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ARTÍCULO ORIGINAL

Perspectivas en torno al conocimiento científico: Entre Heidegger y los filósofos de la racionalidad instrumental

(Perspectives on scientific knowledge: between heidegger and the philosophers of instrumental rationality)

Martín Abraham*

* Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales - Universidad Nacional de Jujuy - Otero 262 - CP 4600 - San Salvador de Jujuy - Jujuy - Argentina. Correo Electrónico: martinabraham_924@hotmail.com

RESUMEN

            La identificación, sin mediar distinciones relevantes, entre la concepción heideggeriana de ciencia y las teorizaciones de Adorno y Horkheimer sobre cierta práctica científica, constitutiva de la racionalidad instrumental, se constituye en una constante. En razón de ello, este escrito discurrirá alrededor de una serie de cuestiones referidas al conocimiento científico, tratadas en ambos corpus teóricos, permitiendo mostrar las profundas divergencias entre ambas miradas sobre la ciencia.

Palabras Clave: Conocimiento científico; Ciencia encubridora; Ciencia instrumental; Filosofía.

ABSTRACT

            The identification, without relevant distinctions, between the Heideggerian conception of science and Adorno and Horkheimer´s theorization on a certain scientific practice, constitutive of instrumental rationality, is a constant. For this reason, this paper will develop around a series of questions related to scientific knowledge, treated in both theoretical corpus, allowing to show the deep divergences between both views on science.

Key Words: Scientific knowledge; Concealing science; Instrumental science; Philosophy.

            La identificación, sin mediar distinciones relevantes, entre la concepción heideggeriana de ciencia y las teorizaciones de Adorno y Horkheimer sobre cierta práctica científica, constitutiva de la racionalidad instrumental, se constituye en una constante (1). En razón de ello, este escrito discurrirá alrededor de una serie de cuestiones referidas al conocimiento científico, tratadas en ambos corpus teóricos, permitiendo mostrar las profundas divergencias entre ambas miradas sobre la ciencia.

ACERCA DEL SURGIMIENTO DE LA CIENCIA MODERNA

            Para Heidegger, la época de la metafísica se inicia ya en la Antigua Grecia, al -usando la terminología heideggeriana- esenciase el ser en el modo de la “ocultación”. Esta forma “ocultadora” de esenciarse del ser, para el teórico de Meßkirch, se explicita en los planteos filosóficos de Platón y Aristoteles (2), en tanto filosofías inauguradoras de la “decadencia” espiritual de Europa. Sin embargo, con el transcurrir temporal, la época de la “ocultación” del ser va adquiriendo sucesivas formas más radicalizadas hasta culminar tanto en el filosofar nietzscheano, que concibe al ser como un engaño que no debiera de haberse producido nunca (Heidegger, 2003), como en la ciencia moderna, que sólo se interroga por el ente, más nunca por el ser del ente. Por ende, en opinión de Heidegger, el surgimiento de la ciencia moderna se enmarca en la historia del ser y particularmente, en el periodo histórico del “encubrimiento” del ser como su punto culmine. Cabe remarcar, que este proceso no resulta sólo de la activa intervención de los seres humanos, como lo interpretarían Karl Marx o los autores dialécticos tomados para este escrito, sino también -y sobre todo-, de una destinación del ser, donde al hombre le cabe el rol de pastor o custodiador. En conclusión, el conjunto argumental desplegado en torno a la génesis de la ciencia moderna explicita la persistencia de Heidegger en tratar de explicar lo que ocurre en el mundo apelando a instancias metafísicas y a la vez, desconociendo la facticidad histórica.
            En contraposición a esta visión desvinculada del acaecer histórico, Adorno y Horkheimer articulan, permaneciendo siempre atados a lo óntico, una explicación sobre los orígenes de la ciencia moderna, que aúna elementos provenientes tanto de la ciencia biológica o del psicoanálisis, como del marxismo. En este sentido, los filósofos de la racionalidad instrumental entienden que la ciencia moderna es un proyecto cognoscitivo que se establece, por una parte, para aumentar los niveles de productividad económica y establecer el capitalismo, cómo, por el otro, para erigir un mundo menos inhóspito para los grupos humanos europeos, proveyendo de ese modo a su autoconservación. Por ende, esta novedosa forma de producir ciencia se constituye, en cierta medida, en la garantizadora de la concreción de ciertos niveles de dominio y control sobre la naturaleza, para construir el sistema del capital y fundar un mundo más domesticado, confortable y justo. Sin embargo, este horizonte originario, en determinado momento histórico, es reemplazado por otro, que involucra el dominio de una clase social sobre otra. Dice Horkheimer (2007: 106) en su Crítica de la razón instrumental:
            La historia de los esfuerzos del hombre destinados a subyugar la naturaleza es también la historia del sojuzgamiento del hombre por el hombre.
            Para estos filósofos, el momento de quiebre entre una forma hegemónica de hacer ciencia y otra se produce en el siglo XVIII, cuando la clase burguesa se instituye en los poderes político y económico. Cabe destacar, que este conjunto de aseveraciones se acercan a los planteos teóricos del filósofo portugués Boaventura de Sousa Santos, ya que éste, en igual sentido que Adorno y Horkheimer, señala al siglo XVIII como período de establecimiento de un vuelco radical en la producción de conocimiento científico, donde el conocimiento-emancipación pasa detentar un lugar marginal, perdiendo la posición dominante de la que gozaba con anterioridad, en pos del conocimiento-regulación. Señala Boaventura de Sousa Santos (2009: 63):
            Defendí que la ciencia moderna, una vez transformada en fuerza productiva del capitalismo, contribuyó decisivamente para la descaracterización de la tensión a través del modo en que facilitó y hasta promovió la absorción de la emancipación por la regulación.
            Ahora bien, volviendo sobre los postulados de los pensadores del Instituto de Investigación Social, cabe objetar su fluctuación entre componentes explicativos  biologicistas o psicoanalistas y componentes explicativos marxistas, que tiñen a sus juicios con ambivalencia. No obstante esto, cabe rescatar el hecho de que los frankfurtianos, en contraposición a Heidegger, se atengan a lo intuible empíricamente, para dar cuenta del surgimiento y del despliegue histórico posterior del fenómeno científico.

MIRADAS EN TORNO A LA CIENCIA MODERNA

            Ahora bien, pasando a analizar lo que cada uno de los teóricos entiende por conocimiento científico moderno, cabe señalar que Heidegger define a este último como “teoría de lo real” (2007a, 158) y por ende, como un saber que se circunscribe al conocimiento de los entes, sin procurar la pregunta por el ser o la instancia de preparación para el evento de la “desocultación”. Esto es lo que encamina a Heidegger a calificar al saber científico moderno como un saber no-pensativo, por contraposición a la filosofía y al poetizar de los interpelados por el ser, en tanto formas cognoscitivas dotadas de la propiedad del pensamiento. Dice Heidegger (2005: 38-39) en ¿Qué significa pensar?:
            La esencia de sus ámbitos, la historia, el arte, la poesía, el lenguaje, la naturaleza, el hombre, Dios, es inaccesible a las ciencias […] En cuanto las ciencias como ciencias no tienen acceso a este asunto, hay que decir que no piensan.
            Por lo tanto, el carácter no-pensativo o calculador, que Heidegger le endilga a toda producción científica, está estrictamente vinculado a su destinación a permanecer “establecida en el ámbito limitado por la objetividad” (Heidegger, 2007a: 178), es decir, a atenerse al nivel de lo óntico, a la carencia de pensamiento o al “encubrimiento” del ser.
            En cambio, los pensadores frankfurtianos sólo conciben como calculo a cierta práctica científica dominante -no a la totalidad-, como consecuencia de que ésta, con el establecimiento de la burguesía como clase dirigente, se haya vuelto funcional a los intereses de esta última, sin tener conciencia de esta situación. De esta forma, con la ilustración, la mayoría de las prácticas científicas se vuelven carentes de toda conciencia de sí (Adorno y Horkheimer 2007) y a la vez, instrumentos opresivos. Esta irreflexividad, que Adorno y Horkheimer denuncian, proviene de la decisión ilustrada de apartar “la exigencia clásica de pensar el pensamiento” (2007).
            En conclusión, no sólo no conciben a la ciencia como calculo porque no persiga la “desocultación” del ser, sino que también, no le achacan a todo conocimiento científico el calificativo de saber instrumental. Sólo reservan la categoría de ciencia calculadora para la generalidad de las practicas científicas, dejando a salvo cierta labor científica reflexiva y/o transformadora. Además, a diferencia de Heidegger, determinan la existencia de cambios históricos en el campo científico, señalando la hegemonía de la ciencia utópica, al iniciar la modernidad, que en el transcurso del siglo XVIII decrece, para dejar lugar a las prácticas científicas tecnocráticas como regla general.

LAS PREOCUPACIONES DIAMETRALMENTE OPUESTAS

            A Heidegger lo desvela la creciente posición dominante de la ciencia moderna, en tanto saber “encubridor” del ser, debido a que este fenómeno sea sintomático, en su perspectiva, de la riesgosa posibilidad de que ya no exista intensión alguna de establecer un vínculo, a través del pensar (4)-filosofía y producción artística de los llamados por el ser-, con lo sagrado y que, por ende, la ciencia moderna se constituya en la única forma cognoscitiva de apreciación del mundo. De esta forma, toda rehabilitación del ser o de lo esencial, a través del pensamiento, quedaría clausurada.
            Como contracara a la visión heideggeriana, dejando de lado cuestiones teológicas o místicas, la inquietud de Adorno y Horkheimer radica en la preponderancia de la ciencia tecnocrática -dotada de una mirada ilusa sobre sí misma y funcional a las clases dominantes-, en relación a ciertas prácticas científicas heréticas con respecto a esta tendencia mayoritaria.
            En definitiva, a Heidegger le preocupa bastante poco el hecho de que gran parte del conocimiento científico se haya constituido en un instrumento opresivo, amparado bajo una aparente neutralidad política o ideológica. Lo que realmente lo alarma es que se corra el riesgo que la ciencia, en virtud de su esencia buscadora de absoluta univocidad (Heidegger, 2005), no permita hacer presente en el mundo a lo sacro a través del pensar.

ENTRE EL AUGURIO Y EL PROYECTO

            Lo que se podría esperar de Heidegger, como respuesta a este carácter “encubridor” de la ciencia moderna, es el llamado a los hombres a llevar a las ciencias a la “desocultación” del ser o al esencial descubrimiento del ente, constituyéndolas en filosofía (Heidegger, 2012). Sin embargo, esto acarrearía que el ser humano se constituya en Señor del Ser (Heidegger, 2007b), dejando atrás su estado de ahí del Ser -Dasein-, para poder emprender la tarea de modificar la esencia de la ciencia, que la encamina a ser un saber “encubridor”, lo que es inasequible, tomando en consideración las concepciones heideggerianas de hombre y de organicidad del cosmos. Por ende, la intensión humana de transformar las prácticas científicas en conocimiento filosófico se constituye en una empresa imposible de ser realizada por acción de los seres humanos. Por lo tanto, en la filosofía heideggeriana, se explicita una interpelación a los seres humanos a claudicar en cualquier pretensión de transformar el destino, asignado por el ser, a la ciencia, como consecuencia de que tal tarea sólo pueda ser emprendida por el ser mismo.
            En contraposición a estas apreciaciones, desplegando un panorama más alentador y comprometido con la transformación social, Adorno y Hokheimer nos instan a luchar contra la hegemonía del conocimiento científico tecnocratizado, deconstruyéndolo, por un lado, e impidiendo su propagación y reproducción, por el otro. Para ello, la filosofía debe luchar en dos direcciones distintas. Primeramente, batallar contra la corriente filosófica que, siendo reemplazante de la razón ilustrada en el cargo de juez (Adorno y Horkheimer, 2007), justifica las prácticas científicas instrumentales e inconscientes. Por lo tanto, detractar al positivismo lógico mostrando su fomento de la irracionalidad fanática y de una ciencia interesada en sostener el orden establecido, configura uno de los objetivos de la filosofía dialéctica. Asimismo, dentro del campo filosófico, también se cuenta con otro frente de batalla a deslegitimar, constituido por las filosofías idealistas, que reivindicando la autonomía del conocimiento filosófico, olvidan la importancia de promover el cambio de la situación en que se encuentra la ciencia. El siguiente fragmento es muestra de esta lucha contra la labor ensimismada de algunos filósofos:
            Quien reflexione en libertad sobre los objetos confiscados por la ciencia organizada, podrá de vez en cuando escapar del taedium scientiae, pero a cambio no sólo será recompensado con el infamante elogio de lo sugestivo e intuitivo, sino que por añadidura deberá soportar que se le demuestre ora su falta de competencia, ora lo superado que esta lo que inmediatamente se distorsiona reduciéndolo a hipótesis y se tritura entre las piedras de molino del «¿Dónde está la prueba? » y el «¿Dónde está lo nuevo? ». Pero, si para escapar a ese peligro la filosofía se retira a sí misma, cae en el juego conceptual vacuo o exento y escolástico, aunque lo esconda tras patéticos neologismos como lo que, según De Maistre, temen los grandes escritores. (Adorno, 2012: 46)
            En segundo término, corresponde que la filosofía crítica o transformadora erija también epistemologías criticas (5), que no siguiendo los senderos de la llamada “concepción heredada”, viabilicen la toma de conciencia de la condición en la que se encuentra la producción científica tecnocratizada, como condición previa para tornarla funcional a los intereses del pueblo. Esto implicará, por parte de las filosofías de la ciencia críticas, la apertura de discusiones filosóficas, que buscan ser cerradas por el neopositivismo, bajo el argumento de que constituyen verdades evidentes, incuestionables e indubitables, que en realidad juegan a la fijación o cristalización de los supuestos filosóficos que tecnocratizan al conocimiento científico.
            En resumidas cuentas, la filosofía, para Adorno y Horkheimer, no debe ser legitimadora de la falsa conciencia, presente en la gran mayoría de los científicos, sino que le compete la tarea de desnudar el carácter instrumental de gran parte del conocimiento científico y procurar, a la vez, su transformación. En este sentido, los filósofos frankfurtianos no sólo se despegan de Heidegger, al perseguir la trasformación de la ciencia, sino también, del filósofo francés Michel Foucault, como consecuencia de que este último sólo persiguiese el desentrañamiento del trasfondo ideológico y de clase del conocimiento científico, dispensándose de proveer a su modificación. (6)

AVIZORANDO UNA CONCLUSIÓN

            A lo largo del ensayo, se han explicitado las marcadas diferencias entre las perspectivas desde las cuales, tanto Heidegger, como Adorno y Hokheimer, encaran ciertos núcleos problemáticos en torno al conocimiento científico. Sin embargo, resulta  relevante determinar por cuál de las posturas abogo, aunque quizás ya haya quedado claro en la exposición.
            La preocupación indirecta de Heidegger por lo social, debido a que su inquietud central radique en la cuestión del ser, como sus resoluciones teológico-filosóficas de problemas más que acuciantes, es lo que me lleva a desechar esta investigación filosófica, que en definitiva termina siendo funcional a los que dominan. Ello sin dejar de destacar que los interrogantes heideggerianos son cuestiones que de igual forma deben preocupar a los teóricos, que se proponen la transformación del mundo, como, por ejemplo, el hecho de que cierta intelectualidad decadente, con pretensiones tecnocratizantes, persiga clausurar cualquier forma de producción filosófica o artística, dejando subsistente sólo al conocimiento científico como única forma posible de apreciación del mundo.
            La visión de Adorno y Horkheimer, por su compromiso político con la transformación social y su alejamiento de cuestiones místicas, se constituye en una propuesta más que interesante, si lo que se pretende es abonar a la subversión del orden existente. Por ello, optar por el proyecto frankfurtiano, entendiendo a este último como un horizonte interpelante no sólo de filósofos o profesionales de la filosofía, sino también de todo aquel científico que pretenda cuestionar lo dado en su formación, se constituye en un deber para la construcción de un pensar reflexivo y crítico.

AGRADECIMIENTOS

            Agradezco las observaciones de la Prof. Beatriz Bruce y de los evaluadores de la revista, que resultaron de gran utilidad para mejorar el presente trabajo.

NOTAS

1) Lo aseverado por Jesús Adrián Escudero, al prologar su propia traducción de una de las obras de Heidegger, es expresión de esta labor interpretativa parcializada, que olvida la importancia de determinar las diferencias existentes entre las posiciones desde las cuales, tanto Heidegger, como Adorno y Horkhiemer, encaran sus reflexiones sobre el conocimiento científico. Cfr. Escudero, Jesús Adrián: “Prologo” en Heidegger, Martin: ¿Qué es la filosofía?, Barcelona, Herder, 2004, pp. 9-21.
2) “Pero este principio del fin del gran inicio, que constituye la filosofía de Platón y  Aristóteles, sigue siendo grande, aun cuando descontemos del todo la grandiosidad de su expansión occidental.” Cfr. Heidegger, Martin: Introducción a la metafísica, México, Ed. Gedisa, 2003, p. 163.
3) Resulta necesario destacar que la modernidad, en tanto proceso histórico, solo acaeció en territorio europeo, aunque generó tremendas repercusiones en el resto del mundo -procesos de aniquilación, colonización, dominación económica-, además de nefastas consecuencias, al interior del continente europeo.
4) En apreciación de Heidegger, las filosofías “encubridoras” del ser, entre las cuales se encontrarían, por citar a algunas, la filosofía de Nietzsche, Descartes y Kant, formarían parte del pensar calculador junto con la ciencia, aunque se diferenciarían de esta última, al procurar la reflexión sobre el ser. La filosofía producida por el movimiento neopositivista o hasta la filosofía adorniana no estarían incluidas, según el criterio demarcatorio heideggeriano, dentro del catálogo de filosofías, que erraron el camino para tratar de proveer a la “desocultación” del ser, sino que formarían parte del conocimiento científico.
5) Son muestra de estas epistemologías críticas las reflexiones emprendidas por Beatriz Bruce, Pierre Bourdieu y Boaventura de Sousa Santos, entre otros filósofos. Cfr. Bruce, Beatriz: Distancia y compromiso. La tensión valorativa en el conocimiento social, EDIUNJU, Jujuy, 2004; Bourdieu, Pierre: El sentido práctico, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2010; De Sousa Santos, Boaventura: Epistemología del sur: la reinvención del conocimiento y la emancipación social, México, Siglo XXI-CLACSO, 2009.
6) Cfr. Foucault, Michel: Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias humanas, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2011; Foucault, Michel: La arqueología del saber, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2010.

BIBLIOGRAFÍA

1 ADORNO, T y HORKHEIMER, M (2007) Dialéctica de la ilustración, Madrid, Akal.

2 ADORNO, T (2012) Sobre la metacrítica de la teoría del conocimiento, Madrid, Akal.

3 DE SOUSA SANTOS, B (2009) Una epistemología del sur: la reinvención del conocimiento y la emancipación social, México, Siglo XXI-CLACSO.

4 HEIDEGGER, M (2003) Introducción a la metafísica, México, Ed. Gedisa.

5 HEIDEGGER, M (2005) ¿Qué significa pensar?, La Plata, Terramar.

6 HEIDEGGER, M (2007a). Ciencia y meditación. En: Filosofía, ciencia y técnica, Chile, Editorial Universitaria.

7 HEIDEGGER, M (2007b) La vuelta. En: Filosofía, ciencia y técnica, Chile, Editorial Universitaria.

8 HEIDEGGER, M (2012) El origen de la obra de arte. En: Arte y poesía, México, Fondo de Cultura Económica.

9 HORKHEIMER, M (2007) Crítica de la razón instrumental, La Plata, Terramar.

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