La articulación del discurso kirchnerista y el movimiento piquetero
(The articulation of the kirchnerist discourse and the piquetero movement)
Lucas Ezequiel Bruno*
Recibido el 07/12/22
Aceptado el 12/03/24
* Universidad Nacional de Córdoba (UNC) - Facultad de Ciencias Sociales (FCS) - Centro de Estudios Avanzados (CEA) - Doctorado en Ciencia Política - Av. Vélez Sarsfield 153 - CP X5000JJB - Córdoba - Argentina.
Correo Electrónico: lucasbruno137@hotmail.com
ORCID https://orcid.org/0009-0006-8954-4419
Resumen
El presente trabajo tiene por objeto abordar la singular articulación entre el discurso kirchnerista y el movimiento piquetero desde la perspectiva de la Teoría Política del discurso, utilizando el método de la articulación a partir de dos fuentes: la bibliografía disponible de distintas perspectivas teóricas y noticias periodísticas. Este problema resulta de importancia ya que diferentes perspectivas teóricas-políticas han consolidado la hipótesis de la cooptación de los piqueteros por parte del kirchnerismo. Contra aquella interpretación, este trabajo sostiene que dicho proceso articulatorio generó un lazo identitario entre el significante Kirchner y los piqueteros posibilitado por la equivalencia en la exterioridad constitutiva: el discurso neoliberal. La inclusión radical de los piqueteros introdujo el exceso en la comunidad política, corriendo los límites del discurso oficial para avanzar más allá de los límites de lo posible y de lo pensable y, a la vez, permitió la constitución de los piqueteros en tanto movimiento social-político, que se inscribían en una serie de demandas heterogéneas, desbordando su particularismo. Los nuevos movimientos sociales ya no estaban limitados sólo discutir programas sociales y subsidios, sino a definir los contornos del orden en su generalidad y articular muchas más demandas heterogéneas; esto es lo que denominamos en las conclusiones lógica del exceso.
Palabras Clave: discurso kirchnerista; identificación; movimiento piquetero; exceso.
Abstract
The purpose of this work is to address the unique articulation between the kirchnerist discourse and the piquetero movement from the perspective of the Political Theory of discourse, using the articulation method from two sources: the available bibliography of different theoretical perspectives and journalistic news. This problem is important since different theoretical-political perspectives have consolidated the hypothesis of the co-option of the piqueteros by kirchnerism. Against that interpretation, this work maintains that said articulatory process generated an identity bond between the Kirchner signifier and the piqueteros made possible by the equivalence in the constitutive exteriority: the neoliberal discourse. The radical inclusion of the piqueteros introduced excess into the political community, pushing the limits of official discourse to advance beyond the limits of what was possible and thinkable and, at the same time, allowed the constitution of the piqueteros as a social movement. -political, which were part of a series of heterogeneous demands, overflowing their particularism. The new social movements were no longer limited to just discussing social programs and subsidies, but rather defining the contours of order in its generality and articulating many more heterogeneous demands; This is what we call in the conclusions the logic of excess.
Keywords: kirchnerist discourse; identification; piquetero movement; excess.
Introducción, marco conceptual y método de análisis
En este trabajo se interesa analizar desde la perspectiva de la Teoría política del discurso la relación entre el discurso kirchnerista y el movimiento piquetero en tanto identificación política radicalmente excluida por parte el discurso neoliberal de la década de los noventa y principios del dos mil. Tres identidades fueron los puntos nodales de la oposición a las políticas neoliberales durante los gobiernos de Menem y De la Rúa, el movimiento piquetero que tuvo su apogeo en la segunda mitad de la década de los noventa, el movimiento obrero disidente que se opuso a los acuerdos de la CGT con el oficialismo de turno y los Organismos de Derechos Humanos. Aquí se centrará el análisis en los primeros, es decir aquellos que emergieron producto de las políticas de ajuste del Estado generando desempleo y pobreza. Se focalizará en la forma que adquirió la articulación entre kirchnerismo y movimientos sociales y los efectos políticos que tuvo en la comunidad política local.
La Teoría política del discurso, con anclaje en los estudios de Laclau (1996; 2000; 2006; 2013), permite un abordaje de la complejidad de los fenómenos políticos contemporáneos a partir del uso de determinadas categorías analíticas que proveen otras interpretaciones de dichos fenómenos. En este trabajo se entiende al discurso como constitutivo de lo social, es decir como el presupuesto ontológico de cualquier orden político-social (Laclau y Mouffe, 2011). El discurso está constituido por elementos lingüísticos y extralingüísticos -es decir por la lengua y los signos, como también por prácticas sociales, instituciones, rituales, etc.- que posibilitan los procesos de significación social, por ende, al discurso se lo entiende como una materialidad y no como un proceso mental o ideal. El neoliberalismo no puede ser reducido a una ideología o a un set de políticas económicas ortodoxas, sino que constituye una racionalidad gubernamental que se inscribe en prácticas, dispositivos y discursos que pretenden el gobierno de la conducta de los sujetos (Laval y Dardot, 2013). En este sentido, el neoliberalismo funciona como cualquier otro discurso que intenta ser hegemónico e imponer un sentido a la realidad.
La hegemonía se inscribe, según Laclau, dentro de las prácticas articulatorias, las cuales implican que la relación que se entabla entre los diferentes elementos transforma a los mismos, es decir, lo articulado es transformado por la misma práctica articulatoria. La participación de toda práctica hegemónica dentro del campo general de la articulación permite presuponer la estructura fallida o dislocada. En simultáneo, la hegemonía se constituye a partir del trazado de una frontera antagónica -siempre inestable y móvil- con otro discurso que también se pretende hegemónico. La relación hegemónica es aquella por la cual un contenido particular pasa a ser el significante de la plenitud ausente y necesaria, es decir de la universalidad fallida, de toda la comunidad. Es la operación política por excelencia por la cual un particular asume la encarnación de un universal imposible. En la hegemonía están implicadas dos lógicas de actuación que están constantemente en tensión: la lógica de la diferencia y la lógica de la equivalencia. Si por la primera se afirma la particularidad de cada diferencia, es decir su contenido singular, su reivindicación concreta y gremial, la segunda subvierte a la primera posibilitando la equivalencia de todas las diferencias en función de la antagonización con el exterior constitutivo excluido de la comunidad. La equivalencia de las diferencias está posibilitada por una negatividad, por aquello que todas las diferencias no son en relación a lo excluido, es decir por la oposición al sistema o al bloque del poder. En este trabajo el significante kirchnerismo construyó hegemonía a partir de la lógica de la diferencia y de la lógica de la equivalencia. Las identificaciones de los Organismos de Derechos Humanos, de los movimientos sociales, del sector mayoritario del movimiento obrero se articularon en torno al nombre kirchnerismo, cediendo parte de su diferencialidad para construir lazos de equivalencia en antagonización con el discurso neoliberal -el exterior constitutivo-.
Una identidad o identificación es una diferencia dentro del sistema de significaciones, es decir del discurso, que se constituye como una negatividad relacional -es lo que no es en relación a otras diferencias-. Estas identificaciones o diferencias van a estar subvertidas en su particularidad por cierto lazo equivalencial a partir del cual se oponen al exterior constitutivo que posibilita el movimiento y la fluctuación de la estructura al mantenerla siempre parcialmente abierta. Esta concepción permite comprender que las identificaciones o las diferencias poseen fronteras inestables y dinámicas, el sistema de relaciones que las constituye al estar constantemente amenazado por el antagonismo permite la proliferación de actos de identificación y desidentificación, lo que modifica las diferencias e identificaciones constantemente. Las identificaciones se expresan de dos formas muy distintas. Una forma es en tanto reclamos ante/en contra del sistema general de significaciones, del discurso, o del bloque del poder. La otra forma de expresión es soportada en el propio discurso sin poner en cuestión el sistema en su generalidad -es decir, sin ningún tipo de reclamo-, ocupando así, cómodamente, el lugar que les es asignado. En el primer caso estamos ante una identidad susceptible de articulación, en el segundo estamos ante una identidad mucho más ligada a la conservación y sedimentación del sistema de diferencias.
La lógica del exceso es una dimensión de las prácticas articulatorias y es profundizada por Groppo (2012) entre otros autores. El exceso trastoca los límites de la relación entre la demanda y el significante articulador, ya que la respuesta política a una determinada demanda es más de lo demandado, desborda al reclamo y excede lo que los sujetos visualizaban como horizonte de plenitud comunitaria. En algunos casos ni siquiera habría demanda previa, sino que la oferta rebalsa lo que los sujetos imaginaban o estaban en condiciones de imaginar. Este exceso se inscribe en la comunidad a través de la forma de un despertar, es decir a partir de un cambio radical en la perspectiva de interpretación de los entes, las cosas y del mundo. El efecto de la lógica del exceso es la ampliación del imaginario de lo posible de la comunidad política y conlleva la reacción de los antagonismos políticos que lo describirán como un objeto abyecto, abominable e irracional. La ampliación de los límites comunitarios tiene dos efectos: por un lado, la reinscripción constante de la frontera política y, por otro, la posibilidad de que las identidades políticas reactualicen sus demandas a partir de un nuevo imaginario de lo posible que se traducirá en plurales imaginarios de lo deseable. La ampliación del imaginario de lo posible revuelve lo sedimentado y fuerza los límites del discurso, configurando, en última instancia, un nuevo marco interpretativo de comprensión de la realidad. El acto del despertar es relevante ya que los sujetos se inscriben en un nuevo lenguaje contaminado por lo viejo. Un ejemplo de la lógica del exceso puede ser la Ley de Matrimonio Igualitario sancionada por el Congreso Nacional en el año 2010. El colectivo LGTBIQ+ reclamaba la “unión civil” y el discurso kirchnerista respondió con la institución del matrimonio entre personas del mismo sexo y la posibilidad de adopción. Hubo un exceso entre la configuración de la demanda y su articulación, ya que la respuesta fue un plus de aquello demandado, teniendo como efecto la ampliación del imaginario de lo posible de la comunidad política.
Respecto a los aspectos metodológicos del presente trabajo, en el mismo se utilizará el método de la articulación sistematizado por Howarth (2005) a los fines de la aplicación de la Teoría política del discurso. Lo primero a decir en relación a lo metodológico es que en este caso el método no es sinónimo de un conjunto de reglas y técnicas neutrales que se puede aplicar automáticamente a todos los objetos empíricos garantizando cierta mecanización y objetividad (Howarth, 2005). En segundo lugar, Howarth (2005) sostiene que la Teoría política del discurso “se ubica dentro de la rama hermenéutica de las ciencias sociales” (p. 43). Esto significa que persigue la producción de interpretaciones de segundo orden sobre las interpretaciones que realizan diversos actores de determinada práctica o fenómeno político. En definitiva, la Teoría política del discurso producirá nuevas interpretaciones de aspectos no develados de los fenómenos políticos. En tercer lugar, dentro de los objetos de estudio de la Teoría política del discurso ocupará un lugar predominante la constitución de las identidades políticas y el trazado de fronteras al interior de una determinada comunidad.
El método de la articulación presupone tres fases durante el proceso investigativo (Howarth, 2005). Antes de abordar sucintamente dichas fases, reiteramos que el concepto de articulación implica, según Laclau y Mouffe (AÑO), que los diferentes elementos establecen relaciones específicas entre ellos y, producto de la práctica misma, la identidad de los mismos es modificada. La articulación en una investigación determinada funciona de igual manera, es una práctica específica que debido a la especial relación entre los elementos articulados -por ejemplo, los datos empíricos elegidos o, en este caso, la construcción de una serie de acontecimientos-, los mismos cambian su identidad -develando de una nueva interpretación que puede implicar o no nuevas categorías teóricas-. Las fases son, en primer lugar, la reactivación por la cual se pone en evidencia las prácticas sedimentadas que determinaron una interpretación dominante de un objeto político específico; en segundo lugar, la deconstrucción, por la cual se da cuenta de la contingencia de dicha interpretación. En tercer lugar, la abstracción y conmensuración “consisten en la creación de lógicas y conceptos puramente formales que son compatibles con los supuestos subyacentes de la teoría del discurso.” (Howarth 2005, p. 56). Es decir, categorías propias al objeto de estudio y compatibles con los supuestos ontológicos de la Teoría política del discurso. En el caso de este artículo la tercera fase está dada por la introducción con centralidad de la categoría de exceso para dar cuenta del vínculo entre el discurso kirchnerista y el movimiento piquetero.
Por último, y respecto a la estrategia de investigación concreta para el estudio del objeto en este artículo, se eligió el estudio de caso a los fines de abordar los efectos que tiene la construcción de identidades desde determinadas lógicas políticas. Como ya se mencionó, el caso en estudio es la relación entre el discurso kirchnerista y el movimiento piquetero. A los fines de construir el caso se produjeron datos empíricos a partir de fuentes lingüísticas-no reactivas (Howarth, 2005, pp. 68-69) -lingüísticas en tanto utilizan el lenguaje oral u escrito y no reactivas ya que no implican la introducción de un elemento inter-subjetivo para su producción-: artículos periodísticos, bibliografía y discursos de algunos actores involucrados. Los datos empíricos obtenidos se analizaros desde tres aspectos: semántico -el significado de los textos-; retórico, en tanto operaciones discursivas que le dan fuerza a un determinado argumento -metonimias y metáforas-; y pragmático -la elaboración y el análisis de la subjetividad implicada o construida a partir del discurso objeto de estudio-.
Contextualización y debate
En cierto sentido, la asunción de Kirchner como Presidente -un Gobernador del Partido Justicialista de una provincia del sur- constituía el fracaso parcial del movimiento piquetero. El sistema logró recomponerse prescindiendo de su protagonismo que tanto les había costado para fines de la década anterior. El movimiento piquetero desconocía al dirigente patagónico y hasta el propio D’Elía -que luego será funcionario del gobierno nacional- declaraba por aquellos días de mayo de 2003 que Néstor Kirchner muy probablemente fuera la continuidad de Eduardo Duhalde, inclusive, un “títere” del dirigente bonaerense1. Al ser la continuidad de Duhalde, Kirchner era parte de la vieja política, producto de acuerdos de cúpula a espaldas de los reclamos populares.
La literatura es abundante sobre la relación de Kirchner con el movimiento piquetero. Autores institucionalistas o neoinstitucionalistas insisten en la hipótesis de la cooptación (Novaro et.al., 2014; Zelaznik, 2015; Mauro y Rossi, 2015, entre otros)2, por la cual algunos dirigentes del movimiento piquetero apoyaron a Kirchner para lograr mayores beneficios en la distribución de planes sociales o, exclusivamente, por cálculos racionalistas de conveniencia. Perspectivas críticas o neomarxistas sostienen postulados similares desde orientaciones ideológicas diferentes: “La política de Kirchner consistió en poner en acto, simultáneamente, el abanico de estrategias disponibles para integrar, cooptar, disciplinar y/o aislar al conjunto del movimiento piquetero, discriminando entre las diferentes corrientes y organizaciones.” (Svampa y Pereyra, 2009, p. 212). En este caso, la hipótesis se sostiene en el control y disciplinamiento del movimiento piquetero.
Para el año 2002 el número de piquetes o cortes de ruta fue de 2.336 y en el año 2003 empezó a descender de manera paulatina registrándose 1.278 cortes (Mauro y Rossi, 2015: p. 168). Esta disminución en el número de cortes de ruta se solapaba con una demanda creciente de estabilidad y cierto hartazgo frente a las movilizaciones y ocupación del espacio público (Svampa y Pereyra, 2009). Por otro lado, cuando Kirchner asumió, lo peor de la crisis macroeconómica ya había pasado pero quedaba de manera expuesta y cruda la deuda social: el desempleo, la informalidad laboral, la pobreza, la indigencia, los bajos salarios y la falta de acceso al sistema previsional se encontraban en niveles críticos en términos históricos3.
En relación al movimiento piquetero, según Godio (2006), el gobierno distinguía tres corrientes: los dialoguistas, los moderados y los duros. Los primeros eran aquellos que habían creado algún tipo de vínculo y acercamiento con el Estado: la Federación Tierra y Vivienda (FTV), Barrios de Pie, lo que será el MTD Evita y el Frente Transversal, en conjunto con varios agrupamientos más pequeños. Los segundos se posicionaban como oposición moderada al gobierno y tenían dos vertientes: la CCC, de orientación maoísta vinculada al Partido Comunista Revolucionario (PCR), y el MTD Aníbal Verón, de orientación guevarista. Los duros, en oposición intransigente ante el gobierno de Kirchner, estaban representados por el Bloque Piquetero Nacional en donde las dos organizaciones más fuertes eran el Polo Obrero, que estaba alineada políticamente al Partido Obrero de orientación trotskista-leninista, y el Movimiento Independiente de Justicia y Dignidad (MIJP). Lo que se observa es que la llegada de Néstor Kirchner al gobierno nacional dislocó las identificaciones piqueteras y variadas agrupaciones se vieron en la necesidad de tomar posición en relación al discurso kirchnerista. Cómo y qué efectos produjo esa dislocación es lo que se analizará en lo posterior.
Las movilizaciones piqueteras continuaron disminuyendo en número e intensidad durante todo el mandato de Kirchner y eran promovidas, principalmente, por el sector más intransigente en relación al nuevo gobierno. La política del gobierno respecto a la ocupación de los espacios públicos fue la no represión -“Ni palos, ni planes”, frase reiterada por el Presidente- lo que marcó una diferencia con los anteriores Presidentes, inclusive con su antecesor Eduardo Duhalde. El escenario cambió profundamente ya que no se veían grandes movilizaciones ni mecanismos represivos por parte de las fuerzas de seguridad. Sin embargo, en relación a los dirigentes piqueteros más intransigentes se incitó al Poder Judicial para llevar a cabo procesamientos y detenciones ante hechos que podían constituir delitos penales -e inclusive en algunos casos promover la acción penal por parte del Estado-4. Kirchner también creó un gabinete piquetero con representaciones de los ministerios de Trabajo, Interior, Desarrollo Social y Secretaría General de la Presidencia para abordar la cuestión piquetera por fuera de la lógica represiva.
Para estudiar la relación del discurso kirchnerista con el movimiento piquetero se construirá una serie de acontecimientos que pusieron en escena aspectos importantes de dicho vínculo. La serie propuesta es la siguiente:
a) El lanzamiento del Frente de Organizaciones Populares (FOP) en la Asamblea Nacional de Organizaciones Populares -junio de 2004-.
b) El boicot de los piqueteros oficialistas a las petroleras Shell y Esso -marzo de 2005- y la movilización contra la cadena de supermercados Coto -noviembre de 2005-.
c) La asunción de los legisladores electos y del nuevo gabinete nacional de Kirchner luego del triunfo del Frente para la Victoria (FpV) en las elecciones legislativas del año 2005.
La forma del vínculo
¿Cómo y de qué forma se articularon los piqueteros oficialistas y el discurso kirchnerista? El primer acercamiento de Kirchner fue con la FTV y su líder Luis D’Elía en una reunión conjunta que mantuvo con la CCC a pocos días de asumir el mandato. Allí le presentaron un petitorio con tres reclamos: un plan para la construcción de viviendas en barrios populares, el mantenimiento de los programas sociales y el desprocesamiento de militantes que habían sido imputados por ejercer el derecho a la protesta en la etapa duhaldista (Boyanovsky Bazán, 2011). Para agosto de 2003 el Presidente lanzó el Plan Manos a la Obra donde se firmaron convenios con 17 organizaciones piqueteras por $1.790.000 para la construcción de viviendas en barrios populares con mano de obra de las organizaciones. Kirchner asistió a un acto en La Matanza para enero de 2004, en donde la FTV estaba consolidada, y dicha agrupación colocó un cartel que proclamaba: “Compañero presidente. Fuerza Néstor Kirchner” (Boyanovsky Bazán, 2011): fue la primera organización piquetera en expresar públicamente el respaldo al nuevo gobierno. Boyanovsky Bazán (2011) escribe que para marzo de 2004 Kirchner ya contaba con una base de apoyo piquetera:
Kirchner contaba con tres organizaciones ´piqueteras´ decididas a apoyar su proyecto, cada una representaba a un sector definido: la FTV era la expresión más territorial, el Frente Transversal aglutinaba a los dirigentes sindicales y era un puente a la CTA, y Barrios de Pie expresaba a la ´izquierda nacional´. Faltaba aglutinar al bloque de los peronistas, más dispersos en pequeños grupos. (Boyanovsky Bazán, 2011, pp. 122-123).
Esa pata peronista la representará el MTD Evita liderada por Emilio Pérsico, lo que años más tarde será el Movimiento Evita, uno de los movimientos sociales más grandes de la Argentina que se mantiene vigentes hasta nuestros días.
En junio de 2004 Emilio Pérsico, Luis D’Elía, Jorge Ceballos (Barrios de Pie) y Edgardo Depetri (Frente Transversal Nacional y Popular) anunciaron el lanzamiento del Frente de Organizaciones Populares (FOP). El FOP constituía la primera manifestación pública de cierto sector del movimiento de desocupados en apoyo explícito a Kirchner. Entre los objetivos primordiales estaba la disputa del Partido Justicialista y sus dirigentes. Desde Carlos Menem hasta Eduardo Duhalde, todos eran definidos como enemigos políticos conjuntamente con los grupos económicos y el FMI. El FOP se presentaban como la “base social y organizada del gobierno” y como la “fuerza popular” que iba a defender al Presidente de las corporaciones y de sectores neoliberales en la calle (La Nación, 2004 c). El horizonte a futuro era formar un frente político-electoral. Según informaba Página 12, en el documento que firmaron profesaban:
El documento que firmaron ayer tiene una idea central: “Con nuestras organizaciones hemos resistido durante años al modelo neoliberal, pero hoy ya no se trata de resistir sino de utilizar la experiencia y la fuerza acumuladas para construir una nueva Argentina”, dice el texto. Si el Gobierno es considerado un aliado, en el campo enemigo los dirigentes consultados mencionaron a “las empresas privatizadas”, “la corporación financiera” y “el aparato del PJ”. (Vales, (2004): párr. 9)
El significante Kirchner era el emergente de un nuevo proceso de acumulación política y económica. A la vez se observa una redefinición en la construcción de las fronteras y los enemigos políticos: el discurso neoliberal ya no estaba representado por toda la dirigencia política, los políticos y los gobiernos, sino que estaba corporizado, según el relato de los piqueteros, en actores políticos y actores sociales concretos. Esta corporización coincide con las fronteras trazadas por el discurso kirchnerista y estuvo posibilitada por la coincidencia en la constitución del discurso neoliberal como la exterioridad constitutiva. Este sector del movimiento piquetero compartía con el discurso kirchnerista la definición de los enemigos políticos y el exterior constitutivo, y esto va a ser definitorio en la forma que va a adquirir dicha relación.
Para finales de junio tuvo lugar un acontecimiento político que redelimitó la relación del discurso kirchnerista con el movimiento piquetero y, a la vez, redefinió los límites comunitarios. Se realizó la Primera Asamblea Nacional de Organizaciones Populares donde se presentó públicamente el cuarteto piquetero-oficialista: la FTV, el MTD Evita, el Frente Transversal y Barrios de Pie. Días previos se difundió el documento que se discutiría. Tenía de título “La hora de los pueblos” y hacía referencia a que el gobierno de Kirchner no era una concesión de ningún acuerdo de cúpulas sino producto de las luchas populares y sociales de fines de 2001, una “conquista del pueblo”. En la interpretación piquetera, Kirchner era la síntesis política y el emergente político de las protestas sociales de finales de la década anterior. Sostenían también que el Presidente era el mejor intérprete de las reivindicaciones piqueteras ya que muchas de las demandas por las cuales ellos venían luchando hacía más de “20 años”, Kirchner ya las había concretado: “Por eso entendemos que no estamos ante un gobierno mejor que los anteriores, sino cualitativamente diferente” (Página 12 (2004): párr. 4). Los piqueteros identificaban un lazo de ruptura del discurso kirchnerista en relación a todas las experiencias democráticas anteriores, es decir no había ningún tipo de continuidad ni con Alfonsín ni con Duhalde -por más que compartieran el Ministro de Economía y otros funcionarios del gabinete-, mucho menos con Menem.
En el acto realizado en Parque Norte participaron Oscar Parrilli, Secretario General de la Presidencia, Alicia Kirchner, Ministra de Desarrollo Social, y Carlos Tomada, Ministro de Trabajo, en conjunto con más 5000 delegados de 53 agrupaciones de 20 provincias del país (La Nación, 2004 b). Luis D’Elía (2004) expresó: “La gran reforma política que pide el pueblo de la provincia de Buenos Aires es acabar con la mafia y con la corporación política. Nuestro único límite se llama Eduardo Duhalde, con toda claridad.” (Noailles, (2004 a): párr. 6). El resto de los oradores fustigó contra la “derecha”, los sectores concentrados de la economía y el FMI. Declaraban ser la “avanzada del gobierno” contra todos estos sectores y la punta de la lanza para la construcción de una nueva coalición política oficial por fuera del PJ. Por último, Pérsico realizaba una equivalencia entre los “descamisados” de Perón con los “desocupados/piqueteros” de Kirchner y exhortaba a construir un nuevo 17 de octubre -en comparación con el del año 1945 que permitió la liberación de Juan Domingo Perón-.
Luego de este acontecimiento las organizaciones piqueteras generaron un vínculo muy singular con el discurso kirchnerista. Para principios de julio el FOP lanzó un comunicado llamado “Honrar la vida. A favor de la democracia, con justicia y paz social” por el cual rechazaban los cortes de rutas como método de protesta sistemático frente a reclamos legítimos, es decir se comprometían ante el nuevo gobierno a no realizar más piquetes. Argumentaban que la etapa cambió y que esos métodos eran válidos cuando fue necesario resistir al neoliberalismo, en el nuevo contexto perdían legitimidad (Noailles, 2004 b). Podría preguntarse si esto no supuso un proceso de desmovilización. Si se sostiene dicha hipótesis se asumiría la claudicación parcial de las reivindicaciones y, en definitiva, se abonaría al supuesto de la cooptación por parte del gobierno de estas organizaciones. En este trabajo se sostendrá que hubo un proceso de resignificación en las estrategias de movilización popular que no necesariamente implicaban desmovilización. Al haber cambiado la etapa política, al articularse el discurso kirchnerista y los reclamos piqueteros, al ser el exterior constitutivo el discurso neoliberal y al haber sido trastocadas y dislocadas sus identificaciones políticas, las prácticas políticas también cambiaron y se resiginificaron acorde a la nueva etapa. La nueva forma de la movilización estará dirigida a señalar, apuntalar y enfrentar a los enemigos del pueblo -que eran también la alteridad del discurso kirchnerista-.
¿Qué luces arroja este acontecimiento? En primer lugar, se observa que se empezó a constituir el lazo identitario entre ciertas organizaciones piqueteras y el significante Kirchner, empezó a emerger un vínculo de identificación política que excedía ampliamente al cálculo racionalista y cualquier hipótesis de cooptación. Tal como sostiene Muñoz (2010), este vínculo se constituyó a partir de la coincidencia en la identificación de la exterioridad constitutiva: el discurso neoliberal. Sin embargo, fue bastante más allá ya que no sólo fue la negatividad lo que posibilitó la identificación sino también ciertos aspectos positivos: Kirchner era definido como uno más de ellos, como un piquetero más, a sabiendas que no tuvo mucho que ver con las masivas protestas de finales de la década anterior. Ese lazo también se constituyó por la resignificación del peronismo revolucionario que emprendió el discurso kirchnerista. Otro rasgo positivo es la equivalencia que realizaba Pérsico entre los descamisados de 1945 ligados a Perón, y los desocupados en 2004 ligados a Kirchner. Entonces, Kirchner era un piquetero, un peronista setentista-revolucionario y un heredero de Perón.
En segundo lugar, es novedosa la interpretación que los piqueteros hacían de la crisis de finales de 2001. Para ellos Kirchner era un emergente de la ola de protestas masivas del 19 y 20 de diciembre del año 2001 y, por lo tanto, les pertenecía. Esta operación es muy productiva ya que le permitió al movimiento piquetero construir una línea de coherencia histórica entre los distintos acontecimientos políticos que fueron signando su trayectoria. Es lo que les posibilitó acercar al significante Kirchner y, de cierta manera, mitificarlo en tanto líder. Este procedimiento ocultaba, o ponía en segundo plano, las facetas de Kirchner que a este sector social no le interesaba poner en escena, por ejemplo, que el mismo era un dirigente patagónico del PJ que realizó una alianza con Duhalde para acceder a la primera magistratura en 2003 o que como Gobernador de Santa Cruz tuvo ciertos vínculos con el menemismo. Al sostener que Kirchner era un emergente de la crisis de 2001, y enunciarlo de la manera en que ellos lo imaginaban, lo presentaban en la medida de sus necesidades y en la medida de sus posibilidades y condicionamientos de identificación. Entonces, el Presidente es el único líder posible para continuar el proceso que protagonizó el movimiento obrero en la década de los cuarenta, el proceso de la JP en los setenta y el proceso de resistencia al neoliberalismo por parte de los desocupados en los noventa.
En tercer lugar, la construcción de los enemigos políticos si bien era compartida con el discurso kirchnerista en términos generales -el discurso neoliberal-, el movimiento piquetero corría los límites de lo posible y enunciaba lo que el kirchnerismo recién va a enunciar en las elecciones legislativas del año 2005: la definición de Eduardo Duhalde y del aparato del Partido Justicialista como enemigos políticos y partes también del dispositivo neoliberal. El movimiento piquetero trazó una frontera política que el discurso kirchnerista, para 2004, no había trazado. Esto demuestra la capacidad de agencia y autonomía por parte de los desocupados: no solamente iban a discutir los programas sociales y planes de vivienda u otras reivindicaciones gremiales, sino que iban a definir la política en términos más universalistas. El movimiento piquetero no sólo declaraba su identificación con el significante Kirchner sino que impulsaba el corrimiento de los límites del proyecto kirchnerista, que la frontera política abarcara a otros actores no enunciados por el discurso presidencial. Esta operación política estaba posibilitada por el discurso kirchnerista y, al mismo tiempo, lo excedía. Por primera vez aparecía esta tensión que signará la relación de Kirchner con los piqueteros entre lo instituido y lo instituyente, entre lo posible y lo imposible, entre la estabilidad y la ruptura, entre el límite y el exceso.
El exceso y la desmesura piquetera
¿Cómo se resignificó la movilización callejera? Para marzo de 2005 Kirchner llamó a un “boicot nacional” contra las petroleras que aumentaron el precio de los combustibles, principalmente contra la compañía multinacional Shell. El 11 de marzo las organizaciones sociales que se estaban incorporando al kirchnerismo realizaron una manifestación de protesta en la sede central de Shell en CABA y bloquearon 32 bocas de expendio de combustibles de dicha petrolera en todo el país (La Nación, 2005 b). Recibieron el respaldo de la CGT y participó la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME) (Vales (2005)). La protesta se realizaba por un supuesto “golpe de mercado” contra las políticas de gobierno. En un comunicado de la organización Resistir y Vencer, cercana a Pérsico, se proclamaba: “Ante la provocación de los organismos internacionales, la derecha política y los grupos económicos, se hace necesaria una fuerza social organizada que le ponga freno” (La Nación, (2005 c): párr. 6).
Días más tarde las organizaciones sociales anunciaron que realizarían manifestaciones de protesta contra las empresas de servicios privatizadas que incumplieran los términos de las concesiones. La convocatoria llamaba a los distintos sectores a movilizarse en contra de la “dictadura de mercado”, declaraba D´Elía (Dinatale (2005): párr. 6). El Presidente mencionó públicamente que el gobierno no estaba por detrás de este tipo de movilizaciones y que en democracia cada sector podía manifestarse por lo que desee. Barrios de Pie realizó una protesta frente a la empresa privatizada Aguas Argentinas, en CABA y en el conurbano bonaerense, por violar las normas de la concesión y brindar un mal servicio de agua potable (Página 12 (2005)). Para fines de noviembre el movimiento piquetero oficialista movilizaba a las puertas de los supermercados Coto en rechazo a los aumentos en los precios de los alimentos. Una nueva forma de ocupación del espacio público estaba emergiendo.
Cierta bibliografía que comparte el principio de lectura de la Teoría política del discurso, abona la hipótesis de desmovilización del movimiento piquetero oficialista. Muñoz (2010) sostiene que la presencia de los piqueteros en el espacio público se vio debilitada no tanto por un dispositivo de control del gobierno sino por una “estrategia global” de suturación del espacio comunitario por parte del discurso kirchnerista, dislocado desde la crisis de 2001. En otro extremo, Biglieri (2010) dentro de marcos conceptuales similares, argumenta que las acciones directas del movimiento piquetero oficialista durante los primeros años de gobierno de Kirchner posibilitaron la construcción -casi inmediata- de un pueblo. Ambas posturas dejan de lado ciertos aspectos del análisis que parecen importantes al momento de repasar la relación del discurso kirchnerista con los grupos piqueteros. Por un lado, no debería subestimarse la capacidad de agencia del movimiento piquetero integrante dentro del kirchnerismo. Por el otro, tomar como dada la existencia de un pueblo kirchnerista a partir de la incorporación de los piqueteros parece apresurado. La interpretación de Boyanovsky Bazán (2011) aporta otras aristas:
Se puede considerar que estas organizaciones asumieron que el gobierno de Kirchner representaba el punto de partida de la “ofensiva popular”. Con Kirchner o sin Kirchner. Esto es importante destacarlo, ya que no se está afirmando que Kirchner representara por sí propio la ofensiva popular, sino que a partir de ciertas políticas, gestos y medidas, parte del colectivo popular-militante desarrolló la idea que se abría una etapa de esas características. Ahora bien, si lo que se había abierto era la etapa de la ofensiva popular, quién mejor que los representantes de lo popular para ir por delante de esta ofensiva. Si en la visión de las organizaciones era la hora del pueblo, no podía ser otro sino el pueblo quien irrumpiera en la escena política. Con arrojo, con prepotencia. Con, por qué no, impunidad. (pp. 131-132)
En este acontecimiento se puede observar, como se sostuvo, que no hubo un proceso de desmovilización por parte de las organizaciones piqueteras vinculadas al kirchnerismo sino que la ocupación del espacio público fue resignificada y tomó otros objetivos y propósitos.
La interpelación del discurso kirchnerista dislocó las identificaciones del movimiento piquetero y una parte importante del mismo ya no identificaba como la exterioridad constitutiva a los gobiernos, a los políticos o al Estado. Al cambiar los enemigos políticos, y al cambiar la etapa política según sus relatos, la forma de la protesta social también cambió. Es interesante ver en qué términos se da esta resignificación y cambio de prácticas políticas. La operación sería la siguiente: el gobierno definía a los enemigos políticos y las organizaciones piqueteras excedían la palabra de Kirchner y realizaban una protesta frente a estos enemigos. Frente a la hipótesis de cooptación, en este acontecimiento se verifica la capacidad de agencia de estos movimientos sociales: ante la interpelación de Kirchner al pueblo a los fines de boicotear las petroleras que aumentaron los precios de los combustibles, los movimientos sociales oficialistas respondieron más allá del discurso del Presidente, excediendo y corriendo los límites de la voluntad oficial al bloquear, por ejemplo, bocas de expendio de combustibles de Shell.
En el exceso de las acciones del movimiento piquetero en relación a la voz de Kirchner había un resto inasimilable, no susceptible de ser simbolizado y que resistía cualquier forma de representación. Era la acción disruptiva del pueblo en la escena pública trascendiendo la palabra presidencial, actuando más allá de ella y por derecho propio. Este exceso o desmesura no era susceptible de ser canalizado a través de los canales institucionales de la democracia liberal, irrumpía en lo público de manera abrupta, impune y desmesurada, requiriendo otra forma de la política. Aquí radicaba la potencia política del movimiento piquetero oficialista y la posibilidad del discurso kirchnerista de construir un pueblo. Este componente atravesará toda la relación de Kirchner con los movimientos sociales. Este acontecimiento nos aporta una aproximación a uno de los elementos centrales en dicho vínculo: el exceso de los piqueteros hacia el discurso kirchnerista y el exceso del discurso kirchnerista hacia los piqueteros.
La politización radical de los piqueteros
Las elecciones legislativas del año 2005 fueron decisivas para el kirchnerismo. El peronismo en la provincia de Buenos Aires llegaba a los comicios fragmentado en dos listas altamente competitivas: una del Partido Justicialista (PJ), encabezada por Chiche Duhalde, y la otra del Frente para la Victoria (FpV), encabezada por Cristina Fernández de Kirchner. La cuestión piquetera se coló en la campaña electoral más allá de los esfuerzos del oficialismo por evitarlo. Chiche Duhalde declaró en la prensa la preocupación por la inseguridad en la provincia de Buenos Aires y relacionó dicho fenómeno directamente con los piqueteros. Felipe Solá (2005), Gobernador de la provincia, le respondió que “le dan asco los piqueteros pero Patti no [ex subcomisario de la policía federal, condenado por crímenes de lesa humanidad durante la última dictadura cívico-militar e integrante de la lista duhaldista]” (Pertot (2005): párr. 1). Mientras tanto D´Elía se esforzaba por vincular a Duhalde con redes de narcotráfico del conurbano bonaerense (La Nación, 2005 a).
En las listas de candidatos a legisladores por la provincia de Buenos Aires, como en las listas a Diputados nacionales del FpV estaban representadas las agrupaciones piqueteras oficialistas más grandes. Ante el triunfo electoral de Cristina Fernández de Kirchner por más de 25 puntos de diferencia con Chiche Duhalde en el distrito bonaerense -45,7% de los votos obtuvo el FpV y 20,4% el PJ-, los más favorecidos fueron los militantes de las organizaciones piqueteras. En una nota del periodista Martín Piqué (2005 b) para Página 12 informaba que 27 integrantes de las organizaciones de desocupados fueron electos concejales en distintas localidades y legisladores provinciales. A su vez, el naciente Movimiento Evita -ex MTD Evita- se acercó al Gobernador de la provincia de Buenos Aires, Felipe Solá, y Emilio Pérsico ocupó la Jefatura de Gabinete, junto con otros miembros de la organización en distintos cargos de relevancia del Estado provincial. Jorge Ceballos era funcionario dentro del Ministerio de Desarrollo Social del Estado nacional y, luego del proceso electoral, Luis D´Elía asumió como Subsecretario de Tierras para el Hábitat Social en el ámbito del Ministerio de Planificación.
A principios de diciembre asumió el nuevo gabinete nacional. Verbitsky (2005) escribía sobre la homogeneización del gabinete del Presidente y el comienzo de una nueva etapa en el gobierno. Los Ministros salientes fueron principalmente dirigentes políticos ligados al duhaldismo, los entrantes tenían la misma pertenencia discursiva al peronismo revolucionario que Néstor y Cristina Kirschner. Dentro de los funcionarios más destacados, asumieron dirigentes tales como Jorge Taiana en la Cancillería, Nilda Garré en Defensa y Felisa Miceli en Economía. La salida más rupturista fue la de Roberto Lavagna del Ministerio de Economía que se había mantenido desde la gestión de Duhalde. Este nuevo gabinete se presentaba como el gabinete de la ruptura con el duhaldismo -y la vieja política- y de la profundización de las transformaciones emprendidas por el kirchnerismo. Durante el acto de jura de los nuevos Ministros en Casa Rosada, las organizaciones piqueteras cantaban: “A Duhalde ya lo echaron/ y a Lavagna también/ van llegando/ compañeros al poder” (Piqué, (2005 a): párr. 1).
Este acontecimiento permite observar varios aspectos importantes de la relación de Kirchner con las organizaciones sociales. En primer lugar, el paso desde lo gremial-reivindicativo a la política general-universal. Lo que se sintetizará en el armado de organizaciones políticas-sociales que implicaban la trascendencia de la identificación piquetera5, tal es el caso del Movimiento Evita, ex MTD Evita, o Libres del Sur, brazo político de Barrios de Pie. Las organizaciones piqueteras venían de un proceso de resistencia al discurso neoliberal y durante la segunda mitad de la década de los noventa cortaron rutas -piquetes-, organizaron asambleas y ollas populares y mantuvieron una fuerte presencia callejera poniendo en escena el hambre y la desocupación. Las demandas gremiales-particulares fueron el trabajo digno y los programas sociales para enfrentar la pobreza y la indigencia. El fracaso del movimiento piquetero fue no haber podido convertirse en una superficie de inscripción para otras demandas y, de esta forma, trascender a sus propias reivindicaciones concretas. A partir de la intervención del discurso kirchnerista en la escena política argentina las organizaciones piqueteras empezarán a discutir, a la par de emprendimientos productivos, programas sociales y generación de puestos de trabajo, la generalidad del orden político. Es decir que ya no solamente politizaban sus reivindicaciones gremiales, sino que tenían la posibilidad de definir el orden, los límites comunitarios y las reglas de juego democráticas. La designación de militantes piqueteros en cargos jerárquicos dentro de la estructura del Estado nacional y en listas legislativas fue la concreción de este paso a la política; se empezaban a constituir como un sujeto político que disputará por la redefinición de los límites comunitarios. La operación política de Kirchner de integrar su gabinete y sus listas legislativas con piqueteros que venían resistiendo al discurso neoliberal implicó, en este sentido, un exceso en las posibilidades de acción política del movimiento piquetero6. En una entrevista de Martín Piqué a Carlos Kunkel (2003) para Página 12, Subsecretario General de la Presidencia, el funcionario decía lo siguiente:
Dentro de los cerca de 2 millones de planes Jefas y Jefes de Hogar que hay en este momento, habrá un diez por ciento tal vez, poco más o poco menos, de beneficiarios de estos planes que están relacionados con los movimientos sociales a los que normalmente se los denomina “piqueteros”. En realidad esta denominación ya va quedando inadecuada para la gran mayoría de esos beneficiarios o de esas organizaciones sociales, porque la mayoría ha aceptado, ha creído y confía en la propuesta de integración y quiere dejar la situación de marginalidad social que provoca la necesidad de este tipo de planes asistenciales. (Piqué, (2003): párr. 5)
Los piqueteros ya no estaban condenados a sólo discutir programas sociales, la pobreza y el desempleo7. Los piqueteros iban a sancionar leyes, asignar partidas presupuestarias, definir la ejecución de programas, es decir, iban a gobernar y a discutir el orden. El exceso del discurso kirchnerista en relación al desborde de las identificación piquetera estaba en la novedad, la sorpresa y lo inesperado de colocar en el Estado a piqueteros que venían de cortar rutas y organizar ollas populares, en la reivindicación de la política -y de lo político- como herramienta de transformación. Tal como sostiene Boyanovsky Bazán (2011):
A partir de su alianza con el Kirchnerismo, las organizaciones afines aseguran que, no obstante las limitaciones y las contradicciones que caracterizan a este proceso, lograron un salto cualitativo al profundizar la formación de sus bases; que potenciaron este crecimiento, asumiendo “la política” como la herramienta de transformación. (…) personas de extracción humilde que se sumaron a una organización partiendo de una necesidad concreta y convirtiéndose luego en militantes, más convencidos incluso que muchos dirigentes. (p. 214)
Este devenir kirchnerista de la militancia de base otrora piquetera fue un proceso de politización inaudito en la política argentina contemporánea, con rasgos similares al proceso de subjetivación de los militantes de los Organismos de Derechos Humanos luego de la emergencia del discurso kirchnerista.
En segundo lugar, este acontecimiento pone en evidencia que en la disputa entre el PJ y los piqueteros, estos últimos se constituían como la novedosa base de sustentación del kirchnerismo. Ya no solamente lo eran las estructuras territoriales del conurbano bonaerense ni el movimiento obrero organizado, sino que la legitimidad popular del discurso kirchnerista provenía también de quienes eran en la escena pública los principales dañados de la década de los noventa y del discurso neoliberal: los piqueteros. La punta del ovillo para empezar a hilvanar la construcción de un pueblo-kirchnerista eran aquellos más dañados por el discurso neoliberal, es decir los desocupados, como en algún momento para Perón lo fueron los trabajadores sin derechos.
Conclusiones
La intervención del discurso kirchnerista en la escena pública implicó una forma singular de articular la identificación piquetera, la cual emergió durante el apogeo del discurso neoliberal en la segunda mitad de la década de los noventa. Una primera conclusión es la constatación del proceso de dislocación de las posiciones identitarias de las agrupaciones piqueteras frente a la emergencia del significante Kirchner. Dislocación que posibilitó procesos de identificación política y transformación del orden social en un sentido específico.
El lazo identitario entre los piqueteros y el discurso kirchnerista estuvo posibilitado por la correspondencia en la exterioridad constitutiva: el discurso neoliberal. La definición de un enemigo político en común permitió la inscripción de gran parte del movimiento piquetero dentro del discurso kirchnerista. Esta afirmación del vínculo identitario contradice la hipótesis de la cooptación y/o manipulación que sostienen las perspectivas neoinstitucionalistas y neomarxistas. Los procesos de identificación política son mucho más complejos y presuponen la movilización de pulsiones, afectos y símbolos. Como ya enunciamos, la cooptación supone agentes sólo racionales y subestima la capacidad agencia del sujeto cooptado. En este lazo identitario, Kirchner era definido como un piquetero -por más que no haya pertenecido a dicho movimiento social-, como un heredero de Perón -más allá de la brecha generacional- y como un peronista revolucionario setentista. La mistificación del líder operaba de manera performativa a los fines de constituir el vínculo identitario. A la vez, esta ligazón resignificó la movilización callejera que ahora se presentaba como la ofensiva popular del gobierno, que iba más allá de los propósitos del propio oficialismo gobernante. En este sentido, también se descarta la hipótesis de desmovilización del movimiento piquetero oficialista.
Por último, y para este trabajo el aspecto más novedoso de dicha relación, es la introducción del exceso en la comunidad política -la noción de exceso fue abordada teóricamente en el marco conceptual a donde se remite-. Se puede hacer mención de un doble exceso. En primero lugar, el corrimiento de los límites del discurso oficial, es decir nombrar aquello que el propio discurso kirchnerista no estaba dispuesto a nombrar. El ejemplo de esto es la nominación de gran parte de la estructura del PJ bonaerense y principalmente de E. Duhalde como enemigos políticos. De esta forma, y en el discurso piquetero, quedaban excluidos de la articulación kirchnerista para el año 2004 adelantando los tiempos del naciente kirchnerismo. Esta operación política el oficialismo la encarará recién en las elecciones legislativas del año siguiente. Entonces, aquí el exceso se verifica en el corrimiento de los límites de lo posible del propio discurso kirchnerista.
En segundo lugar, el exceso también se confronta dentro de las identificaciones de las organizaciones piqueteras. Los piqueteros ya no estaban condenados a sólo discutir la pobreza, el hambre o el desempleo, es decir programas sociales, subsidios y partidas de alimentos. A partir de la dislocación del discurso kirchnerista empezarán a discutir el orden en su generalidad, es decir, podrán definir los contornos, los límites y los márgenes del orden político hegemónico construido a partir del kirchnerismo. Este exceso se verifica entonces en el desbordamiento de la propia particularidad y de las demandas gremiales-reivindicativas para discutir también los límites del sistema de significaciones que ordena lo social. El proceso de politización radical de la identidad piquetera se dio principalmente después de las elecciones legislativas del año 2005 en donde muchos militantes fueron impulsados en listas electivas y otros en cargos de gestión del Estado. Este segundo exceso trajo como principal efecto el nacimiento de los nuevos movimientos sociales en Argentina que, sin abandonar la identificación piquetera, articulaban demandas heterogéneas a sus representaciones. Es decir, estos nuevos movimientos sociales se convertían progresivamente en la superficie de inscripción de un abanico indefinido de demandas sociales.
La articulación entre el discurso kirchnerista y los nuevos movimientos sociales posibilitó la apertura del discurso neoliberal imperante en la década anterior para pensar otro orden posible y la ampliación los límites de la democracia liberal a partir de la introducción del exceso en el seno comunitario, dando lugar a una nueva hegemonía política.
Notas
1| Para fines de 2002 varios grupos peronistas ligados a la tradición revolucionaria se unieron bajo el nombre “Patria o Muerte” -4 P, el MP20, Agrupación Martín Fierro, Organización Libres los Pueblos (OPL), Marcha Grande y Quebracho-. De la unión agrupamientos menores surgirá el MTD Evita -que años más tardes será el Movimiento Evita-, organización piquetera oficialista. Para las elecciones de 2003 estas organizaciones llamaron a votar en blanco sosteniendo que Kirchner era la continuidad de la política neoliberal y represiva de Duhalde. Confeccionaron un afiche con la bandera de los Estados Unidos: cada estrella era la cara de los candidatos a los que le adjudicaban “dependencia” respecto a Norteamérica -una de esas estrellas era la cara de Kirchner-. (Boyanovsky Bazán, 2011).
2| “El gobierno buscó incorporar, cooptar y/o desmovilizar a las principales organizaciones piqueteras.” (Mauro y Rossi, 2015: p. 169).
3| Según Kulfas (2016), para 2003 más del 30% de las personas activas tenían problemas laborales -19% estaban desocupadas y 12% estaban subocupadas-; más del 50% de las personas estaban por debajo de la línea de pobreza y casi la mitad de ese porcentaje en la indigencia. La informalidad laboral rozaba el 41% (Porta, Santarcángelo y Schteingart, 2017).
4| Las sucesivas detenciones y procesamientos de Castells, dirigente del MIJP, respondieron a estas consideraciones.
5| Esta superación no se dio en términos de abandono de dicha identificación, sino en la posibilidad de trascendencia de aquello que era definido como lo estrictamente piquetero. No se produjo un desprestigio a lo piquetero -se reivindicaban los años de resistencia al discurso neoliberal- sino que se trascendió dicha identificación en un más allá de la propia particularidad.
6| “Kirchner integró a los dirigentes sociales a la compleja red del Estado. Desde los principales cuadros que asumieron cargos ejecutivos y legislativos, hasta el último militante de barrio que cumplió funciones de ´promotor´ para el Ministerio de Desarrollo Social. Pero el ´aluvión´ piquetero no se reduce solamente a su llegada al gobierno, sino también a la escena pública en general. Todo el proceso les dio una entidad política e institucional que no habían tenido jamás.” (Boyanovsky Bazán, 2011: pp. 10-11) Según el autor, Kirchner le solicitó al movimiento piquetero que se constituyera como su base de sustentación para hacer contrapeso a la estructura del PJ.
7| Jorge Ceballos, dirigente de Barrios de Pie que ocupaba un cargo en el Ministerio de Desarrollo Social, declaraba que aceptó el lugar en el Estado porque “la solución de fondo para los piqueteros no son los planes ni los bolsones de comida, sino formar parte de un gobierno para poder implementar políticas que modifiquen este modelo de exclusión” (La Nación, 2004 a). Luego afirmaba que Kirchner los sorprendió con las políticas que tomó. Aquí también se visualiza el exceso del discurso kirchnerista en relación a las identificaciones piqueteras: era impensable hasta su llegada al Estado que las mismas integren algún gobierno y, de esta forma, definan los contornos del orden. El exceso también está en el trasvasamiento en relación a la propia particularidad y reivindicación gremial: el problema no eran los planes sociales sino el modelo de exclusión social, el discurso neoliberal.
Bibliografía
Biglieri, P. (2010) El retorno del pueblo argentino: entre la autorización y la asamblea. La emergencia de la era kirchnerista. Revista Studia Politica, (20): 133-159.
Boyanovsky Bazán, C. (2011) El aluvión. (1ª. ed.). Buenos Aires. Sudamericana
Dinatale, M. (2005) Podría haber piquetes contra las empresas privatizadas. La Nación. 17/03. Recuperado el 20 de agosto de 2022, de https://www.lanacion.com.ar/economia/podria-haber-piquetes-contra-las-empresas-privatizadas-nid688120
Godio, J. (2006) El tiempo de Kirchner: el devenir de una revolución desde arriba (1ª. ed.). Buenos Aires. Letra Grifa.
Groppo, A. (2012) La Lógica Sublime del Populismo: un enfoque Post-estructuralista. En Revista Internacional de filosofía iberoamericana y teoría social, (58): 27-38.
Howarth, D. (2005) Aplicando la Teoría del Discurso: el Método de la Articulación. En STUDIA POLITICAE (05): 37-88.
Kulfas, M. (2016) Los tres kirchnerismos. Una historia de la economía argentina 2003-2015 (1ª. ed.). Buenos Aires. Siglo Veintiuno Editores.
La Nación (2004 a) El piquetero Jorge Ceballos es funcionario del Gobierno. La Nación. 15/07. Recuperado el 20 de agosto de 2022, de https://www.lanacion.com.ar/politica/el-piquetero-jorge-ceballos-es-funcionario-del-gobierno-nid618713
La Nación (2004 b) Representantes del Gobierno participaron del congreso piquetero en Parque Norte. La Nación. 21/06. Recuperado el 20 de agosto de 2022, de https://www.lanacion.com.ar/politica/representantes-del-gobierno-participaron-del-congreso-piquetero-en-parque-norte-nid612049
La Nación (2004 c) Se lanzó un frente de piqueteros oficialistas. La Nación. 09/06. Recuperado el 20 de agosto de 2022, de https://www.lanacion.com.ar/politica/se-lanzo-un-frente-de-piqueteros-oficialistas-nid608747
La Nación (2005 a) D´Elía insistió en vincular a Duhalde con el narcotráfico. La Nación. 25/10. Recuperado el 20 de agosto de 2022, de https://www.lanacion.com.ar/politica/delia-insistio-en-vincular-a-duhalde-con-el-narcotrafico-nid750593
La Nación (2005 b) Fuerte protesta piquetera contra Shell. La Nación. 12/03. Recuperado el 20 de agosto de 2022, de https://www.lanacion.com.ar/economia/fuerte-protesta-piquetera-contra-shell-nid686919
La Nación (2005 c) Los piqueteros bloquearán 30 estaciones de servicio. La Nación. 11/03. Recuperado el 20 de agosto de 2022, de https://www.lanacion.com.ar/economia/los-piqueteros-bloquearan-30-estaciones-de-servicio-nid686551
Laclau, E. (1996) Emancipación y diferencia (3ª. ed.). Buenos Aires. Ariel.
Laclau, E. (2000) Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo (6ª. ed.). Bueno Aires. Ediciones Nueva Visión.
Laclau, E. (2006) La deriva populista y la centroizquierda latinoamericana. Revista de la CEPAL (89): 56-61.
Laclau, E. y Mouffe, C. (2011) Hegemonía y estrategia socialista: hacia una radicalización de la democracia. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires.
Laclau, E. (2013) La razón populista (7ª. ed.). Buenos Aires. Fondo de Cultura Económica.
Laval, C. y Dardot, P. (2013) La nueva razón del mundo. Editorial Gedisa S.A. Barcelona.
Mauro, S. y Rossi, M. F. (2015) Entre la plaza y la casa rosada: diálogo y confrontación entre los movimientos sociales y el gobierno nacional. En: A. Malamud y M. De Luca (coords.), La política en tiempos de los Kirchner (1a. ed., pp. 167-178). Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Eudeba.
Muñoz, M. A. (2010) Sísifo en Argentina: orden, conflicto y sujetos políticos (1ª. ed.) Villa María – Ciudad de México. Eduvim-Editorial Plaza y Valdés.
Noailles, M. (2004 a) “Hay que hacer una nueva coalición”. Página 12. 22/06. Recuperado el 20 de agosto de 2022, de https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-37079-2004-06-22.html
Noailles, M. (2004 b) “No queremos dividir la sociedad”. Página 12. 08/07. Recuperado el 20 de agosto de 2022, de https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-37759-2004-07-08.html
Novaro, M.; Bonvecchi, A. y Cherny, N. (2014) Los límites de la voluntad: los gobiernos de Duhalde, Néstor y Cristina Kirchner (2ª. ed.). Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Ariel.
Página 12 (2004) Asamblea de Organizaciones. Página 12. 20/06. Recuperado el 20 de agosto de 2022, de https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-37005-2004-06-20.html
Página 12 (2005) Aguas Argentinas no se salva de los piquetes. Página 12. 22/03. Recuperado el 20 de agosto de 2022, de https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-48813-2005-03-22.html
Pertot, W. (2005) “Le dan asco los piqueteros pero Patti no”. Página 12. 14/08. Recuperado el 20 de agosto de 2022, de https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-55086-2005-08-14.html
Piqué, M. (2003) “Hoy la principal tarea es la reinserción laboral”. Página 12. 14/12. Recuperado el 20 de agosto de 2022, de https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-29286-2003-12-14.html
Piqué, M. (2005 a) Con un pie adentro. Página 12. 05/12. Recuperado el 20 de agosto de 2022, de https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-60074-2005-12-05.html
Piqué, M. (2005 b) Los piqueteros electos. Página 12. 30/10. Recuperado el 20 de agosto de 2022, de https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-58614-2005-10-30.html
Porta, F., Santarcángelo, J. E. y Schteingart, D. (2017) Un proyecto político con objetivos económicos. Los límites de la estrategia kirchnerista. En: A. Pucciarelli y A. Castellani (coords.), Los años del kirchnerismo: La disputa hegemónica tras la crisis del orden neoliberal (1ª. ed., pp. 99-143). Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Siglo Veintiuno Editores.
Svampa, M. y Pereyra, S. (2009) Entre la ruta y el barrio: la experiencia de las organizaciones piqueteras (2a. ed.) Buenos Aires. Biblos.
Vales, L. (2004) Un frente de piqueteros kirchneristas contra el PJ. Página 12. 09/06. Recuperado el 20 de agosto de 2022, de https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-36487-2004-06-09.html
Vales, L. (2005) Escracharon a Shell y bloquearon dos estaciones. Página 12. 11/03. Recuperado el 20 de agosto de 2022, de https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-48331-2005-03-11.html
Verbitsky, H. (2005) Más ácido que alcalino. Página 12. 06/11. Recuperado el 20 de agosto de 2022, de https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-58885-2005-11-06.html
Zelaznik, J. (2015) Las coaliciones kirchneristas. En: A. Malamud, y M. De Luca (coords.), La política en tiempos de los Kirchner (1ª. ed., pp. 95-104).Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Eudeba.
Enlaces refback
- No hay ningún enlace refback.
Copyright (c) 2024 Cuadernos Fhycs-Unju

Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
Cuadernos FHyCS-UNJu por Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales - Universidad Nacional de Jujuy se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
Basada en una obra en http://revista.fhycs.unju.edu.ar/revistacuadernos.
Hecho con OJS - Open Journal System