Heterogeneidades estructurales y pandemia: efectos de la crisis sanitaria sobre la actividad económica y el empleo de Jujuy

Artículo Orginial

Heterogeneidades estructurales y pandemia: efectos de la crisis sanitaria sobre la actividad económica y el empleo de Jujuy

Structural heterogeneities and pandemic: effects of the health crisis on economic activity and employment of Jujuy

Mariana S. Bernasconi
Centro de Estudios Socioeconómicos para el Desarrollo con Equidad – Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Tecnologías y Desarrollo para el NOA (CESDE – CIITeD - UNJu - CONICET)., Argentina
Laura Golovanevsky
Centro de Estudios Socioeconómicos para el Desarrollo con Equidad – Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Tecnologías y Desarrollo para el NOA (CESDE – CIITeD - UNJu - CONICET)., Argentina

Heterogeneidades estructurales y pandemia: efectos de la crisis sanitaria sobre la actividad económica y el empleo de Jujuy

Cuadernos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales - Universidad Nacional de Jujuy, núm. 63, pp. 101-132, 2023

Universidad Nacional de Jujuy

Recepción: 06 Agosto 2022

Aprobación: 09 Febrero 2023

Resumen: El aislamiento dispuesto a raíz de la expansión del COVID-19 en el mundo entero restringió la circulación de la población y la asistencia a los lugares de trabajo para gran parte de las actividades, ocasionando significativas pérdidas en la producción y transformaciones en el mercado de trabajo, pese a las medidas públicas atenuantes. El artículo aborda los efectos sobre la actividad económica y el empleo en Jujuy asociados a la pandemia durante el bienio 2020-2021, de manera comparada con el total del país y con la región NOA. Los métodos utilizados son el análisis documental y estadístico. Se parte de la evidencia de que, si bien la crisis fue generalizada, no afectó a todas las actividades ni trabajadores por igual, mientras que la recuperación ha sido a veces insuficiente y segmentada. Los resultados muestran que el impacto de la crisis sanitaria en la economía provincial fue menor que el del promedio nacional y que el sector de la construcción y el minero fueron los que sufrieron mayores pérdidas. En cambio, otros rubros, como la salud y la actividad financiera, resultaron favorecidos en este contexto. Aunque las Pymes jujeñas fueron las mayores beneficiarias de los programas de apoyo nacionales, las pequeñas empresas resultaron más afectadas. También la estructura del empleo sufrió alteraciones, pero la recuperación económica permitió su recomposición a niveles previos. Entre otros hallazgos destaca que crecieron los trabajadores desalentados que momentáneamente se retiraron del mercado de trabajo y las mujeres, especialmente las jóvenes, enfrentaron mayores niveles de desempleo. También se encontró una reducción del empleo asalariado formal en el sector privado, mientras que el sector público y el cuentapropismo no actuaron como refugio, a diferencia de otras crisis.

Palabras clave: crisis, empleo, estructura laboral, heterogeneidad, pandemia.

Abstract: The isolation provided by the expansion of COVID-19 worldwide restricted the movement of the population and their attendance at workplaces for most of the activities, causing significant losses in production and changes in the labour market despite mitigating public measures. The article addresses the effects on economic activity and employment in Jujuy associated with the pandemic during the biennium 2020-2021, comparing them with results for the country as a whole and the NOA region. The methods used are documentary and statistical analysis. The study is based on the evidence that, although the crisis was widespread, it did not affect all activities and workers equally, and the recovery has sometimes been insufficient and segmented. On the one hand, results show that the impact of the health crisis on the provincial economy was lower than the national average and that the building and mining sectors suffered the greatest losses. On the other hand, other economic areas, such as health and financial activity, were favoured in this context. Although Jujuy’s small and middle enterprises were the largest beneficiaries of national support programmes, small enterprises were most affected. The structure of employment also suffered alterations, but the economic recovery made it possible to restore employment to previous levels. Among other findings, it is noteworthy that discouraged workers, who withdrew from the labor market momentarily, grew in quantity, especially women, especially young women, who faced higher levels of unemployment. There was also a reduction in formal wage employment in the private sector, while the public sector and self-employment did not act as a refuge, unlike other crises.

Keywords: crisis, employment, labor force structure, heterogeneity, pandemia.

Introducción

El estallido de la pandemia en Argentina tuvo lugar en un escenario de desigualdades estructurales observables tanto en el arreglo productivo como en el mercado de trabajo. El panorama laboral en los años previos a la aparición del COVID-19 se caracterizaba por marcados problemas estructurales, generadores de precariedad laboral y exclusión, a saber: elevadas tasas de asalariados no registrados, alto índice de subempleo entre cuentapropistas, bajo nivel de retribuciones en un segmento importante de los ocupados, entre otros (Donza et al., 2022). Por su parte, el patrón de reproducción económica presentaba signos de dualidad (grandes firmas de alta productividad concentradoras del capital, el valor agregado y el empleo, que convivían con pequeñas unidades con bajo grado de capitalización y de valor agregado por trabajador, así como de rentabilidad); centralización y extranjerización del capital; especialización productiva en actividades ligadas a la explotación de los recursos naturales y las primeras etapas de su procesamiento, en muchos casos con alto perfil exportador; dependencia tecnológica; desigualdades regionales y sectoriales, entre otros rasgos desfavorables al desarrollo y la equidad (Costantino, 2018; Gorenstein, 2012; Manzanelli y Basualdo, 2016; Schorr, 2013; Wainer y Belloni, 2018).

Después de que la Organización Mundial de la Salud declarara al nuevo coronavirus como una pandemia, los gobiernos de todos los países aplicaron medidas preventivas de confinamiento con el objetivo de contener su propagación, proteger la salud pública y la vida de sus ciudadanos. Durante las etapas de mayor severidad del aislamiento se restringió la circulación de la población y la asistencia a los lugares de trabajo, salvo para las actividades declaradas como esenciales, lo que ocasionó grandes pérdidas económicas y transformaciones en el mercado de trabajo. Ante la previsibilidad de los efectos que el aislamiento ocasionaría, en Argentina se implementó una batería de políticas de protección e incentivos dirigidas a una amplia gama de sectores productivos y sociales que, según algunas fuentes, significó un 5,6% del PIB de 2020 (Donza, 2022). También los gobiernos provinciales y municipales lanzaron medidas específicas para sus territorios, con distintos alcances.

Es cuantiosa la literatura que explora el impacto del COVID-19 sobre diversas dimensiones sociales, pero el foco se ha puesto por lo general en lo acontecido en países o en contextos supranacionales. En este marco nos preguntamos cuáles fueron los efectos sobre la actividad económica y el empleo asociados a la pandemia en Jujuy, Argentina, durante los años 2020 y 2021 de manera comparativa con los planos regional y nacional, en un ejercicio de resaltar matices y particularidades subnacionales que permitan entender el heterogéneo impacto de la pandemia en los territorios y los diferentes desafíos imperantes para superar los efectos de la crisis. Apuntamos a marcar, entonces, algunas diferencias en los resultados exhibidos en los distintos planos geográficos, considerando los contextos particulares, la trayectoria previa y las respuestas que los Estados brindaron ante la pandemia.

Utilizamos para ello técnicas de revisión de documentos y análisis estadísticos de fuentes secundarias. Además del registro bibliográfico del que nos valdremos para el ejercicio de comparación espacial, las fuentes y documentos consultados son los provistos por organismos oficiales, como el Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación. El análisis estadístico se asienta sobre las series de Producto Bruto Geográfico (PBG) de la Dirección Provincial de Estadísticas y Censos de Jujuy (DiPEC, 2021), el estimador mensual de actividad económica (EMAE) y la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC, el Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial (OEyDE) y la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) del Ministerio de Trabajo de la Nación, en todos los casos referidos al período 2020 y 2021 en contraste con el año 2019.

Se espera aportar a las discusiones acerca de los efectos de la crisis sanitaria sobre el empleo y la actividad que marcan que la recuperación ha sido insuficiente y segmentada, afectando en mayor medida a mujeres, jóvenes, pequeñas y medianas empresas, y a los trabajadores de menores calificaciones (Weller 2020; Jacovkis et al., 2021; Maurizio, 2021; Donza et al., 2022), agregando una mirada local. Sostenemos que la salida de la crisis dependerá, al menos en parte, de las políticas que se pongan en marcha, por lo que contar con el conocimiento pleno del punto de partida es fundamental para diseñar políticas públicas eficientes.

Con estos propósitos, en el primer apartado se recuperan los principales y más recientes hallazgos sobre el tema. En el segundo y tercero se analizan los efectos de la pandemia sobre la economía y el trabajo en Jujuy, respectivamente, de manera dialogada con los resultados que se aprecian para el total del país, el noroeste argentino (NOA) y para América Latina, así como con las políticas públicas, nacionales y provinciales, que tuvieron influencia sobre la materia. Al final, ofrecemos algunas reflexiones que permitirán marcar las particularidades del caso bajo estudio.

Los efectos del COVID-19: algunos hallazgos de la literatura

A más de dos años de que la enfermedad COVID-19 se convirtiera en una pandemia, los estudios sobre sus efectos han alcanzado un nivel de producción fecundo. La presente sección no pretende ser exhaustiva, sino que ofrece un panorama sobre algunos de los hallazgos de la literatura sobre el tema, lo que permitirá analizar el problema de investigación a la luz de referencias sólidas, aunque probablemente incompletas.

Al tratarse el SARS-CoV-2 de un virus desconocido hasta el momento al que el análisis se refiere y, por lo tanto, sin medicamentos que lo trataran eficazmente, mucho menos una vacuna, la única manera de controlarlo durante los primeros meses de desarrollo de la pandemia fue mediante estrategias de prevención. Las medidas tomadas por los países consistieron en la aplicación de restricciones que permitieran reducir los contactos sociales y los contagios. En Argentina el Decreto Nacional N° 297/20 estableció el aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO) desde el 20 de marzo de 2020, a partir del cual las personas debían mantenerse en sus residencias, con la prohibición de trasladarse y permanecer en espacios públicos. En este marco, solo era posible circular para realizar compras de elementos básicos y también para trabajar, en el caso de las actividades declaradas como esenciales y las que posteriormente se fueron autorizando mediante modificaciones al referido decreto. Luego, atendiendo a las diferentes realidades epidemiológicas vigentes en el país, se dispuso la aplicación del distanciamiento social, preventivo y obligatorio (DISPO), que flexibilizó las restricciones a partir de junio de 2020.

El confinamiento trajo un fuerte impacto sobre la actividad económica, aunque en diferentes intensidades y sentidos según los sectores, que se expandió sobre desigualdades territoriales previamente existentes. La CEPAL (2020) marca que las distintas consecuencias económicas asociadas a la crisis sanitaria dependen de la oferta y demanda internas de cada economía, así como de la demanda externa y la inserción internacional de las regiones. De manera general, el efecto se hizo sentir con mayor intensidad en actividades que implican aglomeración y cercanía física, como turismo, espectáculos, restaurantes, transporte, servicio doméstico y demás servicios personales, por haber sufrido mayores restricciones durante un período más prolongado; mientras que el impacto fue menor en aquellos sectores considerados indispensables, como fabricación y venta de alimentos, desinfectantes, artículos de limpieza, medicamentos e insumos y equipos médicos, así como servicios de salud, entre otros (CEPAL 2020, CEP XXI, 2020, Benza y Kessler, 2021). La interrupción de muchas actividades productivas generó además problemas en la provisión de insumos, nacionales e importados, para las empresas que continuaron operando durante el confinamiento.

Por el lado de la demanda, la reducción de los ingresos de los consumidores y la incertidumbre han redundado en una caída del consumo y un cambio en los patrones de comportamiento, resultando incluso algunos segmentos beneficiados. Informes del CEP XXI (2020) muestran para Argentina que el aislamiento reforzó el peso que los alimentos para consumo tenían en el total de gastos de los hogares, al tiempo que los rubros en los que la población siguió gastando con mediana normalidad durante la pandemia (tales como comunicaciones –Internet y telefonía, TV por cable o satelital–, salud, alquileres, servicios de la vivienda, artículos de limpieza, alimentos para mascotas o electrónica de consumo –computadoras para el teletrabajo– o seguros) también ganaron participación relativa en la estructura de consumo de los hogares. El cambio operó no solo por el estricto desenvolvimiento de estos rubros sino además por la disminución o suspensión de otros, como turismo, gastronomía, esparcimiento, transporte, gastos de mantenimiento del transporte privado o algunos segmentos de la actividad comercial, que decrecieron fuertemente en importancia relativa.

La recuperación de las diferentes ramas de la actividad económica también fue heterogénea. La gran mayoría de los rubros que se reactivaron a mediados de 2020 están vinculados con la vida dentro del hogar o con los desafíos de movilidad que implicó la pandemia, y todos ellos corresponden a la industria manufacturera. Siguiendo al CEP XXI (2020), a diferencia de otras crisis que Argentina tuvo desde los años ‘70, ahora la industria cayó menos que el promedio de la economía. Ello, sumado a los cambios en los consumos descriptos, favoreció que durante la crisis sanitaria los bienes aparecieran como ganadores relativos frente a los servicios, que venían teniendo cada vez mayor peso en la estructura productiva argentina (Azpiazu y Schorr, 2010).

A pesar del rol protagónico de la industria en este contexto, desde la CEPAL (2020) se advierte que casi la totalidad de ramas manufactureras con alto contenido tecnológico sufrieron una crisis significativa, por lo que los problemas estructurales de las economías de la región habrían resultado profundizados. Como se señala desde el organismo, estas ramas reúnen las actividades más intensivas en aprendizaje e innovación, como la producción de autos y autopartes (no el ensamblado, siguiendo a Schorr y Wainer, 2013), otros equipos de transporte, productos finales y componentes de la electrónica, maquinaria industrial, instrumentos médicos y científicos, y productos farmacéuticos. Son fundamentales para la diversificación de la estructura productiva e incorporación de mayor valor agregado, necesario para cerrar las brechas de productividad externas e internas y generar una senda de crecimiento sostenible de largo plazo. Si no se implementan políticas adecuadas para fortalecer esas ramas productivas, existe un elevado grado de probabilidad de que se genere un cambio estructural regresivo que conduciría a acentuar el proceso de reprimarización de las economías de la región en marcha durante las últimas décadas.

Como contracara de la dinámica económica aludida y las políticas implementadas, la mayoría de los estudios que abordan la cuestión laboral coincide en que no fue posible conservar ni recuperar los puestos de trabajo, por lo que la crisis sanitaria alteró la estructura del empleo, especialmente en 2020. Maurizio (2021) indica que la recuperación de la actividad económica durante 2021 no logró recomponer el empleo a niveles pre pandemia y autores como Benza y Kessler (2021) o instituciones como la OIT (2020), sostienen además que, como consecuencia de la pandemia, la región latinoamericana retrocedió al menos diez años en los avances conseguidos en términos de indicadores laborales.

En ese sentido, Ahumada et al. (2021) señalan que, pese a la escasa información existente para los países de América Latina sobre la naturaleza y magnitud de los shocks económicos que siguieron a la pandemia, la evidencia disponible permite observar una reducción del empleo de mayor magnitud que en las economías avanzadas, que puede asociarse con ciertos rasgos del mercado de trabajo en la región: el desempleo se concentra en sectores como servicios y construcción, caracterizados por firmas de pequeño tamaño, elevados niveles de informalidad y falta de protección laboral. Entonces, el ajuste recayó de manera asimétrica sobre sectores y firmas con mayor peso de contratos laborales informales y, como ya se señaló, baja intensidad de capital y baja productividad. Aun con evidencia limitada se observa que en los individuos cuyos ingresos se corresponden con el primer decil de la distribución (donde se encuentran los mayores niveles de informalidad), la recuperación fue también más rápida.

De la misma manera, si bien el impacto sobre el empleo en Argentina fue masivo, no afectó a todos los trabajadores por igual. Es decir, los efectos fueron segmentados, al igual que la posterior recuperación. La contracción en la ocupación se dio mayoritariamente en las pequeñas y medianas empresas, en los jóvenes, en las mujeres, en trabajadores indígenas y en los puestos informales, mientras que las dinámicas que han seguido el empleo formal y el empleo informal difieren de las observadas en crisis económicas anteriores (Maurizio, 2021). La prohibición de trabajar en la vía pública y efectuar desplazamientos, realizar changas o trabajo doméstico durante los meses de aislamiento más severo se tradujo en una contracción de la participación en el empleo de los trabajadores no esenciales menos especializados (cuentapropistas no profesionales, servicio doméstico, trabajadores familiares no remunerados). Igualmente, el trabajo en sectores micro-informales se encontró entre los más afectados, por contar con escasos márgenes de maniobra para enfrentar una crisis tan profunda. Es decir, el impacto negativo sobre los trabajadores informales fue más significativo que en otros segmentos laborales en los períodos de mayores restricciones, a diferencia de otras crisis en la que ellos han cumplido un rol contracíclico (Benza y Kessler, 2021; Maurizio, 2021, Salvia et al., 2022). Cuando las medidas de confinamiento se flexibilizaron, estos segmentos fueron los que actuaron de refugio para una proporción nada despreciable de trabajadores.

En el desigual impacto de la pandemia también jugó su rol la posibilidad de acceder o no al trabajo remoto. Quienes parecen haber sufrido un menor impacto del COVID-19 en su empleo son los asalariados con mayores niveles de instrucción (superior o universitario completo), ya que son los segmentos que ellos ocupan los que han podido adherir en mayor medida al teletrabajo, reafirmando el rol protector de un mayor nivel de instrucción para los trabajadores. Como Bonavidad Foschiatti y Gasparini (2020) han demostrado, en promedio, sólo un cuarto de los trabajadores argentinos de las grandes áreas urbanas del país podría haber realizado trabajos compatibles con modalidades remotas al inicio de la pandemia, aunque, al incorporar la dimensión de acceso a internet en la vivienda de los trabajadores, la proporción era aún menor.

Además, existen evidencias para Argentina que constatan la existencia de una correlación positiva muy marcada entre el ingreso per cápita del hogar y la posibilidad de aprovechar la opción del teletrabajo (Albrieu, 2020), lo que implicaría un aumento significativo de la pobreza y de las brechas de ingreso en el país, aun considerando el efecto paliativo de las medidas de ayuda social implementadas. Entonces las ocupaciones que requieren niveles de educación formal bajos y medios y menor calificación, insertas en sectores de escasa productividad, donde prevalecen empleos informales y, en general, de baja calidad, fueron las más vulnerables durante la crisis sanitaria. La pandemia no ha hecho más que profundizar brechas ya existentes respecto al acceso y la utilización de las tecnologías digitales, como se señala, por ejemplo, en Golovanevsky et al. (2018), Golovanevsky (2019) o García Vargas et al. (2020). Esta desigualdad también parece haber operado en contra de las mujeres, en comparación con los hombres, para Argentina (Albrieu, 2020).

Las mujeres, al ocupar históricamente puestos de trabajo de baja calidad en los sectores más afectados por la crisis, sufrieron una mayor vulnerabilidad a perder sus empleos. Esto significa un retroceso en la participación económica femenina y en términos de los logros conseguidos en materia de igualdad de género (CEPAL, 2020; OIT, 2021). A ello debe agregarse que en las mujeres ha recaído el peso de las tareas de cuidado a raíz del confinamiento (García Vargas y Golovanevsky, 2021) y que ellas son mayoría en el sector de la salud, lo que las ha colocado en situaciones de mayor estrés y riesgo sanitario (Benza y Kessler, 2021).

En resumen, se resaltan como principales cambios la pérdida de puestos de trabajo de mano de obra no especializada, el incremento de las suspensiones (remuneradas o no) durante el aislamiento, la disminución en la cantidad de horas trabajadas (Benza y Kessler, 2021; Maurizio, 2021), el ascenso de la proporción de trabajadores desalentados con la consiguiente caída de la tasa de actividad sin incremento de la desocupación (Benza y Kessler, 2021; Donza, 2022; Jacovkis et al., 2021; Maurizio, 2021) y el posterior refugio en el subempleo inestable.

Como consecuencia de estas transformaciones, con mayor profundidad durante los meses más críticos de 2020, el empleo de calidad ganó peso en la composición del empleo: al disminuir el total de personas ocupadas y retirarse momentáneamente las personas que realizan trabajos en condiciones de subempleo e informalidad, los asalariados registrados pasaron a representar una mayor proporción de los ocupados. La recuperación más intensa de las posiciones informales implicó que el peso de este sector en los primeros meses de 2021 sea muy similar o, incluso en algunos casos, superior al observado antes de la pandemia. No se aprecia una recuperación total del empleo, mucho menos un incremento de la demanda de ocupaciones formales producto de la incertidumbre que atraviesa a las economías de los países y la vigencia de los contagios (Maurizio, 2021).

Ante lo extraordinario de la situación, los Estados en general han demostrado una activa intervención en materia de regulaciones tendientes a evitar la destrucción de empresas y puestos de trabajo, así como para compensar la pérdida de ingresos de las familias.

Los autores consultados coinciden en que las políticas públicas implementadas para atenuar los efectos de la administración de la pandemia fueron importantes pero insuficientes, ya que, si bien lograron reducir el impacto de la merma de ingresos por la cuarentena, en ningún caso pudieron neutralizarlo (Benza y Kessler, 2021; Maurizio, 2021). Como principales fallas se señala el corto horizonte temporal de los beneficios otorgados y la baja asignación de recursos dirigidos a empresas o sectores más vulnerables (CEPAL, 2020), aunque para Argentina se aprecia que el alivio generado por dispositivos como el IFE y demás bonos complementarios de ingresos de las familias resultó más relevante en los estratos más bajos de la distribución del ingreso (Benza y Kessler, 2021). Es de esperar que los despidos y cierres de empresas resultantes, aun bajo la tutela estatal, dificulten la recuperación de la actividad de las economías una vez pasada la emergencia.

¿Cómo impactó la pandemia sobre la actividad económica?

El confinamiento temprano y estricto sin dudas desaceleró el ritmo de contagio, redujo la carga del sector de la salud y salvó vidas, pero también profundizó seriamente la crisis económica que Argentina viene experimentando desde hace ya algunos años. Con la llegada del virus al país en marzo de 2020 el EMAE calculado por el INDEC (2022c) registró una variación de -10,7% respecto al mismo período de 2019 y una baja similar respecto al mes anterior (ver gráfico 1). Para abril los valores fueron los más severos del ciclo; registraron -25% y -20%, respectivamente. A partir de mayo, con menos restricciones a la movilidad y la materialización de ayudas a la producción y el ingreso, la actividad comenzó a mejorar, pero en términos interanuales se mantuvo en niveles negativos hasta febrero del año siguiente. El índice desestacionalizado que mide la evolución mes a mes muestra una clara recuperación desde abril de 2020 hasta enero de 2021; a partir de entonces y hasta mayo aparecen signos de estancamiento para retomar el sendero de crecimiento en lo que restaba del año.

Gráfico 1.
Gráfico 1.
Gráfico 1.

Desempeño de la actividad económica, variación interanual (eje izquierdo) e índice serie desestacionalizada (eje derecho, 2004=100) Argentina, enero 2020 a diciembre 2021

Elaboración propia sobre la base del EMAE del INDEC

En lo que respecta estrictamente a Jujuy, el descenso promedio de la producción a lo largo del año 2020 (único dato disponible) fue del 3,8%, resultando las actividades más afectadas la minería y la construcción, con caídas del producto superiores al 21% en relación al año previo (ver gráfico 2). A nivel nacional, en cambio, el estimador de actividad económica muestra que la mayor afectación interanual en 2020 se dio en el ramo de hoteles y restaurantes, con un descenso promedio del 49,5%. También sufrieron fuertes impactos los servicios comunitarios, sociales y personales (-38,1%), tras mantener por más tiempo restricciones al tratarse de un rubro que requieren de la presencia de aglomeraciones de personas tales como las actividades recreativas, culturales y deportivas, o contactos estrechos, como las estéticas; y el sector de la construcción (-21,7%). No obstante, en los tres casos se aprecia una recuperación mes a mes a lo largo de ese año.

Gráfico 2.
Gráfico 2.
Gráfico 2.

Variación anual del PBG Jujuy por sectores, 2020 (en porcentajes)

Elaboración propia sobre la base de PBG de la provincia de Jujuy 2004-2020, DiPEC

Planteamos que la retracción económica menos acentuada y el diferente impacto sectorial en la provincia que lo evidenciado para el total del país se vincula con la temporalidad que asumieron las restricciones en Jujuy, las cuales se fueron flexibilizando entre abril y mayo de 2020. En primer lugar, se permitieron las actividades deportivas al aire libre, para luego habilitar actividades vinculadas a la construcción y al servicio doméstico, y también permitir operar al sector turístico para residentes locales, a todo el sector comercial, al gastronómico con consumo en el lugar y respetando aforos, a las actividades culturales y religiosas, y la venta ambulante. Para noviembre de ese año se había eliminado inclusive toda restricción a la circulación. Pero también debe considerarse el desacople que la actividad económica local presenta con respecto a la trayectoria nacional desde hace ya algunas décadas (Rutledge, 1987; Stumpo, 1992; Golovanevsky, 2001; Lagos, 2009), lo que le permite incluso crecer en momentos de intensas crisis a nivel nacional, como fue en el caso de la crisis de 2008-2009 (Bernasconi, 2021a).

Entonces, sugerimos que en el análisis del impacto sectorial debe considerarse la temporalidad de las aperturas/restricciones que rigieron sobre las actividades en los diferentes territorios, sus conexiones con demandas internas y externas, así como las trayectorias previas. El sector de la construcción, por ejemplo, fue autorizado a operar en Jujuy el 15 de abril de 2020, pero acumuló dos años consecutivos de retracción. Sin embargo, el retroceso no llegó a superar a aquel registrado en la provincia en 2016. Al impacto del coronavirus se sumaron otros factores que afectaban al sector desde que comenzó su caída en los años anteriores, como el menor acceso al financiamiento hipotecario y productivo, el bajo dinamismo de la inversión en sectores demandantes de la construcción, como la industria y el comercio, y el freno en los proyectos de obra pública (CEP XXI, 2020). Además, es necesario considerar los encadenamientos que los desempeños sectoriales generan en otros rubros. En este caso, la performance del sector de la construcción ejerce influencia sobre la producción de minerales no metálicos en la provincia –cal, cemento, áridos y ladrillos, principalmente- que reforzó el desempeño de parte de la minería.

Por su lado, el sector minero fue declarado como esencial en instancias nacionales ya a principios de abril de 2020, siempre que se garantizara el traslado de los trabajadores sin la utilización del transporte público de pasajeros. A este requisito general, se añadió lo estipulado por la Resolución N° 036/20 del Ministerio de Trabajo y Empleo de la provincia, que exigió a todas las firmas autorizadas organizar las tareas de modo que se redujera a la mitad el número de empleados mientras durara la emergencia, procurar evitar o reducir la frecuencia y el tipo de contacto de persona a persona, y garantizar el goce íntegro de las remuneraciones. Esto puede haber influido en el ritmo de actividad de las empresas, especialmente en las tareas de explotación en yacimiento, pero las causas principales de la retracción sectorial se asocian en mayor medida al shock internacional que generó el coronavirus durante los primeros meses de 2020, con disminuciones en el precio del litio y la plata, y la caída de las cantidades demandadas globalmente vinculadas a una menor actividad de los principales centros industriales. También en ese año se dio la concurrencia de factores locales, como el cierre de Minera El Aguilar, tras casi un siglo de existencia, y la menor producción en el Salar de Olaroz por tareas de mantenimiento. El sector se vio afectado asimismo por los contagios masivos entre los trabajadores durante los meses de julio y agosto de ese año. En contraste, a nivel nacional, la explotación de minas y canteras experimentó una contracción interanual media de 10,3 puntos, muy por debajo de la acusada por el sector jujeño.

Es destacable igualmente en Jujuy la embestida que afrontó el sector de servicio doméstico, el de transporte y almacenamiento, así como el comercial, más afectados ante las restricciones a la movilidad; mientras que ramas como la industria, servicios públicos, enseñanza, servicios comunitarios, hoteles y restaurantes y agricultura, ganadería y silvicultura, si bien tuvieron también resultados negativos en el total acumulado de 2020, exteriorizaron descensos considerablemente menores. Cabe resaltar al respecto que las actividades agrícolas y ganaderas de la provincia sufrieron en 2020 un efecto negativo del 0,5% anual, pero este desempeño fue mejor que el obtenido en 2018 y 2019.

Por su parte, el turismo, que también venía experimentando ciclos de contracción ya desde el 2013, fue beneficiario del auxilio provincial en términos de administración de la pandemia. Como ya mencionamos, el 11 de mayo de 2020 se aprobó la reactivación de las actividades del sector turístico local, en tanto que tres días más tarde se dispuso la apertura de shoppings, paseos, galerías, restaurantes, bares, confiterías y espectáculos en vivo. La Ley Provincial 6.177 declaró el estado de emergencia del sector turístico, incluyendo a las micro, pequeñas y medianas empresas registradas y habilitadas, y otorgó beneficios consistentes en exenciones impositivas; reducción del 50% de la tarifa de los servicios públicos prestados por las empresas del Estado Provincial (agua); garantía de una tarifa social de energía eléctrica; prórroga del pago del impuesto sobre los Ingresos Brutos; suspensión de las ejecuciones fiscales y, por último, la distribución al sector de parte de los fondos que ingresen a la provincia con destino a la actividad. A ello deben sumarse los incentivos al sector impulsados desde el Estado Nacional a través del programa Pre Viaje, a partir del cual se reintegró a las personas contratantes el 50% del valor de la compra de servicios turísticos comercializados por los prestadores inscriptos a este fin para ser utilizado en futuras operaciones. Todo ello habría contribuido a que el rubro finalice el año con una merma anual del 2%, cuando el promedio nacional marcó casi un 50% negativo. Asimismo, la caída sectorial fue compensada en parte gracias a que la actividad gastronómica no se encontró del todo paralizada durante un tiempo prolongado, ya que empezó a operar mediante delivery y take away en abril de 2020.

En cambio, otras ramas arrojaron performances positivas en Jujuy, como la intermediación financiera (8,7%), las actividades inmobiliarias y empresariales (3,5%) y la administración pública (1,2%). Si bien en el concierto nacional estos rubros, junto con la enseñanza, se encuentran entre los que atravesaron la crisis sanitaria con consecuencias menos significativas que en otros casos, de todas maneras sufrieron pérdidas a lo largo de 2020. Sobresale asimismo la fuerte expansión de las actividades ligadas a la atención de la salud y servicios sociales en la provincia, que arrojaron un crecimiento del 19% en relación al 2019, a diferencia de lo ocurrido en el promedio del país donde la rama mostró una variación interanual negativa cercana al 10%. A nivel nacional la única actividad que no registra un signo negativo es la generación de electricidad, gas y agua.

Al finalizar el año de pandemia más severo, se observa que en Jujuy ciertas características que datan de mediados de la década de 1970 (Bernasconi, 2021b) se agudizaron, aunque ello no significó estrictamente una reprimarización de la economía. Los servicios continuaron ganaron peso en la estructura productiva de la provincia tras sumar casi tres puntos porcentuales entre 2019 y 2020, pero esto fue consecuencia más bien del retroceso que experimentó la actividad productora de bienes en general antes que por una expansión de la rama terciaria. Resalta en este marco el incremento de la participación del sector industrial jujeño medido en valores corrientes, que alcanzó un peso similar al que tenía en 2011, al pasar de 9,6% sobre el total del PBG en 2019 al 11,2% en 2020, resultando el único rubro productor de bienes que creció en participación durante el primer año de la pandemia en Jujuy, pese a haber sufrido una pérdida anual del 3,5%. Al no contar con información desagregada al interior de las ramas no es posible avanzar en lecturas sobre el perfil de especialización productiva de la industria jujeña ni los cambios en el nivel tecnológico, aunque estos rubros eran de por sí poco significativos en la estructura provincial ya en la pre pandemia (Bernasconi, 2021a). A nivel nacional se observa el avance del sector de vehículos automotores, carrocerías, remolques y autopartes, el de maquinarias y equipos, el de aparatos e instrumentos, el de sustancias y productos químicos (especialmente productos farmacéuticos, pinturas y detergentes, jabones y productos de higiene personal), productos finales de la electrónica y, en menor medida, instrumentos médicos (CEP XXI, 2021), por lo que el riesgo de agudización del proceso de reprimarización de la economía anticipado por la CEPAL (2020) podría descartarse al menos por ahora para el caso argentino. Algunas políticas públicas tuvieron influencia positiva en este desempeño, como el financiamiento para la adquisición de maquinaria agrícola o bienes del hogar, mientras que las restricciones a las importaciones también podrían haber tenido un efecto de reactivación de la producción industrial interna.

Según los registros del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (2020), entre 2019 y 2020 en Jujuy cerraron 221 empresas registradas, merma que significó una reducción del tejido empresarial local en el orden del 4,2% (ver gráfico 3). Estas se sumaron a las 206 unidades que cesaron sus operaciones en el año previo, concluyendo así dos años consecutivos de destrucción de las capacidades empresariales y sus respectivos puestos de trabajo. A finales de 2020 quedaban 5.083 establecimientos en Jujuy, entre los que predominaban los dedicados a la provisión de servicios (42%), a las actividades comerciales (28%) y las agropecuarias (20%). Los sectores jujeños más afectados en este marco fueron, en términos relativos, el de la construcción, los servicios y el comercio, por superar el promedio provincial. Esta distribución se replicó en el total del país, en cuyo caso la cantidad relativa de empresas perdidas también fue similar a la exhibida por la provincia (4,4%) pero aquí se trataba de una reducción de cerca de 27 mil establecimientos en 2020.

Gráfico 3.
Gráfico 3.
Gráfico 3.

Distribución del número deempresas en 2019 y empresasque cerraron en 2020, portamaño, Jujuy.

Elaboración propia en base a OEyDE

Un análisis por estratos muestra que las pequeñas empresas habrían sido las más afectadas por la crisis sanitaria en Jujuy, tras presentar una disminución anual de -7,5%, equivalente a 63 unidades menos1. Esto significó un impacto mayor en comparación a las microempresas, las cuales son predominantes en el entramado local y sufrieron una pérdida anual de 115 unidades. En 2020 también desaparecieron 10 grandes empresas y nueve medianas. De cualquier modo, no se aprecia un reordenamiento significativo en función del tamaño de las unidades en la provincia. Debe tenerse presente que la base de datos toma los registros administrativos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) que contienen las declaraciones mensuales que realizan las empresas sobre su personal en relación de dependencia para el pago de los aportes y contribuciones patronales; es decir, se excluyen del cálculo las empresas que tienen a todo su personal sin registración que, en caso de incluirse, podrían hacer cambiar las conclusiones respecto a las empresas micro.

Al interior de los sectores destaca la pérdida de pequeñas y medianas empresas proveedoras de servicios, las pequeñas del sector comercial y las grandes de la industria. Cabe mencionar que en este último caso podría haber ocurrido un reordenamiento, ya que las medianas empresas manufactureras se expandieron en una proporción similar a la merma de las grandes. En el sector comercial podría haber operado asimismo un proceso de concentración, ya que durante la pandemia aparecieron dos nuevas empresas medianas y una grande.

Aunque no es propósito de este trabajo analizar en detalle las medidas de asistencia por parte de los Estados ni los resultados obtenidos, sí resulta pertinente agregar que, en el marco de la pandemia, el Programa ATP lanzado por el Estado Nacional argentino fue uno de los más relevantes, por beneficiar al menos una vez en sus primeras cuatro rondas (abril a julio de 2020) a cerca de 338 mil empresas en todo el país, que representaban alrededor del 60% de la masa empresarial de 2020 (CEP XXI, 2020). En estrecha síntesis, el programa consistió en la postergación o reducción del pago de las contribuciones patronales al SIPA, un salario complementario a cargo del Estado, y créditos a tasa subsidiada. Para obtener los beneficios mencionados la empresa debía haber sufrido una reducción sustancial en la facturación con posterioridad a marzo de 2020 y tener una cantidad relevante de trabajadores contagiados de COVID-19, en aislamiento obligatorio, con dispensa laboral por formar parte de algún grupo de riesgo u obligaciones de cuidado familiar; además de que la actividad económica desarrollada debía haber sido afectada de manera crítica por la pandemia.

La tasa de aprobación para las empresas inscriptas al programa fue del 47% en el primer mes y se incrementó hacia la segunda y tercera rondas (58 y 66%, respectivamente), al tiempo que los entes solicitantes iban disminuyendo. Se presume que la paulatina recuperación de la actividad económica y la desigual recuperación entre los diferentes sectores influyeron para que cada vez apliquen al programa menos firmas, lo que también explicaría el menor peso de la industria y el comercio, de recomposición más rápida, sobre el total. El promedio de empresas aprobadas en Jujuy fue del 57% durante las primeras cuatro rondas (tres puntos porcentuales por encima del promedio nacional), resultando beneficiadas para el pago de salarios complementarios, por lo menos, 1520 unidades, entre las cuales casi la totalidad pertenecía al espectro pyme. La cantidad de empresas aprobadas para la reducción de contribuciones fue aún mayor (1728 en la primera ronda) en tanto que 756 firmas jujeñas recibieron créditos a tasa cero y 795 con una tasa subsidiada del 24%.

En suma, con la evidencia disponible y las trayectorias previas, el impacto del COVID-19 en Jujuy no se sintió en los servicios del sector público (ya que la salud, por el contrario, incrementó sus prestaciones, mientras que educación y otras tareas administrativas fueron realizadas en muchos casos de manera remota sin reducción de empleo, pero sí de niveles de actividad). En el sector privado destaca el mayor impacto en términos comparativos al conjunto del país en minería y construcción, pero en general los efectos en los restantes rubros fueron menos severos y en algunos casos, incluso, positivos. Las actividades que implican traslados, mayores niveles de aglomeración y no esenciales, que permanecieron prohibidas por más tiempo o afectadas por protocolos específicos, resultaron, naturalmente, las más perjudicadas.

¿Cómo impactó la pandemia sobre el empleo?

Cambios y continuidades en la estructura laboral

Con la irrupción de la pandemia en Argentina y la aplicación del ASPO en marzo de 2020, los efectos más severos de la crisis sobre el mercado de trabajo se aprecian a partir del segundo trimestre de ese año. Es oportuno recordar que la economía jujeña sufrió una contracción del 4% promedio en 2020 si se compara con el año previo, menos intensa que la verificada para el promedio nacional, que marcó una caída del 9,6%. La reducción del nivel de actividad económica naturalmente impactó sobre el empleo provincial, aunque con un efecto amplificado, ya que la ocupación cayó 6,8% en 2020 (INDEC, 2019a; 2019b; 2019c; 2020a; 2020b; 2020c; 2020d; 2021a) lo que da cuenta de una elasticidad empleo-producto elevada (1,7), superior incluso a la exhibida por América Latina (1,5, según lo expuesto por Maurizio, 2021).

En la comparación interanual entre trimestres vemos que en Jujuy la ocupación cayó un 15% entre abril y junio de 2020, al pasar de 43,7 en el segundo trimestre de 2019 a 37,1 (INDEC, 2019b; 2020c). Los mayores impactos probablemente se hayan dado en abril y principios de mayo de ese año, ya que entonces el confinamiento en la provincia empezó a relajarse ante la ausencia de circulación local del virus. A partir de allí el nivel de ocupación comenzó a recuperarse lentamente para alcanzar, e incluso superar, los niveles pre pandemia ya desde principios de 2021 (ver gráfico 4), a pesar de la explosión de contagios. En el arreglo nacional, la recuperación ha sido más lenta y en algunos casos insuficiente, especialmente en lo que respecta al conjunto de la región NOA (INDEC, 2019a; 2019b; 2019c; 2020a; 2020b; 2020c; 2020d; 2021a; 2021b; 2021c; 2021d; 2022a).

La tasa provincial de desocupación en lugar de aumentar desde el trimestre más crítico, disminuyó progresivamente a lo largo de 2020, lo que redundó en una caída más marcada de la tasa de participación en el mercado de trabajo, medida por la tasa de actividad (INDEC, 2019a; 2019b; 2019c; 2020a; 2020b; 2020c; 2020d; 2021a; 2021b; 2021c; 2021d; 2022a). En Jujuy la desocupación pasó de un 8% en el primer trimestre de 2020 a un 7% en el segundo, para llegar a un 4% al finalizar el año, trayectoria similar a la exhibida también en 2021; en términos interanuales solo el tercer trimestre de 2020 mostró un incremento al pasar de 4,8 a 5,1, valores aun bajos en comparación con la mayoría de los aglomerados (INDEC, 2019a; 2019b; 2019c; 2020a; 2020b; 2020c; 2020d; 2021a; 2021b; 2021c; 2021d; 2022a). Para 2020, la tasa de participación media de la población jujeña en el mercado de trabajo (ocupados más desocupados) era de 42,4%, cuando en 2019 midió 46,2%. Para 2021 este indicador prácticamente se había recuperado, al ubicarse en 46,1%. En cambio, la desocupación media de los aglomerados urbanos del país creció 2,5 puntos porcentuales entre el segundo trimestre de 2019 y 2020, alcanzando un 13,1% en este segundo punto, mientras que la tasa de participación laboral descendió 9,3 puntos porcentuales.2

Gráfico 4.
Gráfico 4.
Gráfico 4.

Variación interanual de las tasas de actividad, de ocupación y de desocupación, Aglomerado San Salvador de Jujuy-Palpalá, 2020-2021, por trimestres

Elaboración propia en base a datos de la EPH, INDEC.

Como la literatura sobre el tema ha marcado, la drástica contracción en el volumen de empleo durante el segundo trimestre de 2020 generó tránsitos hacia la desocupación, pero mayoritariamente se registraron fuertes salidas de la fuerza de trabajo como consecuencia del ASPO, así como también producto de las expectativas desfavorables sobre las posibilidades de encontrar empleo en ese contexto (Maurizio, 2021). De esta forma, algunas de las personas desocupadas dejaron de ser contadas como desempleadas tras percibir que no habría vacantes disponibles, por lo que directamente salieron del cálculo de la PEA. Como señalan Salvia et al. (2022), la conjunción de caída en la demanda de empleo, efecto desaliento y miedo al contagio dio lugar a que la tasa de desempleo dejase de tener una adecuada representación de la dinámica laboral. Para el caso de Argentina, tomando el total de aglomerados urbanos relevados por la EPH (INDEC, 2022b), se observa un incremento muy marcado de la cantidad de personas inactivas vinculadas a las expectativas que la pandemia generó durante el segundo trimestre de 2020 (pasaron de 530 a 910 mil), resultando todavía más notorio el ascenso en el NOA (de 46 a 93 mil personas)3. Hacia la segunda parte de 2020 se hace evidente la reducción de los inactivos marginales hasta alcanzar niveles similares a la pre pandemia, a la par del incremento en la participación en el mercado de trabajo que ya hemos comentado.

El balance del impacto de la pandemia sobre el mercado de trabajo es todavía más negativo si se tiene en cuenta la variación en la cantidad de horas trabajadas durante los meses de mayor crisis. Al igual que lo observado en algunos países de la región latinoamericana y para el total del país, en Jujuy la disminución de la cantidad total de horas trabajadas durante el segundo trimestre de 2020 fue más intensa que la contracción en la ocupación (ver gráfico 5).

Gráfico 5.
Gráfico 5.
Gráfico 5.

Variación interanual de la cantidad de horas trabajadas en la semana de referencia y de la tasa de ocupación, Aglomerado San Salvador de Jujuy-Palpalá y total de aglomerados del NOA, 2020-2021, por trimestres.

Elaboración propia en base a datos de la EPH, INDEC

El promedio de horas trabajadas en la ocupación principal en el aglomerado capital se redujo en un 24,3% en el segundo trimestre de 2020 en comparación al valor medio de idéntico período de 2019, es decir, más de nueve puntos porcentuales que la caída de la ocupación (INDEC, 2022b). Las mediciones para la región del NOA arrojan valores incluso un poco más altos ya que la ocupación había decrecido un 18,7% interanualmente en el segundo trimestre de 2020, mientras que la cantidad de horas efectivamente trabajadas cayó un 25,1%, pero no alcanzan al promedio nacional, cuya reducción llegó alrededor del 40%. Para la segunda mitad de 2020 la cantidad de horas trabajadas se fue recuperando de manera más acelerada que el empleo, aunque en la comparación interanual recién el cuarto trimestre mostró un incremento en relación a 2019, a diferencia de la ocupación que continuó evidenciando una caída durante todo 2020. A partir de entonces las fluctuaciones fueron menos marcadas, alcanzando el promedio de horas trabajadas de 2021 a las registradas para 2019.

Estos resultados indican que el total de horas trabajadas se redujo en partes similares tanto por la merma en el número de ocupados como por la caída del tiempo efectivamente destinado al trabajo. Por su parte, la recuperación más rápida de la cantidad de horas trabajadas que la demostrada por la ocupación se explica por una utilización más intensa de la mano de obra disponible y no por una creación de nuevos puestos de trabajo durante la reactivación de las actividades (Maurizio, 2021). La autora citada precisa que la menor cantidad de horas trabajadas se vincula tanto al fuerte incremento de la proporción de personas que no trabajaron ninguna hora en la semana de referencia de la encuesta por estar ausentes en sus puestos de trabajo, como por la reducción de las horas trabajadas de aquellos que al menos lo hicieron una hora o más. Entre los asalariados informales y los no asalariados (formales e informales) se observa una elevada presencia de ocupados que no han trabajado ni una hora, dando cuenta que entre ellos varias personas mantuvieron su ocupación, pero no pudieron desarrollar efectivamente sus actividades en el contexto de confinamiento.

Efectos segmentados en el trabajo

En cuanto a la segmentación de los efectos sobre el empleo en Jujuy en base a la EPH (INDEC, 2022b) podemos decir, en primer lugar, que las ramas más afectadas si se compara con idénticos períodos del año previo fueron aquellas vinculadas al arte, el entretenimiento y la recreación, especialmente durante el segundo y tercer trimestre de 2020; el sector turístico y el servicio doméstico, aunque en estos dos casos con mayores pérdidas de puestos de trabajo durante el cuarto trimestre de ese año y el primero de 2021.

Segundo, según datos del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (2021) se aprecia una considerable afectación sobre el empleo asalariado privado, especialmente durante el tercer trimestre de 2020. Durante el año más crudo de la pandemia en la provincia se destruyeron 3.245 puestos de trabajo registrados, equivalente a una variación anual del 5% del empleo privado formal total, que se sumaron a los más de mil empleos perdidos en 2019 (en ese momento se interrumpieron dieciséis años de crecimiento del empleo formal en el sector privado jujeño). En 2021 la recuperación fue insuficiente: solo se crearon 729 puestos de trabajo. En términos relativos, las mayores reducciones en el bienio de la pandemia se dieron en ramas como el alquiler de maquinarias, agencias de empleo temporario, servicios no contemplados en otras categorías, agricultura y ganadería, servicios vinculados al transporte y almacenamiento, y silvicultura. Resalta, a la inversa, la expansión de algunos rubros vinculados a las actividades tradicionales de la provincia y a aquellas dinámicas que la pandemia aceleró, como la fabricación de productos de metal, actividades informáticas, el comercio por mayor, las telecomunicaciones, la salud, la fabricación de alimentos, entre otros. Es importante alertar sobre la expansión en la capacidad de contratación de empleo que tuvieron durante la crisis sanitaria las empresas de mayor tamaño: las grandes empresas aumentaron la cantidad de puestos de trabajo un 3,7% entre 2019 y 2021, mientras que las pequeñas los redujeron en un 5, un 3,8 las micro y un 3,4 las medianas. De esta forma, las grandes empresas de Jujuy (cerca de 400 unidades) absorbían en 2021 el 58,1% de la mano de obra en condiciones de formalidad.

En tercer lugar, es destacable la pérdida de participación del empleo asalariado sobre el empleo total, particularmente en el penúltimo trimestre de 2020, en base a datos de la EPH (INDEC, 2022b). Esta reducción parece haber sido compensada por el lado del cuentapropismo, pero ello no significa necesariamente que la cantidad de personas trabajando por cuenta propia en Jujuy se haya expandido durante la pandemia sino que en un análisis interanual podría estar reflejando la salida del mercado de trabajo de los asalariados, especialmente de aquellos contratados por el Estado. Resulta que el sector público en la provincia no apareció como un refugio para el empleo ante el momento más severo de la crisis, como en otras ocasiones y como sí se demuestra a nivel nacional. Pero a partir de entonces el Estado en la provincia empezó a ocupar una mayor cantidad de trabajadores, creciendo el empleo público en importancia relativa desde el segundo trimestre de 2021 (promedio de 32,5% sobre el empleo total), probablemente más relacionado con las funciones ejercidas por el sector durante la pandemia antes que como un mecanismo compensador. Resulta alarmante en ese mismo período la caída del empleo privado.

Por su parte, la participación del trabajo por cuenta propia en el aglomerado bajo análisis venía creciendo en importancia desde finales de 2019 y alcanzó su máximo en el segundo trimestre de 2020; a partir de allí se aprecia su declinación periódica, presumiblemente en relación a los efectos de la pandemia (INDEC, 2022b). Se destaca, además, el cambio de escenario de estos trabajadores ante las restricciones reinantes: el trabajo realizado en la calle, el espacio público o de manera ambulante y similares se retrajo en el segundo y tercer trimestres de 2020, para recuperarse luego. En esos momentos fue compensado con la venta en el domicilio de los clientes.

Es posible advertir también en Jujuy una caída más marcada en el trabajo en relación de dependencia formal (con aportes jubilatorios) que en el informal, con particular intensidad en el cuarto trimestre de 2020, aunque ambos han sido afectados por la pandemia (INDEC, 2022b). Si bien durante la primera mitad de 2021 el empleo asalariado de calidad parecía estar en proceso de recuperación, la segunda parte del año mostró tendencias opuestas, alcanzando las peores mediciones desde el inicio de la pandemia. Resaltan igualmente las enormes bajas en el personal de casas particulares, cuyos niveles de empleo cayeron casi a la mitad de aquellos demostrados en épocas de normalidad. Para 2021 los valores de actividad del sector aún no habían sido remediados a nivel local.

Como otro elemento demostrativo del efecto segmentado del COVID-19 en el ámbito del trabajo, y tal como se puede apreciar en el gráfico 6, se verifica una contracción del empleo más marcada para las mujeres que para los varones en Jujuy durante los últimos tres trimestres de 2020 en comparación a igual período del año previo (-39,5 acumulado para ellas frente al -20,7 para ellos) así como una escalada en la desocupación femenina del 48% promedio entre el segundo y tercer trimestre de ese año, cuando la masculina se redujo a la mitad (INDEC, 2022b).

Gráfico 6.
Gráfico 6.
Gráfico 6.

Variación interanual de la tasa de actividad y de la tasa de empleo, por trimestre (II trimestre de 2020 - I trimestre de 2021), Jujuy, en porcentajes.

Elaboración propia sobre la base de EPH, INDEC

En base a esto afirmamos que fueron los varones quienes en mayor medida se retiraron del mercado de trabajo durante los meses más críticos, a diferencia que lo demostrado por Maurizio (2021) para América Latina, aunque en Jujuy las mujeres también perdieron participación. La brecha con respecto a la tasa de actividad masculina continuó rondando en torno a los siete puntos porcentuales. El impacto más intenso en las mujeres de la provincia se asocia a la mayor presencia femenina en sectores económicos fuertemente afectados por la crisis como, por ejemplo, las actividades de alojamiento y comidas, la enseñanza, en otras actividades de servicios y en el sector de hogares, que en muchos casos coinciden con un mayor nivel de precarización laboral.4

Finalmente, en el caso de los trabajadores jóvenes (de 15 a 24 años inclusive) la tasa de empleo se redujo durante la pandemia, pero en mucha menor medida que en el conjunto del país o en el NOA, siendo más afectadas las mujeres jóvenes que los varones de ese grupo. Si bien los datos del aglomerado San Salvador de Jujuy-Palpalá deben analizarse con cautela por sus altos coeficientes de variación, resulta notable que la desocupación de las mujeres jóvenes fue ostensiblemente mayor que la de los varones para el 2do trimestre de 2020, momento más álgido de los cierres, contrariando lo ocurrido para el conjunto de aglomerados del NOA y magnificando lo ocurrido para el conjunto del país (INDEC, 2022b). Como si los varones jóvenes se hubiesen retirado de la búsqueda de empleo en mucho mayor medida que las mujeres de ese mismo grupo. Los jóvenes en general tienen otro pico de desocupación en Jujuy en el primer trimestre de 2021, más acentuado entre las mujeres. Es decir, entre los jóvenes, las brechas de género parecen haber actuado también durante la pandemia en perjuicio de las mujeres.

Reflexiones finales

Este trabajo estudia los efectos sobre la actividad económica y el empleo en Jujuy asociados a la pandemia durante el bienio 2020-2021, de manera comparada con el total del país y con la región NOA. Como puede observarse a lo largo del análisis desarrollado, si bien la crisis fue generalizada, el impacto no fue homogéneo ni entre sectores de actividad ni entre trabajadores, a la vez que la recuperación fue igualmente heterogénea. Entre los principales resultados surge que los efectos negativos del COVID-19 sobre la economía provincial parecen haber sido menores que en el promedio nacional, con sectores que resultaron más perdidosos (como la construcción y la minería) y otros relativamente beneficiados, como la salud y la actividad financiera. También es digno de señalar que, pese a que las empresas de menor tamaño fueron en general las que recibieron más apoyo de programas nacionales, igualmente estuvieron entre las más afectadas por las medidas de cierre tomadas. Si bien el empleo fue afectado, la posterior recuperación logró volver a niveles pre pandemia, aunque con cambios al interior de la estructura.

Otro efecto que se observó es que, a raíz de la imposibilidad de buscar trabajo, creció el segmento de trabajadores “desalentados”, que engrosaron las filas de los inactivos, al menos de manera transitoria. Por otro lado, fueron las mujeres, con mayor énfasis en las jóvenes, quienes enfrentaron los mayores niveles de desocupación, mientras que el empleo formal en el sector privado se redujo entre los asalariados. El sector público y el cuentapropismo, tradicionales sectores refugio, no parecen haber actuado como tales en los meses de crisis más severa.

Más allá de las miradas sobre el nivel de actividad y el empleo no deben soslayarse reflexiones más globales y orientadas a profundizar en las raíces de lo acontecido, así como en caminos posibles. En este sentido, recuperamos a Svampa (2020), quien ya a inicios de la pandemia alentaba a pensar en esta sociedad de cara al futuro, las posibles salidas a la crisis y el Estado que resultaría necesario para estos menesteres. Considerando que el mundo se encuentra al borde del colapso sistémico, Svampa reflexiona sobre el futuro civilizatorio. Advierte que la pandemia no ha hecho más que poner de manifiesto las desigualdades y la concentración de la riqueza, a nivel planetario en general, pero particularmente en América Latina. Además de asumir las causas ambientales de lo acontecido, vinculadas a la destrucción de la naturaleza y los ecosistemas, deben ponerse en cuestionamiento las bases mismas de una sociedad marcada por el interés individual. Esto implica, entre otras cosas, valorizar el cuidado (en términos amplios, incluyendo la naturaleza y por ende las relaciones entre lo humano y lo no humano), poniendo el énfasis en la interdependencia, reciprocidad y complementariedad, esenciales para la supervivencia como humanidad (Svampa, 2020).

En suma, consideramos relevante estudiar el impacto de la pandemia sobre los niveles de actividad y empleo en Jujuy, compararlo con la región y el país, pero sin perder de vista que se trata, en definitiva, de epifenómenos, y que las causas más profundas deben buscarse y tratarse a escala global, tomando conciencia de las limitaciones del modelo de acumulación que se viene siguiendo de manera preponderante y su impacto tanto en la naturaleza como en las condiciones de vida de la población, cada vez más desiguales y también más vulnerables a los fenómenos de interacción de las personas con la naturaleza.

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Notas

1| La estratificación por tamaño para una empresa se realiza a partir del empleo promedio declarado por la firma durante los últimos cuatro trimestres. Los rangos de empleo utilizados en cada estrato de tamaño varían según rama de actividad, atendiendo a diferencias sectoriales en la productividad media del trabajo y a las pautas establecidas por el país para la aplicación de políticas orientadas a la pequeña y mediana empresa. Estos tramos se determinaron a partir de topes máximos de empleados por tamaño según el sector en el que desarrollan su actividad: 5, 24 y 96 empleados para la industria; 5, 23 y 67 para el comercio y 4, 17 y 66 para los servicios. Las que superan el tope son consideradas grandes empresas.
2| Es necesario aclarar al respecto que las fluctuaciones descriptas podrían encontrarse relacionadas con el tamaño de la muestra que la encuesta considera para el aglomerado San Salvador de Jujuy-Palpalá, ya que a menor tamaño de muestra la variabilidad crece
3| Se intenta captar a quienes serían nuevos inactivos marginales o desocupados desalentados, para lo cual se trabaja con la categoría de “otros” dentro de la condición de inactividad que mide la EPH. Es decir, se deja de lado las personas jubiladas o pensionadas, rentistas, estudiantes, amas de casa, menores de 6 años, y con discapacidad, que también forman parte de la población inactiva. No se realiza el cálculo para el aglomerado de Jujuy debido a que el reducido tamaño de la muestra podría conducir a conclusiones incorrectas.
4| Según el Censo Nacional de Población y Vivienda del año 2010 el 87% de las mujeres ocupadas (de 14 años y más) en Jujuy trabajaba en el sector de servicios, 19% del total de ocupadas en comercio, 19% en enseñanza, 15% en la administración pública y 11% en servicio doméstico. En tanto entre los varones ocupados, el 59% lo estaba en el sector servicios, con 14% del total de ocupados en comercio, otro 14% en administración pública y 10% en transporte, almacenamiento y comunicaciones (Bergesio y Golovanevsky, 2015). En enseñanza solo estaban ocupados el 7% de los varones en 2010 y 1% en el servicio doméstico.
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