recorrer comunidades aborígenes y comprar las artesanías que ellas producen. Además, dicha ruta turística, posibilitará la vinculación con otras empresas y fundaciones que quisieran aportar a este proyecto.

Es decir, bajo el pretendido objetivo de producir ingresos para lograr la independencia de las mujeres indígenas, se generan proyectos que exotizan a las comunidades y las convierten en objetos a ser observados y consumidos. En el reporte publicado por el Grupo Banco Mundial (2016), se detallan las actividades que realizaron junto a las mujeres indígenas de la zona: construcción de cuatro centros comunitarios; talleres sobre producción artesanal, charlas sobre salud sexual y derechos de las mujeres; formación de asociaciones artesanales y; programas de intercambios entre dichas asociaciones.

Nos interesa resaltar que la propuesta no fue superadora en el territorio y solo se llevaron a cabo algunos de los objetivos que figuraban en el proyecto. Entre ellos la construcción de los centros comunitarios propuestos, así como el fomento de intercambio entre las organizaciones, aunque es importante mencionar que dichos intercambios ya existían. Por otra parte, la formación de asociaciones con membresías, los talleres y charlas de concientización acerca de derechos de las mujeres y la salud reproductiva nunca fueron llevados a cabo.

El objetivo del proyecto Norte Grande se basaba en la contribución al desarrollo económico a través de mejoras en las rutas viales que permitiesen agilizar el traslado, reducir los costos de transporte, y brindar mayor competitividad a los productos en el mercado.

La intervención de estos organismos en el territorio al introducir políticas de desarrollo y puestos de trabajo para los integrantes de las comunidades indígenas, tiene el objetivo de someter a las poblaciones a sus lógicas evitando así posibles conflictos frente al avasallamiento territorial que realizan junto a los grandes empresarios. Es decir, los organismos se basan en el supuesto de que las organizaciones étnicas no generan un conflicto frente a la ocupación territorial o el uso de agrotóxicos, si los mismos empresarios que cometen dichos atropellos son los que implementan proyectos económicos -a través de sus fundaciones y asociaciones civiles- y generan empleo entre las comunidades.

Por otro lado, las comunidades indígenas se convierten en sujetos de valor para las asociaciones que se presentan a sí mismas como “sin fines de lucro”, pero que sin embargo, buscan entrar en el mercado artesanal comercializando productos e ideas vinculados a lo autóctono, lo nativo, lo natural (más adelante analizaremos el caso de Matriarca, una fundación que compra las artesanías de las mujeres indígenas a muy bajo precio y las venden en la zona de Palermo en Buenos Aires y la promocionan y comercializan en mercados de New York a altos costos, sin darle a las comunidades la diferencia monetaria).

Ahora bien, la ya mencionada adenda establecida por el Banco Mundial de trabajar con las comunidades que se viesen afectadas por las obras debía aplicarse en Pampa del Indio. Por tanto, la Fundación Noreste Argentino, encargada de llevar adelante el trabajo con las comunidades, realizó un proyecto turístico en el que promovía la imagen de la Provincia de Chaco como una zona habitada por comunidades indígenas, con lugares sagrados, con zonas de marisca (caza y recolección), con cementerios indígenas y con artesanos dispuestos a recibir a los turistas y venderles sus productos. Es de este modo que comenzaron a emplazarse a los lados de la Ruta Provincial N° 3, carteles con el mapa que habían realizado los integrantes de la organización Huo’o (ahora también participante del proyecto de la Ruta de la Cultura Qom) para señalizar estos espacios originarios.

Este mapa -que visibiliza los lugares que pertenecían a las comunidades y actualmente son terrenos privados utilizados para la explotación agrícola- era una herramienta utilizada por la Fundación con fines de explotar turísticamente “lo indígena”. La propuesta de la misma consistía en que las comunidades recibieran con bailes y comidas típicas a los turistas y al final de la visita y recorrida por sus casas y espacios pudieran venderle las artesanías que producen. En este sentido, las comunidades indígenas accedían al proyecto de turismo impulsado por la Fundación, dado que la participación en dicho espacio les otorgaba un ingreso y a su vez la utilizaba como una estrategia de visibilización.

En estos proyectos materializados por organismos de desarrollo se construyen nuevas fronteras, entre lo que es “consumible” y “comerciable”- como es el caso de las comunidades indígenas a partir de su explotación turística- y aquello que no lo es. Otra frontera que se estableció a partir de la participación de fundaciones y organismos internacionales es entre las organizaciones indígenas que tienen financiamiento de empresas y las que no. Dichas diferencias son visiblemente pronunciadas en el territorio: aquellas organizaciones que reciben este tipo de intervención tienen relaciones con actores internacionales, reporteros gráficos de diferentes medios, además de tener la posibilidad de viajar al exterior. Es importante resaltar que, en este caso, una de las intervenciones fue de la empresa Samsung que entregó computadoras y tablets a los integrantes de la organización Huo’o, generando una división entre lo tradicional y lo innovador, entre lo precario y lo sofisticado. En el salón Comunitario de Huo’o existe un cartel que dice “Samsung Nanum village” que marca una distinción con otros espacios pertenecientes a organizaciones indígenas que poseen muchos menos recursos. En este caso dicho cartel posee palabras en inglés -cuando la cartelería de las agrupaciones locales posee palabras en lengua toba- y además, inserta la marca empresarial en un salón comunitario de la comunidad étnica.

Ahora bien, lo que nos interesa destacar no es la forma que estos organismos transforman los espacios sino el modo que las organizaciones indígenas los retoman para generar nuevas fronteras y herramientas de resistencia cultural. En este sentido, cuando reciben la visita de algún miembro del Banco Mundial o viajan en el marco de la exhibición de sus trabajos en la “Ruta de la Cultura Qom”, hacen uso de estas oportunidades para denunciar a los empresarios que utilizan agrotóxicos en los campos lindantes a las comunidades y para visibilizar la pérdida territorial y cultural a la que están sometidos. Por ejemplo, en el caso mencionado del nombre en inglés impuesto por la Empresa Samsung al salón comunitario de la organización indígena, esto es aceptado por la misma (a pesar de que Huo’o nació frente al avasallamiento occidental y por la recuperación de tradiciones qom) para acceder a los beneficios otorgados por la empresa. Entre estos beneficios, se cuenta el hecho de que las computadoras les permiten brindar talleres en los que enseñan a utilizar herramientas tales como Power Point a los jóvenes y adultos de la localidad. En dichos talleres surgen presentaciones donde la temática recurrente es la denuncia por la pérdida de la lengua, el despojo territorial y la falta de intervención del Estado a favor de los pueblos indígenas. Cada nueva herramienta que adquieren, aunque provenga de los mismos actores que los expulsan del territorio, es utilizada, apropiada, puesta en valor y llevada a la acción por las organizaciones indígenas para seguir disputando los sentidos en relación a los discursos dominantes.

Asimismo, la intervención de organizaciones no gubernamentales y la participación del Estado en estos territorios, con las comunidades locales, construye fronteras que tienen la intención de invisibilizar los reclamos indígenas. Tal es así que en una entrevista que mantuvimos con la presidenta de la fundación Matriarca, ella nos negaba la situación de conflicto territorial que atraviesan estas comunidades. Cabe resaltar que Matriarca está presidido por la familia Varsovia y trabajan en coordinación con la Asociación Civil para la Integración y el Desarrollo (ACID) conformada por esta misma familia. Asimismo, dentro de ACID participan organizaciones tales como la Fundación Noreste Argentino y son quienes ponen en marcha diversos proyectos, entre ellos: “El futuro está en el Monte” y “Gran Chaco Nanum Village”.

En la entrevista a la presidenta de Matriarca, le preguntamos acerca de la real posibilidad que tienen las comunidades de producir tejidos de chaguar, dado que muchas de estas poblaciones no pueden acceder a esas fibras debido a la privatización de sus montes. Al respecto ella nos explicaba:

Paula: te diría que en las provincias donde estamos nosotros, están muy bien estructurados del tema legal en tema de política pública digamos en el Chaco fueron asignados 300 mil hectáreas y los líderes comunitarios los administran. Mal o bien no lo sé, pero están ahí y en Formosa también (…) percibo conflictos con los criollos, pero a veces es más que la falta de confianza y conversación, el espacio de encuentro que el problema real en sí. En Jujuy el 54 % de la provincia es de ellos [las comunidades indígenas] asique... No veo un conflicto” (Entrevista a Paula Marra, presidenta de la fundación Matriarca, noviembre 2016- los corchetes son propios).

Encontramos en esta entrevista una negación de la existencia del problema territorial. Asimismo, a partir de los dichos de la presidenta de la fundación Matriarca, podemos inferir que la comercialización de los productos se realiza a partir de una especialización y exotización de los mismos por ser elaborados por las comunidades. Una vez más puede advertirse que las asociaciones que trabajan con las comunidades con el aparente objetivo de generar economías sustentables explotan la veta exótica de las mismas sin profundizar en la resolución de los conflictos que estás verdaderamente atraviesan. En este sentido, en Pampa del Indio, los indígenas artesanos de la localidad no pueden producir dado que el acceso a los recursos naturales fue vetado desde la privatización de sus montes. En esta localidad, la Fundación Noreste Argentino, generó una oportunidad de explotación turística a partir de la exotización de la presencia indígena. De esta manera, las comunidades indígenas se convierten en “nuevos clientes” (Escobar 1998: 296) y nuevos trabajadores para estas organizaciones. Sin embargo, los integrantes de dichas comunidades utilizan este rol que les es otorgado, para visibilizar sus reclamos y exigir sus derechos en los diferentes espacios donde participan.

Consideraciones finales                           

En este artículo, definimos a las fronteras en tanto límites y continuidades territoriales de un espacio vivido, en el cual se establecen diferentes tipos de relaciones de poder, entre los diversos actores que las atraviesan. Asimismo, dicho poder está vinculado al control de este espacio y de las personas que allí habitan.

Vimos, además, de qué manera los límites territoriales estaban acompañados por esquemas de dominación social para visibilizar algunos rasgos e invisibilizar otros. Parte de este proceso se expresa también en las nuevas formas productivas vinculadas con lo agropecuario en contraposición a las economías domésticas. Asimismo, las fronteras se comenzaron a extender para participar en los mercados internacionales dejando de lado las economías locales. Este cambio productivo, necesitó la expansión territorial y la ocupación de espacios que -para dichos empresarios- no eran rentables. En este sentido, en la provincia de Chaco aquí analizada, encontramos que tales productores incrementaron sus ganancias a partir de la posibilidad de adquirir mayores extensiones de tierra que anteriormente estaban habitadas por comunidades indígenas. Los Estados provinciales y nacionales, comenzaron de este modo, a generar dispositivos e instituciones que permitieran seguir construyendo y habilitando nuevas fronteras. De este modo, en la Provincia de Chaco en general, y en la localidad de Pampa del Indio en particular, las fronteras entre los indios, los criollos y los gringos se hacen visibles en los tipos de vivienda, los barrios donde habitan, la forma de vida, la economía que les permite subsistir, entre otros.

Los organismos internacionales y las fundaciones sin fines de lucro (muchas veces, solventadas económicamente por los primeros) en diversas oportunidades intervienen sobre los territorios para delimitar espacios. En el caso antes mencionado de la intervención de la Fundación Noreste Argentino en la localidad de Pampa del Indio, pudimos analizar que se construye una imagen del indio, cómo un producto nativo, exótico e histórico. Desde este nuevo rol otorgado al indígena desde su explotación turística, a partir de la cosificación de su identidad. Dichas acciones, pretenden desconocer la historia de invisibilización, desprecio, matanza y expulsión territorial de las comunidades indígenas, y las involucran en proyectos de desarrollo internacional que poco tienen que ver con sus actividades actuales y reivindicaciones históricas.

Nos interesa remarcar que estos límites no son solamente físicos, sino que también los hay simbólicos, ideológicos, económicos, políticos, sociales, culturales lingüísticos, de clase, de género, de identidad, etc. Tampoco permanecen estáticos, sino que se transforman, son reapropiados y son producto un campo de fuerzas multidimensionales donde todos los actores -del presente y del pasado- disputan y crean sentidos y símbolos que los constituyen como fronteras.

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